Rendezvous au claire de lune. Rol pv con Rimuru.

¿Atrapada en una ilusión de mi mente o es que acaso era una realidad?


Tanto tiempo que se encontraba en aquel hermoso parque donde las hojas caen y las flores danzan mientras la gente pasa un buen momento con el resto, solo faltaba un toque mágico, sus hermosos cerezos bajo la luz de la luna lucia aún más hermoso, hacia un poco de frio sin embargo, la brisa del viento no le molestaba, mágicamente de su mano aparecía crearse una rama con flores de cerezo, la cual empezaba a crecer y brotaba las flores con una dulce fragancia que aliviaba su tristeza.


¿Qué? ¿acaso yo hice eso?!


Estaba asombrada le encantaba los pétalos de cerezo había sido testigo de las historias que contaba un anciano en la plaza, ha sido cómplice y aun gran oyente escuchando incontables historias con un gran final a pesar de las dificultades. El cerezo, es como suelen llamarle, el árbol que sitúa en medio del parque de las flores, el lugar donde nacen las historias de amor y amistades de bajo de aquellos árboles hermosos y la fresca brisa helada azotaba las ramas y acariciaba con suavidad su rostro de porcelana parecía una muñeca. Presenciando aquel hermoso momento era una bella noche la brisa se mantenía y las hojas caía por todo el lugar como gotas de lluvia, un color ligeramente carmesí iluminaba el lugar junto la luz de la luna rosa brillante como si el tiempo fuera a detenerse en cualquier momento. De pronto se oyó una melodía que el viento la trajo desde el otro extremo del parque  camino por el lugar siguiendo aquella melodía hasta llegar a un gran árbol de cerezo. Por su apariencia parecía algo antiguo, situado justo en el medio del parque de las flores.  


Debajo de su sombra, se encontraba alguien que muy bien conocía su figura ¿cuánto tiempo había transcurrido sufriendo por tu ausencia?, perdida en un mar de nostalgia sin saber si real lo que sus ojos veía. En una noche oscura su presencia volvía un hecho real y con los ojos cristalizados sus manos frías sostenían aquella rama de flores rosas.  Sus labios mudos y la tristeza de su mirada era testigo de su reencuentro con aquel demonio que ocupaba un lugar especial en su corazón. Su cuerpo reaccionaba involuntariamente no pudo evitar correr y cortando la poca distancia entre ambos, descubrió que sus brazos hacen magia en ella. Sus brazos son los únicos que le daba calor en esa noche fría y refugiándose en ellos rompía en llanto.  


Necesitaba calmar sus angustias entre tus brazos, en busca de consuelo y entre sus pequeños brazos sus pensamientos vuelan. Solo deseaba que le abrazara y que no la soltaras jamás, con miedo de perderlo, que su presencia no fuera real y desapareciera abrir sus ojos. Pero con solo sentir su calor y su aroma, sus dudas y tantas preguntas que tenía por hacerle queda olvidada en ese momento.

Rimuru Tempest
The Great Demon Lord
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Ubicación: Berlín, Alemania
Tiempo: Noche
Espacio: Montaña Zugspitze
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— ¡¡HAAAA!!

*sonidos de golpes metálicos*

En la cima de aquel inhóspito sitio, solo rodeado de nieve y rocas, una criatura blande su arma con dificultad. Su cabeza vestida del cielo, el sol grabado en su mirada. Su piel de suaves nubes mullidas, su rostro de ángel encarnado. Parece agotada, su respiración es agitada y quebradiza como ramas secas. Sus manos se aferran a una lanza, con que hace frente a su adversario. Se trata del Gran Rey Demonio, Rimuru Tempest, quien ahora se encuentra en gran desventaja. Parece incapaz de continuar su lucha, apenas tiene fuerzas para moverse. Sin embargo, no retrocede ni un paso. No está dispuesto a rendirse. Su oponente, un enorme dragón blanco, embiste y derriba Al demonio en un instante. No hay forma de que le haga daño con aquella lanza, pero no hay otra opción.

