La llegada de un nuevo Rey (Gilgamesh y Ozymandias)

La noche anterior había sido un tanto agitada, se desvelo dejando listo lo que haría a primera hora al día siguiente. No era la primera vez que veía al faraón, aunque la gran emoción que estaba desbordando hacía parecer todo lo contrario; debido a que había pasado un largo tiempo desde la última vez que lo vio y convivio con él. Después de haber pasado mucho tiempo planeando todo, se merecía un descanso. En verdad lo necesitaba, además de que ya era muy tarde.

──❝ Next day❞──

El clima tropical de la isla le hacía más fácil comenzar el día; de manera entusiasta, pero ¿Qué sucedía si comenzaba el día con una mañana lluviosa?, a pesar de ser un clima fresco no tenía ganas de hacer nada, la pereza la invadía llevándola al punto de hacerla dormir otra vez. Desgraciadamente, llevaba horas acurrucada en las sabanas durmiendo de una manera placentera. Por inercia, hace un movimiento con su mano cerca de su rostro dejándolo en descubierto. Algunos rayos del sol cruzaban el cristal de su aposento, dándole en la cara. Fue abriendo los ojos con pesadez, de inmediato fijo su mirada en un reloj de pared que estaba colgado justo en frente de ella.

━ ¡Casi medio día!

Se levanto de golpe lanzando a algunos medjeds al suelo; como una niña que duerme con sus peluches, así era ella. Se hizo un moño bien alto, no iba a ponerse su vestimenta tradicional, aún no, así que solo opto por una falta que le llegaba 17 cm arriba de la rodilla, una blusa con mangas largas y cuello en forma de V, y un delantal. Antes de salir volando a la cocina, dejo encargado a unos cuantos ayudantes para que ordenaran su cuarto.

Una vez estando en la cocina, la bella faraón abre un portal del inframundo trayendo de ahí a varios medjeds que ayudarían o más bien prepararían el pequeño banquete para la llegada del faraón Ozymandias. Se quedo ahí durante largos minutos para ver en que ayudaba, como no sabía cocinar mejor fue a vigilar la puerta de la cocina para que nadie ingresará al lugar. Al rato, unos suave pasos se acercaban a ella, dirigió su mirada hacía aquella dirección para ver de quién se trataba.

━ Eres tú... la cocina esta cerrada. Le están dando mantenimiento, vuelve en otro momento.

Era el Rey de los Héroes o más conocido como Gilgamesh, no era sorpresa para ella encontrárselo en aquel lugar. No lo soportaba, pero en el fondo le agradaba aquel sujeto, no lo admitiría, no al frente de él ni de nadie. ━ ¿Te quedarás ahí viendo o ayudarás en algo? ━ Inquirió la morena recargándose en el marco de la puerta mientras de cruzaba de brazos y arqueaba una ceja. Tenerlo ahí acompañándola haría que las eternas horas no sean tan soporíferas.

Al cabo de unos minutos los alimentos que serviría estaban listos, la mesa en la sala de estar también lo estaba, solo faltaba la presencia del Dios del Sol para dar inicio al banquete. A lo lejos una de sus creaciones venía corriendo a darle el aviso de que el faraón ya estaba ingresando al lugar. Acto seguido cambio su ropa por la tradicional caminando hacía la entrada para darle una merecedora bienvenida al Rey de Reyes, pero sin antes haber hablado con su compañero

━ No te quedes ahí, cámbiate y ven a recibirlo. Por algo no te quedaste aquí, debo suponer que quieres hablar con él después de mucho tiempo.

El mármol relucía como un espejo recién pulido, haciendo juego con aquel deslumbrante ser que iba entrando, Rámses. Sabio, donde su palabra es un santuario; no hay rival ni lugar que puedan intimidarlo, siempre arriesgando todo por el todo de manera intachable. Nadie lo puede vencer, con una mirada penetrante capaz de diluir todo a su paso. Se reverenció al unísono en señal de respeto.

━ Sea bienvenido faraón Ozymandias. Espero que el lugar sea de su agrado.

