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Error en los lirios [Uraraka, privado]
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Error en los lirios [Uraraka, privado]
No debió pasar. Pero qué tenía en la cabeza. Ni siquiera le gustaba ni nada en absoluto. Esto no podía saberse, esto debía sepultarse en lo más profundo del olvido. La rubia estaba en uno de los pasillos, con un par de guantes de box, el pelo tomado y una camisa sin mangas azul oscuro. Eso acompañado de un pantalón corto blanco. Le había dicho a Ochako Uraraka que viniese a conversar con ella después de la cinco de la tarde. Hace una semana pasó, y no quiso verla, ni tampoco atendió sus mensajes de redes sociales. Esto era tan absurdamente incómodo.
Después de la celebración de Año Nuevo, solo conversaba con ella en el jardín. Todos bebían champaña, y Charlotte quería olvidarse porque fue un año realmente trágico para ella. El chico del cual se había enamorado se había transformado en un monstruo, y ahora estaba en las filas del Merak. El trago le pasó factura, y los recuerdos se volvieron borrosos. Solo despertó en la habitación de Ochako y con una polera de ella de un gato-chibi.
Escuchó unos pasos acercarse, y Charlotte, con incomodidad aterrizó su mirada al suelo, y se rascó un poco el cuello.- Hola, Ochako ¿Has estado bien? - preguntó de forma tímida. Se sentía culpable por lo que había hecho. Solo eran amigas y no había por qué confundirse por una maldita sustancia.
Tenía su polera entre sus brazos y ahora se la iba a devolver. Se la entregó sin mirarla a la cara, y se masajeó las sienes. No quería alargar esto. - Te pido perdón. Yo... a mí. Solo somos amigas. Eso fue vergonzoso. No quiero que pase nunca más en la vida. - Las palabras duras de la rubia se contrastaban con su suave voz. Sus ojos púrpuras estaban llorosos. Ella quería a un hombre. Quería a un príncipe azul. Su cuerpo y su alma se lo pedían. No a otra chica.
Después de la celebración de Año Nuevo, solo conversaba con ella en el jardín. Todos bebían champaña, y Charlotte quería olvidarse porque fue un año realmente trágico para ella. El chico del cual se había enamorado se había transformado en un monstruo, y ahora estaba en las filas del Merak. El trago le pasó factura, y los recuerdos se volvieron borrosos. Solo despertó en la habitación de Ochako y con una polera de ella de un gato-chibi.
Escuchó unos pasos acercarse, y Charlotte, con incomodidad aterrizó su mirada al suelo, y se rascó un poco el cuello.- Hola, Ochako ¿Has estado bien? - preguntó de forma tímida. Se sentía culpable por lo que había hecho. Solo eran amigas y no había por qué confundirse por una maldita sustancia.
Tenía su polera entre sus brazos y ahora se la iba a devolver. Se la entregó sin mirarla a la cara, y se masajeó las sienes. No quería alargar esto. - Te pido perdón. Yo... a mí. Solo somos amigas. Eso fue vergonzoso. No quiero que pase nunca más en la vida. - Las palabras duras de la rubia se contrastaban con su suave voz. Sus ojos púrpuras estaban llorosos. Ella quería a un hombre. Quería a un príncipe azul. Su cuerpo y su alma se lo pedían. No a otra chica.
Charlotte Dunois
Re: Error en los lirios [Uraraka, privado]
Había algo en su estómago. Una pesadez o un nudo. En realidad, intentar explicarlo sería difícil; aún así no podía evitar pensar que era una sensación molesta, incómoda, inquietante. Y no hizo más que intensificarse cuando recibió un mensaje pidiendo que acudiera aquel lugar.
Sus pensamientos no eran positivos. Mil preguntas iban y venían en su mente. Había pasado un tiempo desde que la había visto por última vez, en la mañana del primer día de enero. No esperaba mucho. Esa pregunta no la había abandonado: "¿Ya nada volverá a ser como antes?". Era casi una tortura.
Se deslizó en la pared del frente, sin ser lo suficientemente valiente como para mirarle. Sus ojos chocolate se fijaban en sus manos vacías y posteriormente, en la polera que había le sido devuelta. Uraraka escuchaba en silencio lo que tenía.para decirle, sintiendo como un agujero pequeño iba adueñándose de su estómago... ¿o de su pecho?
Era evidente que no era una situación en la que ellas esperaban estar alguna vez. Charlotte lo había dicho: sólo podían ser amigas. Y aunque Uraraka lo había sospechado desde un principio, la ilusión del momento fue más fuerte y pudo con ella. Ahora pagaba las consecuencias.
Sacudió lentamente su cabeza a modo de negación. —Charlotte-san... La que tiene que disculparse soy yo. Es... Es mi culpa. —Aunque lo intentara con fuerza, ¿por qué su voz sonaba temblorosa y sus mejillas comenzaban a humedecerse...? Se secó muy torpemente la cara con el reverso de su mano. —Eso jamás volverá a pasar, pero... pero...
Ahora sus lágrimas brotaban de a miles. Eran como grandes gotas de lluvia. Para entonces, se atrevió a dirigir sus ojos hacia la rubia, aunque con la mirada borrosa.
