Muerte desde Arriba

Que le pelirroja me haya besado aun me deja sin palabras, fue sorprendente e inesperado, me encantó, fue hipnotizante, sentía una atracción inmensa por más, como si me atrajeran... aunque no quería darle muchos rodeos al asunto, es algo de lo que no podré olvidar fácilmente por ninguna circunstancia, tampoco quisiera eso.

Aun tenía deseos de besar los dulces labios de Rias, era una nueva sensación energetizante, y me hacia latir el corazón... quería más. Di unos pasos largos para estar a la par de la Pelirrojar, para acto seguido acercarla de mi y con mi brazo derecho ponerlo en cima de su hombro derecho y seguir caminando como pareja, quería que cualquiera que nos viera supiera que ella es mía, así para que no se le acercara ningún hombre con alguna intención. además que el cabello de Rias me pareció más atractivo de lo normal por lo que decidí olerlo un poco, -- Rias, donde quieres pasar la noche? -- me emocionaba que dijera que sí, no sabía si pasaríamos la noche en su casa o en la mía, aunque comparada... vivir en donde trabajo no es problema para mi, pero quería que ella se sintiera cómoda, por eso le dejaré elegir.

De noche aun podría hacer muchas cosas, muchos tipos de juegos y actividades, no soy de los que se cansan rápidamente, menos con la noche aun joven, algo de diversión con Rias sería entretenido, pasar un rato haciendo algo o cualquier cosa, claro, lo tendríamos que dejar para otra ocasión, paro aun así sería... hermoso.

Por un momento, los sentimientos de la pelirroja se habían calmado, algo en ella pedía a gritos estar con él, quizás porque ambos tuvieron sentimientos correspondidos, para así, la pelirroja solo estaba llena de pensamientos vagos mientras su respiración cada vez se hacía más y más normal, dejando de lado la agitación que había tenido momentos antes, el frío, ese helado viento de la noche hacía que las tibias mejillas de la chica se helaran un poco, por el helado viento aunque eso no molestaba, prefería el frío que el calor mil veces más.

— ¿Hum? — La había sorprendido al parecer el llegó a alcanzar los pasos de la pelirroja con tanta facilidad, se lo permitió ella, así solo camino ya más tranquila como una pareja. Hasta que de pronto sintió el acercamiento de él, la mano de él había pasado por encima de su hombro al punto de anular la separación de ambos cuerpos, era cálido, estar tan cerca de él, del mismo modo una mano de Rías paso por detrás de él para también sujetarlo.

— ¿Te parece ir a mi casa? Está mas cerca para que lleguemos más cómodo. — Decía relajante, mientras sintió la mano de él haber tomado un mechón de su cabello, quizás él sentía atracción a los colores carmesí, era vergonzoso, siempre él tenía la mirada en la pelirroja, era adorable, al mismo tiempo, saber que ella era en ese entonces su todo. La chica comenzó a guiar por las esquinas, calles, avenidas al chico, hasta llegar a una de las residenciales. Dante, sólo una vez estuvo aquí, desde que se había desmayado. — Aquí es.— Sacó una llave de su bolsillo del short de lona, y así abrir la puerta encendiendo las luces del interior.

-- Vale, por supuesto -- volver a la casa de Rias me alegraba, quería estar tiempo aquí, por ahora no he visto que nadie viva con Rias, lo cual darle un poco de compañía me haría sentir mejor, quiero ocuparme de que esté segura a todo momento, y que se sienta bien... estando conmigo. Caminar junto a Rias me hacía despreocuparme, más cuando llegamos a su casa, sentí que estaba segura, y que nada peligroso podría pasarle; quizás de ser un Cazador pasé a ser un Protector, pero tengo mis razones, de igual manera no puedo dejar al mundo sin algo que lo salvará.

-- Aquí se siente mejor, afuera hace mucho frío últimamente -- Me quité la gabardina y el chaleco, quedándome solo en una camisa manga larga y con el resto de ropa, ahora solo quería que fuese el día siguiente para estar con la pelirroja en la playa, pero ya que estamos aquí, quisiera aprovechar... la ocasión junto a ella lo que queda de noche.

Si aveces suele notarse mis intenciones carnales, me gusta intentar no parecerlo, quizás me preocupa un poco lo que dijera Rias sobre mis actitudes, o si son muy reveladoras; no quisiera que se hiciera malas ideas sobre mis intenciones, mucho menos espantarla por malinterpretar lo que viera de mi... correría detrás de ella para explicarle la situación en tal caso, pero preferiría evitar eso por los momentos, ahora estar a su lado es lo que me importa.

Al entrar, ella pasó primero, dejando la puerta parcialmente abierta de su marco, para que su acompañante decidiera pasar tras de ella, hasta que dejó sus llaves sobre la mesa, adentro de la mansión de la pelirroja estaba más cálido, quizás por que esa chimenea estaba con fuego, ese cálido fuego para esta temporada de frío. — Dejame ayudarte Dante. — Menciono con una sonrisa, así tomo la gabardina de él y la dejo en el lugar de los chalecos, donde estaban junto a la puerta, para pasar ella solo cerro la puerta, y del mismo modo se quitó la bufanda y su chaleco marrón.

— Sí es cierto, ha estado mas helado el exterior, pero eso no es molesto, a un punto hasta lo prefiero.— Decía tranquila, para ella el frío era lo mejor, la nieve, las frías brisas en las madrugadas. Al quitarse el abrigo, quedando en una camiseta ajustada blanca y short de lona negro, y con sus manos se acomodo su cabello largo y rojizo. — ¿Gustas qué veamos una película? O quieres hacer alguna otra actividad?— decía curiosa, y comenzó a caminar más al centro de la sala seguida por él.

— ¡Recordé! Por si te interesa, hay unos videojuegos por la televisión, si gustas podemos jugar de eso... — Era chico él, debía de gustarle todo eso por lo que ella sabía, hace meses atrás su hermano había venido de visita, aunque fuera un poco mayor que ella, él jugaba como si de adolescente se tratase, así dejó muchos juegos, casetes, discos, diversos objetos en la casa. Mientras ella dejo a él en la sala ella camino hasta la cocina, sacando un taxón, vasos, sirvió un poco de soda, palomitas y muchas otras golosinas.