Miro de reojo al Rey de los Héroes que se encontraba parado de brazos cruzados a un lado de ella; "¿¡Pero que hacees?! Que falta de respeto hacía un Dios!. Musito entre dientes para sí misma mientras volvía a su postura inicial ━ Discúlpelo, Faraón. Él es el Rey de los Héroes, no sé si lo recuerda ━ Un nerviosismo se apodero fuertemente en su garganta y descendió muy rápido a todo su cuerpo. Trato de buscar alguna excusa por tal bochornosa escena y solo dijo la primera "tontería" que se le vino a la mente

Un día como cualquier otro, no había objetivo alguno entre sus pendientes u algo parecido. La única diferencia notable en el día era probablemente el clima lluvioso, que apesar de venir de un reino en donde el sol predominaba, no le molestaba en lo absoluto algo de frío en el ambiente.
Apesar de tener una lista de outfits reducidos, si los usaba para casos especiales, siendo su atuendo de motociclista el más común y el que estaba usando justo ahora para este clima. Una chamarra blanca con pelaje en el cuello, una playera negra y un pantalón del mismo color.

Así fue como salió de su recámara y de su vivienda ahora que era un civil más en la isla. No le importaba darse a conocer como rey en una era donde la humanidad era tan patética y poca cosa como para su gobierno. Ni siquiera eran dignos de verle el rostro por lo que siempre intentaba alejarse del lugar antes que el horario se normalizara.

Sin embargo, antes de abandonar la isla recordó algo, un acontecimiento previo a este día que llegó a sus oídos con facilidad. El rey de Egipto arribó hace poco a la academia, desconocía por completo a su Master o exactamente qué día había llegado, pero de lo que si estaba seguro, era de que debía saludarlo como los buenos amigos que fueron en el trono de los héroes. Más que una amistad, era quizá una relación basada en el respeto que ambos se tenían como reyes.  

¿Cómo podría toparse con él? Tenía muy en claro que no sería sencillo y simplemente lo dejó a su suerte desde el día que se enteró. Pero si algo tiene el antiguo rey a su favor, es su clarividencia, que esta vez se manifestó por un sueño un poco confuso y hasta ambiguo de cierta forma. Se había visto a él y a Nitocris en la cocina con una manzana en la mano, a simple vista podría no decir nada, pero vivir con sueños de ese estilo ya eran costumbre, sabía que acciones tomar si algo así se presenta.
Simplemente partió hacia la cocina de la academia en busca de una manzana, no había requerimentos que debían cumplirse, solo se le antojó al recordar el sueño.

Apesar de la mala relación con la mujer, seguía causándole agrado, gracias por decirlo de otra manera. No aceptaría un "Vuelve en otro momento" ¿Quién se cree que es para darle órdenes? Sin pensarlo dos veces, pasó de largo hacia la cocina. – ¿Cerrado? Lo dudo mucho, no eres dueña de la cocina, mucho menos del castillo, Nitocris.– Sonriente y como su nada, continúo hasta un pequeño frutero, lo único que quería era su manzana. Y ahora que tenía claro que en cualquier momento Ozymandias llegaría, optó por esperar pacientemente, sin aportar absolutamente nada al ordenamiento del lugar, ni aún con las exigencias que recibió de aquella mujer.

Lo único que acató, fue el hecho de cambiar su atuendo, ¿Había algo de malo con lo que traía? No... Pero si prefería portar alguna vestimenta, sin duda era su hermosa armadura, tras seguirle el paso a la mujer, sus ropas fueron cubiertas por completo por la brillante y mágica armadura del rey, resonando el rechinido de la misma por todo el pasillo hasta llegar al lugar indicado.
Debía reconocer la gran lealtad y respeto que Nitocris tenía ha Is su rey, era lo único que respetaba de ella, le era completamente gracioso al igual la presión que notó en ella. Sonrió y dio la bienvenida sin deshacer su postura con los brazos cruzados. – Cuánto tiempo, rey de reyes...–

Sus ojos maravillados. Brillaban como las luciérnagas en su cálida velada, ornamentando el paisaje con sus ojos como el sol. Era magnífico. No había cambiado en nada el dios del Sol, seguía teniendo el carisma que siempre lo ha caracterizado. Le hubiera gustado recibirlo como se lo hacía en Chaldea, una bienvenida de atrayente índole, donde cada vez que el faraón llegaba de uno de sus viajes la multitud aclamaba con vociferados alaridos de vehemencia. Ahora solo había un exterior ajeno a los reyes.
Ella accedió ante las indicaciones, observaba con atención el cruce de palabras que había entre ambos reyes como buenos compañeros, amigos y compinche de un par de copas.

