Un golpeado, y una potencial amiga (Morgan y Jirou)

No soportó su risa sardónica. En centésimas de segundos, el brazo y el torso del contrario se cubrieron de hielo, uno tan rígido que hasta la misma piel de Todoroki sufrió cortes. Tomó la fotografía de ella y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta. — Eres un cabrón, — pegó media vuelta y se fue de allí.

Todo había pasado en el camino del jardín, uno de piedra caliza y rodeado por hierba corta al exterior de la academia. Dicho camino conectaba las salas de clases y sus facultades con la cafetería, que era en donde todos desayunaban y almorzaban. Eran más o menos las 2pm, y Shoto se había resentido por el comentario de uno de sus compañeros ¿o es que es alguien de Ossor infiltrado? Como sea, le tendría un ojo bien clavado a este tipo.

Se fue del lugar en dirección a las salas generales, pues esa misma tarde tenía que poner guirnaldas de Navidad y uno que otro arbolito. El mejor mes se acercaba, y ya el viento soplaba un poco helado. Ojalá llegaran nuevas y mejores vibras. Todos las merecían.

Todoroki se retira del tema.

Actuaba natural. Como de costumbre, el joven tenía la manía de comportarse arrogante y burlón ante los demás, por lo que en la mayoría de los casos este era repudiado por quienes le rodeaban, aceptando que debía permanecer sólo para no lastimarles con su actitud y su lengua filosa cual daga de plata, sin embargo ese día, topó con la mala suerte de no lograr contenerse y encaró a uno de sus compañero dentro de la academia.

Un joven de estatura por la media caminaba por el jardín pacíficamente, hasta que se topó con el arrogante albino. Este observó el rostro del contrario y no pudo aguantarse ni un segundo a comentar su interesante cicatriz, pues si, el joven de cabellos blancos y rojizos poseía una extraña marca de quemadura en su rostro, cosa que bastó para que Morgan quisiera curiosear de más, y acabara llamando fenómeno al contrario; para colmo, este no se lo guardó todo para el joven al que atacaba con sus burlas y risas, sino que descaradamente, exclamó que su familia debía ser realmente extraña si todos llevaban marcas así de horribles, ganándose deliberadamente un ataque que dejaría gélido el brazo y torso del vampiro brabucon, haciéndole perder el equilibrio de su cuerpo y dejándole recostado sobre el suelo como un atún en reposo.

—Ah...lo hice otra vez— Exclamó el albino mirando al cielo luego de que su compañero se retirara bastante enfadado por sus comentarios.

Aquella chica era una recién llegada en la Academia, por lo que no tenía mucha idea de qué hacer o por dónde ir, así que simplemente caminaba por el lugar conociendo un poco la zona, al menos para tener una idea de qué tan grande era y memorizar algunas direcciones. Sí, así que esa joven de cabello corto se encontraba paseando por lo que parecían ser los inicios de unos jardínes, hasta que al dar la vuelta, logra observar a un par de lo que podrían ser sus compañeros, por lo que se oculta de inmediato para no entrometerse ni dar la impresión de ser una mirona, a pesar de que ahora mismo eso parecía. Lo único que escuchó, fue la molestia de un chico bicolor, por lo que no queriendo escuchar nada más, suspiró e introdujo sus manos en sus bolsillos, dispuesta a retirarse de la escena.

—(No te incumbe, Jirō...Supongo que visitaré aquí después...)—

Sin embargo, al dar el primer paso devuelta por dónde vino, un peculiar sonido provino directamente de la "discusión" de antes, por lo que no pudo evitar dar media vuelta y volver para dar un vistazo y asegurarse de que no se encontraban peleando o algo parecido; bueno, la situación era similar, pero no del todo acertada. Sus ojos se abrieron ligeramente más al ver sólo a uno de los presentes en el suelo, pareciendo que había sido producto de alguna habilidad del otro.

Apretó ligeramente sus labios, pues ahora sí pensaba que estaba involucrada en todo, al menos de espectadora. Además, no podía dejar cómo si nada a un compañero tendido en el piso, le era imposible dejarlo y fingir demencia. Con ello decidido, sale de su pequeño escondite y camina hacia el chico, deteniéndose al estar frente a él y colocando sus manos sobre sus rodillas, bajando su torso de manera que viese de manera directa y seria a aquel sobre el jardín.

—Hey...¿Quieres algo de ayuda? No pareces estar muy bien...—

Comentó tranquilamente, mientras movía aquellos curiosos cables que sobresalían detrás de sus oídos esperando a que éste aceptase que le diera una mano, pues no pensaría que le disgustase la idea en su situación actual.

—Ayuda?, para nada señorita, meramente he deseado refrescarme un poco en este acalorado día y...mi "compañero" hace un momento me ayudaba a combatirlo con la frescura de su gélida habilidad~.

Vergüenza; ante todos, el albino se mostraba comúnmente como un muro inhabatible, un saco de emociones neutras incapaz de sentir algo por alguien, incluso por sí mismo, sin embargo, había una pequeña excepción bastante peculiar, mujeres.

No deseaba mostrarle a la joven que se encontraba profundamente avergonzada por el deplorable estado en el que ha sido visto, mucho menos siendo esta una dama, pues su propia ideología es la de no dar esa estúpida impresión real sobre quien era enrealidad, algo complejo. Sobre el suelo, sonreía mientras pequeñas gotas de sudor bajaban por su frente hacia los pómulos de sus mejillas, posteriormente cayendo al frívolo suelo de los jardines al desplazarse en picada por su mentón, aquello provocado por el esfuerzo físico e interno que canalizaba de forma sutil para levantarse y quebrar el efecto de la habilidad efectuada sobre su persona.