—Pero... ¿Podemos... seguir siendo... amigas?
En ese momento, era lo que más deseaba en el mundo. Quería que todo volviera a ser como antes.
Sus pensamientos no eran positivos. Mil preguntas iban y venían en su mente. Había pasado un tiempo desde que la había visto por última vez, en la mañana del primer día de enero. No esperaba mucho. Esa pregunta no la había abandonado: "¿Ya nada volverá a ser como antes?". Era casi una tortura.
Se deslizó en la pared del frente, sin ser lo suficientemente valiente como para mirarle. Sus ojos chocolate se fijaban en sus manos vacías y posteriormente, en la polera que había le sido devuelta. Uraraka escuchaba en silencio lo que tenía.para decirle, sintiendo como un agujero pequeño iba adueñándose de su estómago... ¿o de su pecho?
Era evidente que no era una situación en la que ellas esperaban estar alguna vez. Charlotte lo había dicho: sólo podían ser amigas. Y aunque Uraraka lo había sospechado desde un principio, la ilusión del momento fue más fuerte y pudo con ella. Ahora pagaba las consecuencias.
Sacudió lentamente su cabeza a modo de negación. —Charlotte-san... La que tiene que disculparse soy yo. Es... Es mi culpa. —Aunque lo intentara con fuerza, ¿por qué su voz sonaba temblorosa y sus mejillas comenzaban a humedecerse...? Se secó muy torpemente la cara con el reverso de su mano. —Eso jamás volverá a pasar, pero... pero...
Ahora sus lágrimas brotaban de a miles. Eran como grandes gotas de lluvia. Para entonces, se atrevió a dirigir sus ojos hacia la rubia, aunque con la mirada borrosa.
—Pero... ¿Podemos... seguir siendo... amigas?
En ese momento, era lo que más deseaba en el mundo. Quería que todo volviera a ser como antes.
Mirai Male
Re: Error en los lirios [Uraraka, privado]
No lo entendía. Sencillamente no lo entendía. El cuadro que se pintaba frente a ella, de Charlotte con su rostro húmedo y la voz débil, todo ello contrastaba con las duras palabras que salían de su boca. Palabras que se clavaban en el pecho de Uraraka como si fueran una estaca.
¿En serio había pensado que podría ser tan fácil…? La rubia tenía razón. Era imposible. Simplemente jamás ocurriría: todo se acababa ahí. En un pasillo de la academia, entre lágrimas, palabras duras y súplicas.
Entonces, llegó la duda: ¿Charlotte en verdad la había querido como una verdadera amiga? ¿Su amistad en serio había sido tan débil? No, ahora lo entendía… Ella probablemente nunca había sido cercana al corazón de la francesa. Era absurdo, una ridiculez, pensar lo contrario en aquel momento. Sin embargo, pensamientos egoístas inundaban en el corazón de la castaña, como demonios susurrando en su oído: ¡No lo permitas! ¡No dejes que Charlotte se aleje de ti! ¡No escuches sus gritos que te resquebrajan el corazón!
Un sollozo se le escapó de los labios, agudo. Se sacó las manos de la cara. Cuando se dio cuenta, su espalda tocaba el techo: era extraño, aunque flotara, su estómago no se sentía revuelto. Uraraka con su brazo barrió las lágrimas de su rostro. Desde allí lograba ver bien a Charlotte, y al suéter de gato en el suelo. Esas voces egoístas… lo mejor fue ignorarlas. Y resignarse.
—…Lo entiendo… Quizá… ¡quizá no deberíamos habernos hablado! Pero es demasiado tarde para arrepentirse. Y lo… Lo siento, Dunois-san —tomó una profunda respiración cuando llevó sus dedos unos con los otros. No fue una buena idea, pero sí fue la única opción que encontró ante sí.
Cuando aterrizó en el suelo, su pie se dobló, haciéndole caer de rodillas; entonces, un quejido de dolor se oyó. Aun así logró ponerse de pie, y corrió hacia las escaleras, bajándolas sin mirar hacia atrás. La adrenalina fue lo único que la mantuvo en marcha.
Y de nuevo llorando, ese pensamiento gris invadió su mente:
¿En serio había pensado que podría ser tan fácil…? La rubia tenía razón. Era imposible. Simplemente jamás ocurriría: todo se acababa ahí. En un pasillo de la academia, entre lágrimas, palabras duras y súplicas.
Entonces, llegó la duda: ¿Charlotte en verdad la había querido como una verdadera amiga? ¿Su amistad en serio había sido tan débil? No, ahora lo entendía… Ella probablemente nunca había sido cercana al corazón de la francesa. Era absurdo, una ridiculez, pensar lo contrario en aquel momento. Sin embargo, pensamientos egoístas inundaban en el corazón de la castaña, como demonios susurrando en su oído: ¡No lo permitas! ¡No dejes que Charlotte se aleje de ti! ¡No escuches sus gritos que te resquebrajan el corazón!