Rimuru no puede usar magia, se han acabado todos sus suministros. Hasta hace poco, había logrado repeler al monstruo con intensas llamaradas y acribillándole con afilados picos de hielo. Sin embargo, su poder se ha agotado y no tiene forma de reponer energías. "Maldita sea" musita levemente, buscando con la mirada un sitio al cual correr. Si no consigue energía mágica pronto, entrará en estado de hibernación. Si eso ocurre, sabe que no podrá moverse y entonces será su fin. "Tiene que haber una forma" pensaba "debo poder matarlo... Si tan solo pudiera comerlo..." Pero estaba demasiado agotado para ello. Sin la ayuda de Gran Sabio, no podía hacer mucho ¿Cómo había terminado en aquella situación?

— ...

Miró su mano. Los sellos de comando, tres en total, seguían intactos en su mano desde el día en que los consiguió. Eran la prueba irrefutable de que Rimuru Tempest era el maestro del espíritu heroico de clase Saber: Arturia Pendragon. Si pudiera llamarla ¿Ella podría ganar? Se lo preguntó seriamente, pero a la verdad que no quedaban muchas opciones. Su mirada taciturna se encendió nuevamente en coraje, y su postura se ciñó con valentía.

— ¡Por el poder de este sello de comando, yo, Rimuru Tempest, te ordeno-

Sin embargo, antes que pudiera terminar de hablar, el suelo se rasgó como si fuera tela, tragándose sin más al demonio y al dragón hacia el abismo.
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Ubicación: Yokohama, Japón
Tiempo: Atardecer
Espacio: Parque de Cerezos
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Frío.

Una sensación extraña. El frío es una sensación verdaderamente extraña. Es desalentadora. El frío, el frío se siente como la soledad. Sientes que falta algo, que careces de algo importante. De energía, de vida. Rimuru Tempest nunca antes había sentido frío. Su cuerpo es incapaz de demostrar esa característica. Sin embargo, justo ahora el limo temblaba de frío como un cachorro bajo la lluvia. Su pequeño cuerpo, no más grande que el de un infante, estaba completamente exhausto y casi sin vida. Sin embargo, una cálida sensación envolvió su ser repentinamente. Una sensación que fácilmente podría reconocer hasta en un millón de años. Abrió sus ojos débilmente, y lo primero que avistó fueron los de la contraria. Aquellos ojos verdes como la vida misma. Una mirada que nunca podría olvidar.

— Ar... turia...

Su mano helada conservaba aún los tres sellos a muestra de que efectivamente no había sido capaz de ejecutar su orden. No había sido capaz de llamar a su servant en medio del combate. Sin embargo, ahora estaba en sus brazos, rodeados por los hermosos pétalos de cerezo que hacían del ambiente algo tan hermoso, romántico y vehemente. ¿Habría sido todo un sueño? Aquel viaje ¿Era solo una pesadilla? No era capaz de recordar cómo terminó en el suelo de aquel sitio. Pero sentía que había pasado tanto tiempo lejos de la rubia que lo único que fue capaz de hacer fue aferrarse a ella con fuerza, como si nunca pensara volver a soltarla.

— Arturia...


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Orden de Turnos:
Rimuru Tempest
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—Rimuru-sama h-has vuelto—


Sabía que lo volvería a ver su corazón dulce e inocente de una niña jamás se había rendido, aun necesitan tiempo para conocerse mejor y para convertirse  en una grandiosa mujer, alguien digna de gobernar a su lado, capaz de protegerlo y desde que lo conocía su mundo se ha vuelto hermoso, es como si estuviera atrapada en un dulce sueño donde ahora se permitía amar.



—Yo no lo entiendo ¿Quién te hizo esto? —



Se separa un poco de su cuerpo empapado y frió apartó sus manos de su espalda, se inclinó hacia adelante, sus ojos se humedecieron aún más, por un momento su mismo cuerpo se estremeció al verlo de aquella manera que nunca antes lo había visto débil y sin fuerza alguna. Desconcertada y abruptamente preocupada una desagradable realidad su Mastah se encontraba débil ¿había estado enfrentando alguna criatura muy fuerte? Quería preguntarle qué había sucedido, pero no había tiempo que perder necesitaba llevarlo un lugar seguro y únicamente podía llevarlo Ossor un lugar el cual no deseaba volver.




