La montaña de la Bruja Carabusse (Tyrande + libre)

Tyrande sintió como la energía del viento cambiaba en el lugar y fue en ese momento cuando un círculo se dibujó en el suelo de la caverna haciendo que ella se quedase un instante parada, su instinto le estaba avisando de que no era buena idea quedarse ahí, así que cuando le escuchó gritar ya, se lanzó a la carrera hacia una de las paredes cercanas para así empezar a escalar.

Poco tardó en alcanzar un saliente que le sirvió de asiento mientras apuntaba a la criatura con una de sus flechas, lanzó por si acaso una explosiva y observó como el ataque de Jellal acababa con el ser. Sonrió mientras dejaba que su cuerpo cayese al suelo de forma ágil, pero al mirar al joven pudo ver que no estaba bien, así que sin demora corrió hacia él.

-No te muevas.-le dijo mientras lo inspeccionaba, pero algo la alertó y era que la caverna empezaba a derrumbarse.-Tenemos problemas.-sin tardar lo levantó con tranquilidad y lo puso a su espalda, para de seguido empezar a correr de vuelta a la salida.-Saldremos de aquí como sea.-le soltó.

No tardó mucho en llegar a la salida, aun con el peso extra, Tyrande era ágil, muy ágil y aunque la entrada había sido larga la salida no tanto y enseguida sintió el frío de la nieve. Al llegar fuera tomó aliento y posó con cuidado a Jellal.

-Como te puedo ayudar.-le preguntó con voz suave.

El estruendo de la caverna derrumbándose era ensordecedor. Las piedras caían y se amontonaban, formando pilas de puntiagudos estorbos. Sin embargo, Tyrande, con su impresionante agilidad logró sortear estos obstáculos, y con Jellal a sus espaldas. El peliazul estaba realmente sorprendido, pues no solo era rápida, sino que también fuerte y resistente. Sin lugar a dudas, ella no era una novata en los campos de batalla; muy por el contrario, demostraba una expertiz envidiable.

Le preguntó cómo le podía ayudar, a lo que el peliazul le respondió — No es necesario —, sacó de su bolsillo una pequeña piedrita blanca, la quebró con el pulgar, e inmediatamente después unas llamas verdes envolvieron su cuerpo. El joven gritó de dolor. Sintió cómo sus huesos se ponían en su lugar, y sus heridas se cicatrizaban de forma violenta. Un largo suspiró salió de su boca, y en seguida se puso de pie como si nada. — Medicina. — pero esto era una mentira, y no le iba a decir qué era exactamente esa "piedrita" de color blanco.

— Lo importante es que el río se está descontaminando. Solo mira. — Mientras caía la nieve, ahora con menor intensidad, el flujo del agua se volvía de negro a transparente. El sol estaba  a punto de aparecer en el horizonte. Debían ser más o menos las cinco de la mañana. — ¿A esta hora te despiertas tú? Una vez te oí decir "buenos días" y todos estaban durmiendo, — contó como anécdota el peliazul mientras largaba una risa un poco burlesca, pero sana al fin y al cabo. Tocó el hombro de la contraria. — Buen trabajo. — pero tal vez era algo incómodo. El inicio de una amistad extraña tal vez, pero sí que había un respeto por parte de él a ella.

Tyrande observó lo que hacía el joven con la piedra y frunció el ceño ligeramente no sabía si creer que realmente fuese medicina o algún tipo de maga negra, pero aun así se mantuvo en silencio y observó cómo se recomponía. Con suavidad se levantó y giró el rostro hacia el río donde pudo comprobar que era cierto, la magia había desaparecido y con ella la contaminación, una ligera sonrisa salió de las comisuras de los labios.

-Siempre me despierto temprano.-le contestó tranquilamente mientras seguía observando hacia el río, cuando sintió la mano del chico sobre su hombro giró ligeramente la cabeza y lo miró a los ojos.-Si, lo mismo digo.-comentó.-¿Sabes que podríamos haber muerto ahí?, por suerte no estábamos solos.

Era una forma muy suya de darle las gracias, era cierto y lo estaba viendo, si realmente hubiese entrado ella sola en esa caverna todo habría salido mucho peor, al menos habían conseguido cumplir la misión y con ello salvar a los aldeanos y los animales. Sabía que era tarde y debían de descansar.

-Deberías descansar, ese último ataque te ha dejado muy expuesto.-Le dijo con voz tranquila.

Efectivamente esto hubiera pintado mucho peor si no fuera por el trabajo en equipo. Si Jellal hubiera entrado solo, no la iba a contar, pero gracias al cielo que supieron unir sus fuerzas y seguir adelante sorteando este obstáculo. Jellal tenía los pulmones como pasas, estaba muy agitado y transpirando. Sentía que sus músculos se le caían como si fueran cáscaras de plátano. — Pero estamos vivos, y logramos salir. — Es hora de descansar, de reponer energías para el mañana.

— Es hora de irnos a la Academia. — mencionó el peliazul en voz baja mientras caminaba cerro abajo. Ya no había tanto frío como antes, y el sol calentaba a todos los seres bajo él. Fue una noche tanto para olvidar como para recordar. ¿Tyrande amiga? Quizás... pero con todas las cosas que habían sucedido, poder llegar a eso era muy difícil. — ¿Crees que debamos venir otra vez acá para ver si sigue limpio? — preguntó mientras bajaba con ella.

Tyrande escuchó a Jellal y afirmó, realmente era tarde y llevaban toda la noche corriendo y luchando, por lo que sus cuerpos les pedían no, les exigían, descanso. La joven elfa estaba acostumbrada a la lucha durante días, pero cierto era que no negaba la evidencia y aceptaba un descanso sin problema. Se levantó, pues se había sentado, y sintió el calor que empezaba a proyectar el sol, era suave y poco intenso, pero ayudaría a la nieve a volverse agua y de esa manera dar sustento a aquellas plantas sumidas en el sueño de la hibernación.

-Si, es tarde o pronto, según lo miremos.-rió con tranquilidad.-Creo que somos responsables de que este lugar se mantenga seguro.-profirió clavando sus plateados ojos en los del joven.

Después de todo lo sucedido y de que le había salvado la vida, Tyrande ya no le tenía rencor y por ese motivo no encontraba ningún problema para poder luchar a su lado. Miró el bosque e inspiró hondo, el aire frío lleno sus pulmones haciendo que saliese por su nariz en forma de vaho como si fuese el aviso del fuego que un dragón proferiría.

-Vayamos pues.-sin más palabras comenzó la andanza de vuelta al castillo puesto que la aventura ya había acabado y los esperaban unas camas mullidas y una mesa llena de comida.-Avísame si necesitas ayuda de algún tipo.-le sonrió.