━Discúlpeme, faraón. Creí que como había pasado mucho tiempo no lo recordaría. ━ Tenía que admitir que estaba nerviosa, tanto que comenzaría a decir tonterías o a comportarse de manera torpe. Varias veces se recordaba que no era alguien digna para llevar un título de faraón. Parpadeo dos veces sacando esos pensamientos negativos, no era el momento indicado para pensar en aquello.

Se disponía a responder la pregunta tirada al aire, pero no pudo articular palabra alguna. Estaba claro que no era su momento, no le molestaba, al contrario, le daba gratitud quedándose allí como fiel servidora. Además, ya estaba acostumbrada a eso. Hablaría cuando se lo pidieran. Se había distraído tanto que olvido por completo la sorpresa que tenía preparada para el moreno. ━ ¡Claro que sí! El Rey de los Héroes espero eternas horas por su llegada. Además yo... ━ Hizo una pausa dejando inconclusa la oración a causa de la repentina pregunta.

━ No, aquí no se encuentran... por cierto, faraón Ozymandias. He preparado un banquete en honor a su llegada, puede pasar junto al Rey dorado y tomar asiento en los cómodos sillones de la sala mientras yo iré a encargarme de que todo este listo en la cocina para comenzar a servir.

Se hizo a un lado para que ambos reyes pudieran pasar directo a la sala. De inmediato fue a la cocina llevándose una sorpresa al verla desordenada, las paredes salpicadas de salsa, algunos ingredientes en el suelo, por suerte la comida estaba intacta. Más tarde de encargaría de ordenar todo eso y darles un castigo a sus pequeñas creaciones.

Su búsqueda por expandir sus grandes tesoros seguía en pie, y el hecho de ser aquel que lo experimentó todo debía seguir siendo un título por predominar. Estar en una academia como un aprendiz era algo erróneo para referirse a su estatus actual, simplemente era un Servant cuyo propósito era ser de ayuda a la academia, nada más.
Aún así, tenía un objetivo más en mente ahora que compartía sus ideales y creencias con alguien más. Podría decirse que adquirió nuevas metas con la presencia de cierta diosa.

La incomparable risa del faraón solo le traía recuerdos, buenos para ser específicos, y es que solo este sujeto era capaz de avivar sus carcajadas más grandes, ya ni un bufón lograba entretenerlo tanto. – ¡Por supuesto! Me he encontrado con reliquias que anhelan pisar mi tesorería, sin duda los reclamaré como míos como cualquier otro objeto de mi agrado.– Sonrió y se expresó como de costumbre, el tono de voz y su postura tan altos, tal y como un rey debe mostrarse. Sin embargo, mencionar que un objeto alejado del concepto de reliquia tenía cavidad en sus tesoros era algo nuevo. Solo objetos cuyo valor sea emocional o basado en alguna experiencia podía entrar y catalogarse con valor para el rey de los héroes.

Escuchar las mentiras de la mujer solo lo incitaban a querer contradecirla y así dejarla en ridículo frente al hombre que tanto venera. Si, sin duda alguna sería algo divertido para él, pero no estaba dispuesto a hacerlo esta vez, tampoco daría la razón a sus palabras. Simplemente lo dejaría pasar y ahora que fue invitado al banquete estaba dispuesto a degustar de aquello que hayan preparado.
Sí la mujer lo admira demasiado, no pensaría en defraudarlo con un platillo tan pobre. Tenía que ser un banquete digno de un rey, así que no hay temor alguno sobre un platillo de mal gusto para su paladar, por ello mismo aceptó la propuesta de asistir a esa bienvenida una vez se topó con ellos.

Se adentró a un lado del par observando lo que les rodeaba, dándose una gran sorpresa y una completa decepción. El desastre era increíblemente grande, ¿Cómo es que unas criaturas tan pequeñas eran capaces de ocasionar tal desorden? No se lo exicaba, ni hallaba respuesta. – Parece que se esforzaron en echarlo a perder... Que criaturas tan poco eficientes.– Centró su mirada en estos, como si los analizara. – Y repugnantes.– No le agradaban para nada, le parecían tontos e inútiles, quizá era culpa de la que estaba al mando.