Práctica santa (Shirou Kotomine)

Otro día, otros problemas, otros encuentros. Lo normal en el lugar al que llegó hace un tiempo. Sus andanzas la conducían de un lado a otro sin parar, pero no había más remedio que seguir adaptando su espíritu libre a horarios y diferentes enseñanzas.
El día de práctica era quizás su favorito. Poder estirar el cuerpo y usar su magia de vez en cuando no iba mal, aunque enfrentarse a diferentes oponentes necesitaba modalidades y reglas nuevas cada semana.

Estaba sentada frente al lugar de entrenamiento, se sumergía en sus pensamientos cada vez que escuchaba la voz de quien dictaba los enfrentamientos. Por un lado, le gustaba mirar a los demás mientras luchaban; conocer de que eran capaces estas personas y la medida en que iban desarrollando habilidades era algo que admiraba sin duda alguna. Si bien el entrenamiento era bastante controlado, siempre alguien salía con heridas pequeñas; suponía que era lo normal de un combate que constaba de cuantos poderes hubiese en este mundo.

Alzó la mirada al escuchar su nombre. La nueva regla para ella: Contener el uso de  múltiples espadas. Se le escapó un suspiro pero no evito ocultar una sonrisa; después de todo, era un entrenamiento que debía cumplir semanalmente, y por lo general, llevaba nuevos conocimientos a la hora de leer sobre las distintas magias.
Ladeó el rostro al escuchar el nombre de su contrincante. Si bien, escuchó ese nombre muchas veces, nunca se percató de quien se trataba, por lo que la sorpresa se hizo presente en su rostro. ¿Qué encontraría en él? ¿Qué clase de magia usaría? ¿Sería un oponente fuerte? Cada una de esas preguntas las encontraría desde el primer segundo en que ambos chocaran sus poderes.

Avanzó hacia la zona de combate, se fijó que el hombre hacia lo mismo y una vez ambos estuvieron a cada extremo del cuadrado, la barrera mágica se levantó, pues la seguridad de quienes miraban era prioridad. El cuerpo de la pelirroja brilló y apareció una armadura en la parte superior de su cuerpo. La voz del árbitro se escuchó: "Preséntense" .

— Soy Erza Scarlet. —En su mano derecha apareció una espada de aspecto simple, la apuntó a su compañero de práctica y sonrió. — Me da gusto ser tu rival. — Bajó la espada y esperó su presentación.

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Deslumbrante sol anunciaba la llegada de un nuevo día en la Academia Legaciana. Caminar sereno por los pasillos del lugar, jugueteo tranquilo con la Soba de Miike Tenta Mitsuyo. Sonrisa casi indivisible plasmada en sus labios, el joven Santo de tez bronceada y mechones blancos cómo un destello iba con dirección al Cuadrilátero y Dojo perteneciente al instituto, y el pensar en ello le obligó a soltar un suave suspiro.

¿Cuando había sido la última vez qué se vio involucrado en un combate? Lo desconocía por completo, pero esto no implicaba que nuestro protagonista estuviera oxidado ni mucho menos fuera de forma.

— Oh, espero dar la talla..—

Comentó en voz baja para si mismo, esquivando con gracia a algún que otro estudiante que se interponía en su sendero.

(...)

Arribo al lugar en el momento más adecuado, escuchando su nombre, Shirou Kotomine, ser vociferado con fuerza por aquel que dictaba a los “compañeros de entrenamiento” para la actividad de hoy. Rápidos movimientos fueron los suficientes para deshacerse del sudario rojo y la estola del mismo color que siempre portaba consigo, permaneciendo con sus típicas ropas de tonalidades oscuras, distintivas de un sacerdote.

Miike Tenta Mitsuyo yacía sostenida dentro de su mano diestra, dentro de su Saya roja carmesí. Mano zurda sostenía la Suka de la katana, más específicamente, en la zona Mekugi Nagako. Lento aplazamiento de su parte al retirar el filo de la espada fuera de su Saya, un sonido metálico no demoró en llegar.

Mano diestra lanzó la Saya hacia detrás, antes de qué procediera a avanzar con dirección al cuadro opuesto de su oponente. Demandante voz llenó los oídos del ojidorado, dirigiéndose hacia la pelirroja con fin de presentarse cómo era debido.

No tardo en notar cómo una espada aparecía de la nada en mano diestra ajena, causando que el chico le mirara atentamente.

(“Una usuaria de magia, entonces..”)

Ah, no sería necesario la utilización de uno de sus fantasmas nobles en este caso, no en este preciso momento. Después de escuchar el nombre de la pelirroja enfrente suya, una cálida sonrisa se mostró en sus labios nuevamente, dedicándosela en pos de brindarle más confianza acerca de su persona.

Ahora era su turno de presentarse, así qué tan solo se abstuvo a levantar su propia katana e apuntar con dirección a la pelirroja por breves momentos, retirando la misma.

— Shirou Kotomine. Servant de clase Ruler.—

Comentó el chico, llevando mano diestra con dirección a la cruz que colgaba en su cuello, apretando la misma.

— El gusto es mío, Erza. Aprendamos uno del otro en éste combate, he así podamos progresar uno cómo el otro.—

Finalizo, regresando a su respectiva zona inicial. Respiración calmada, el nerviosismo no formaba parte de su ser. Llevo mano diestra dentro del bolsillo respectivo a dicha mano, sosteniendo entre sus dedos tres de sus “llaves negras”.

Sería un combate, cuanto menos, entretenido.