Solo se quedaba en silencio, volviendo abrazarlo con fuerza derramando lagrimas calientes que terminaba desapareciendo de sus mejillas rosas, un inesperado sentimiento de dolor apareció nuevamente en su pecho, cuantas veces quise llorar y no lo hizo, cuantas veces quiso gritar y no lograba hacerlo, reprimiendo sus emociones, sus lágrimas fluían, quiso desahogar su alma, apretó los dientes para no gritar pero solo ocasionaba que más lágrimas rozaran sus mejilla pero no podía permitirse llorar ahora, limpia sus mejillas blancas, sentía inútil no había podido estar a su lado protegiéndolo. Sin perder más tiempo se permitía cargarlo en sus brazos, se apresuraba ir lo más rápido que podía no le tomaría mucho tiempo llegar a la academia Ossor y poner cómodamente sobre la cama el cuerpo ligero que cargaba en sus brazos cuidadosamente y durante el camino estuvo pendiente que estuviera cómodo, atenta a sus gestos apreciando detalladamente sus cabellos color cian que goteaba gotas de agua, aquel rostro fino pálido ahora parecía alguien inofensivo su Master.




—Hemos llegado—

Rimuru Tempest
The Great Demon Lord
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Ubicación: Yokohama, Japón
Tiempo: Atardecer
Espacio: Parque de Cerezos
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La criatura maldecida durante su vida y bendecida en su muerte se encontraba recostada en aquella suave cama con sábanas de seda. Típico de Ossor, otrora Asgard. Los objetos más caros a disposición de sus allegados, como una forma de comprarlos. En Legacy no era así. En la dichosa academia nipona no habian tantos lujos, tan solo lo suficiente para subsistir cómodamente mas lo que el propio alumno posea. Es natural, pues Legacy tiene que reportar gastos mientras que Ossor toma lo que quiere siempre que quiere. El mundo es prácticamente suyo, después de todo. "No hay autoridad alguna a la cual sea necesario dirigirse para cosas tan triviales como tomar lo que ya te pertenece" habían sido las palabras expresadas por el propio Rimuru alguna vez.

Rimuru siempre ha sido recordado por ser cínico y descarado, egocéntrico y narcisista, megalómano y satírico. Un ser que siempre mira a todos los demás como inferiores. No es raro entonces que sea en extremo descuidado en esos aspectos. Sintiéndose con derecho de todo y responsabilidad de nada, toma lo que quiere sin rendir cuentas a nadie. Una actitud que lo convertiría en una criatura con exceso de confianza que no necesita esforzarse por nada para obtener lo que desea. Como inevitable consecuencia de esa arrogancia, terminó poniendo su vida en riesgo de una forma que él mismo no hubiera imaginado, pues ¿Cómo podría una vil bestia ser rival para el Gran Señor Demonio? Pero los dragones son criaturas temibles, y si uno puede poner en aprietos a los más grandes guerreros, una colonia entera es un reto suicida.

Rimuru alzó la vista hacia la contraria. Esos cabellos de oro y esa tez blanquecina sin duda eran de la mujer con la que entrelazó su vida en contrato eterno. El rey de los caballeros estaba ahí, cuidando de él. ¡Quién lo diría! Finalmente Rimuru Tempest había realmente terminado por depender de la protección de su caballero. Algo que hasta entonces le parecía imposible, nunca lo hubiera creído si le hubieran dicho que necesitaría ayuda. Pero ahí estaba, y reposaba plácidamente en aquella habitación. El frío que sentía seguía siendo intenso, apenas podía moverse. Le costaba respirar el maná del ambiente. Y su pecho, donde debería estar su corazón, estaba tan frío que de solo tocarlo uno podría congelarse. Tanto es así que la ropa que llevaba puesta tenía escarcha en el pecho.

— Tadaima, Saber~ Lamento llegar tarde ¿Todavía hay de cenar?

Habló con una voz burlona, como de costumbre. Una sonrisa pícara se formó en sus labios. Rimuru era así, siempre lo había sido. Aún con el rostro pálido y cansado que reflejaba la gravedad de su condición, su personalidad alegre y bromista nunca desaparecía. Era su forma de demostrar fortaleza, de demostrar que no importaba lo mal que se viera, no se dejaría vencer fácilmente.
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Rimuru Tempest
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