—Yo realmente estoy bastante bien, y cómodo, ¿sabes?.—Exclamó mientras intentaba liberarse sin usar ninguna de sus habilidades para pantallar su fuerza; justo ahora sus esfuerzos eran inútiles, y con cada esfuerzo alimentaba más su expresión de cansancio ante la amable joven frente a él.

—Si quisieras incluso, podría recostarte conmigo sobre el suelo~, no es tan incómodo como parece, ayuda a mantener la mente..."fría".—Sus patéticos intentos por desconcertar a la contraria del foco principal de la situación eran constantes, pues simplemente no deseaba que una mujer lograse ver ese lado tan miserable suyo, aunque debiera comportarse como un completo idiota aún sin serlo, o almenos, no del todo.

Apenas logró escuchar una respuesta de parte del chico, la azabache arqueó una ceja con extrañeza, no entendiendo el porqué de su comentario, o más bien, el tono en el que lo decía. ¿Era sarcasmo? No, ella conocía bien ese tipo de humor, pues algunas veces hacía uso de él. Si no era así, parecía que realmente no quería dar la impresión de alguien medio congelado y tirado sobre el suelo.

—Ya...Ya veo...—

Respondió, devolviendo su postura recta sin quitarle la vista de encima, más que nada debido a la atención que ponía que parecía sudar cómo si estuviese en el mismo infierno, además de llevar una expresión de cansancio que sólo aumentaba con cada momento. Entendiendo de a poco, suspiró profundamente y se colocó a un lado suyo, agachándose para ponerse sobre una rodilla, llevando los cables detrás de sus oídos hacía el hielo y tocando un par de veces el mismo material, queriendo probar que tan resistente podría ser. El contrario, no deteniéndose con aquellos raros comentarios, causó un ligero rubor en sus mejillas, que pronto escondió al aclarar su garganta mientras fruncía el seño y optó por contar sus opciones para liberarlo.

—Pues, lamento interrumpir tu "frío" descanso, pero quedarse bajo el sol y medio enterrado en hielo no es tan bueno cómo me lo cuentas, así que...Déjame levantarte un momento, veré qué tan congelado estás—

Comentó, con los mismos movimientos de aquellos conectores y sin previo aviso, en el mismo nivel del suelo, tomarle del brazo libre y levantarlo ligeramente, aunque con obvio trabajo debido al peso y su poca fuerza, pero logrando levantarlo un momento, para colocarse detrás de él y detenerlo de la espalda, observando aquel frío material.

—Wow...No imagino que tipo de discusión habrá sido para congelarte cómo cubito de hielo. Esto está demasiado rígido.—

Le explicó, mientras mantenía sus manos en su espalda y en el hielo, deteniendo su libre caída al suelo debido a la diferencia de peso en medio de su cuerpo. Aunque lo hubiese dicho con seriedad, ahora mismo su expresión parecía ligeramente sorprendida, notándose en sus ojos medio abiertos, en espera de "alguna lluvia de ideas" para saber cómo sacarlo de tan congelada situación; tal vez necesitaría algún martillo y cincel, pero quién sabría de dónde podía conseguir tales herramientas.

Inmediatamente notó que sus palabras tal vez provocaban un ligero peso sobre las expresiones de la contraria, siendo que la misma se recuperaba rápidamente de sus comentarios tomando nuevamente su postura inicial de forma magnífica. Intentó creer ciegamente que la misma estaba perdiendo el interés sobre su "gélida" situación, objetivo que se había planteado pues mostrar una faceta tan ridícula de sí mismo en tal presagio, era imperdonable, y mucho más, si se trataba de una dama quien le auxiliaba.

—No le des importancia, estaba dejando mi mente en blanco y me enfríe demasiado, es un efecto colateral de mi increíble habilidad...o eso diría, pero en vista de que una joven tan hermosa se encuentre tan atenta sobre un ser tan desfilachado como yo, no me queda más remedio aceptar que tal vez, solo, tal vez, un emisario externo tuvo algo que ver con este asunto.

Al fin decidió hablar con sinceridad. A pesar de tener la idea de que su estúpido plan funcionaba, la atención y la misma "preocupación" de la joven sobre él lo llevaron a comentarle lo sucedido, siendo este cautivado por la misma por...un detalle como ese.

Tomó una bocanada de aire y suspiró con decepción, sabía que su fachada ahora era inútil, y siendo ella alguien tan atenta, el mismo supuso que le daría igual o no lo que hiciese para salirse de tal apuro tan...absurdo.

—Si me permite mi hermosa flor de primavera, le pediré que no sorprenda por mi terquedad con el asunto, y tampoco con mi forma de terminarlo.—Mencionó el albino mientras relajaba ligeramente los músculos de su cuerpo. Agitó su cabeza despacio y posteriormente, colocando su mano libre sobre su gélida extremidad, musito para sí mismo.

—Primera ley de sangre, curso natural.~

Casi de inmediato, el hielo provocado por la furia de su compañero empezó a derretirse de forma continua y veloz sobre su extremidad atrapada y su dorso. Al cabo de unos cuantos segundos, su cuerpo, ahora un tanto empapado, se encontraba liberado de aquello.

—Ah, mucho mejor~

Instintivamente, este sacudió su cuerpo, cual can, para liberarse ligeramente de la humedad; lo que aquel albino no midió cuando se despegó de su humedad, fue que a su lado se encontraba la joven, misma que recibió gran parte de la misma de forma accidental por parte del joven conde.

Lleno de pena y enojo contra si mismo, tomó ambas manos de la contraria y agachó su cabeza pidiendo infinito perdón por su estupidez, pues le apenaba bastante haber ocasionado tal acto en contra de la misma.