Un inicio casual (libre + Shirou Kotomine)

〃 ଽ⠀⠀ ⌞ ???????????????????? : Academia Legacy, Canchas Exteriores

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La llegada del joven Santo de tez morena a la Academia Legaciana fue de lo más pacífica y tranquila posible, a decir verdad. Se había topado con algún qué otro rostro conocido, o simplemente se había mantenido observando desde las lejanías a los demás estudiantes qué cruzaban de aquí a allá, y de allá hacia acá.

El día de hoy, el apellidado Kotomine había decido por explorar los demás lugares pertenecientes a la Academia, tomando en cuenta qué el día de su llegada no se dio el gusto de hacerlo. La zona en cuestión para el día de hoy sería la zona de las canchas, específicamente, las exteriores.

Sí, las canchas. Zonas con el fin de la práctica del deporte tales cómo el baloncesto, el tenis, y un largo etcétera de actividades físicas por mencionar.

Los rayos del Sol acariciaban su bronceada piel con delicadeza. La cruz dorada qué estaba alrededor de su cuello se balanceaba de lado a lado por cada paso qué propinaba. Y cómo era de habitual, aún portaba consigo a su Miike Tenta Mitsuyo en mano zurda.

(“Este lugar no es lo qué esperaba, pero va más allá de mis expectativas. Interesante..”)

Pensó, aunque tales pensamientos desaparecieron fugazmente por cierta cuestión. ¿Era el o cierta zona de su cuerpo había bajado su temperatura? Sentía una fría y gélida brisa.

Afinó el oído, escuchando atentamente lo qué parecía ser el canto de un millar de pequeños cristales formándose. Cómo si de un comando automático se tratase, el joven volteó la vista hacia flanco derecho, topándose con quién parecía ser un joven, y, por deducción propia, intuyó qué era la causante de lo antes mencionado.

Y así fue, cuando bajo la vista y vio el camino de hielo qué iba formando conforme seguía.. ¿Patinando? Por desgracia del chico, el tiempo para reaccionar y apartarse del camino ajeno, está ya se encontraba suspendida en el aire y con dirección a su persona.

Llevo ambos antebrazos enfrente de su cuerpo en forma de X, absorbiendo el golpe y de paso removiendo los mismos. En busca de no perder por completo el equilibrio, incrusto la Saya (funda) de su espada en el suelo, cosa qué detuvo el empuje gracias al golpe a unos 15cms de distancia de la chica. Levantó un poco de polvo en el proceso, cabía agregar.

(“Vaya, qué buen inicio del día..”)

El joven se había reincorporado por completo, pero no sin antes haberse quitado el polvo y demás de encima. Emprendió caminata hacia la pelivioleta, dejando qué un gentil suspiro escapará de sus labios.

...

— “Deberías tener más cuidado.”

Comentó a conjunto de una risilla medianamente verecunda, extendiéndole mano diestra a la desconocida y en espera de qué se levantara.

(“Hay individuos muy peculiares en este lugar, a decir verdad..”)