Un sollozo se le escapó de los labios, agudo. Se sacó las manos de la cara. Cuando se dio cuenta, su espalda tocaba el techo: era extraño, aunque flotara, su estómago no se sentía revuelto. Uraraka con su brazo barrió las lágrimas de su rostro. Desde allí lograba ver bien a Charlotte, y al suéter de gato en el suelo. Esas voces egoístas… lo mejor fue ignorarlas. Y resignarse.
—…Lo entiendo… Quizá… ¡quizá no deberíamos habernos hablado! Pero es demasiado tarde para arrepentirse. Y lo… Lo siento, Dunois-san —tomó una profunda respiración cuando llevó sus dedos unos con los otros. No fue una buena idea, pero sí fue la única opción que encontró ante sí.
Cuando aterrizó en el suelo, su pie se dobló, haciéndole caer de rodillas; entonces, un quejido de dolor se oyó. Aun así logró ponerse de pie, y corrió hacia las escaleras, bajándolas sin mirar hacia atrás. La adrenalina fue lo único que la mantuvo en marcha.
Y de nuevo llorando, ese pensamiento gris invadió su mente:
“Los héroes no huyen, Uraraka”.
Mirai Male
Re: Error en los lirios [Uraraka, privado]
Sus lágrimas se estaban cortando, y asímismo sus ganas de vivir esta vida tan maravillosa. Era como si esa película que prometía ser de aventura se volviera de sepia y tan oscura como la peor de las noches. Aunque tenía la vista pegada al suelo, solo podía mirar periféricamente cómo la castaña había llegado hasta el techo. Escuchaba muy bien lo que ella tenía que decirle, y calaba bastante hondo en su corazón. Claro que sí. Tomasba cada palabra que Ochako decía y la analizaba, ignorando de esa forma el ardor que sentía en sus ojos.
Se golpeó la rodilla y eso fue lo único que la hizo levantar sus orbes púrpuras. La ayudaría, pero esta situación era tan surreal que ya no sabía ni cómo reaccionar. Y hablando de instintos, Ochako se fue corriendo de ese lugar. ¿Por qué culparla? Esta situación era un verdadero infierno en la Tierra.
Charlotte se puso de pie y la siguió caminando aun con sus párpados y ojeras rojas y demacradas. Sí, un último adiós y nada más, y el compromiso de una compañera. Encontró a la muchacha de cabellos cafés y le puso la bufanda que ella misma le había regalado esa noche. No, no debió pasar, pero con esto sellaba todo.
- No es que no quiera hablarte, Uraraka. Es que simplemente no quiero que me consideres amiga... - pese a enrollarle la bufanda por el cuello jamás dirigió sus ojos hacia ella. Tenía mucha vergüenza. Porque esto... esto no es normal. ¿Qué diría la gente? No quería ser tildada de diferente. Era mejor esconderlo todo. Sepultarlo y olvidarlo, y pretender otras cosas. ¿No? Sufrir en silencio por dentro, y mientras todos son felices, dar una sonrisa.
Se dio la vuelta y se fue a su habitación. Se lanzó a su cama y lloró lentamente, y con cada lágrima que fluía iba sintiendo menos. Ya estaba cansada de tanto sollozar. Esto no podía ser.
Se golpeó la rodilla y eso fue lo único que la hizo levantar sus orbes púrpuras. La ayudaría, pero esta situación era tan surreal que ya no sabía ni cómo reaccionar. Y hablando de instintos, Ochako se fue corriendo de ese lugar. ¿Por qué culparla? Esta situación era un verdadero infierno en la Tierra.
Charlotte se puso de pie y la siguió caminando aun con sus párpados y ojeras rojas y demacradas. Sí, un último adiós y nada más, y el compromiso de una compañera. Encontró a la muchacha de cabellos cafés y le puso la bufanda que ella misma le había regalado esa noche. No, no debió pasar, pero con esto sellaba todo.
- No es que no quiera hablarte, Uraraka. Es que simplemente no quiero que me consideres amiga... - pese a enrollarle la bufanda por el cuello jamás dirigió sus ojos hacia ella. Tenía mucha vergüenza. Porque esto... esto no es normal. ¿Qué diría la gente? No quería ser tildada de diferente. Era mejor esconderlo todo. Sepultarlo y olvidarlo, y pretender otras cosas. ¿No? Sufrir en silencio por dentro, y mientras todos son felices, dar una sonrisa.
Se dio la vuelta y se fue a su habitación. Se lanzó a su cama y lloró lentamente, y con cada lágrima que fluía iba sintiendo menos. Ya estaba cansada de tanto sollozar. Esto no podía ser.
Charlotte Dunois
Re: Error en los lirios [Uraraka, privado]
Cuando ella se fue, no pudo hacer más que hundir su nariz en aquel abrigo y aspirar el perfume dulce. Sus ojos se habían irritado de tantas lágrimas. Se los frotó y un suspiro tembloroso salió de sus labios. Había algo en su mente, algo que no podía explicarlo. Eran punzadas de culpa, tal vez; algo que no podía ser impedido. Uraraka se sentía torpe y egoísta.
Pero sobre todo, había una pregunta:
Esa expresión tan triste en la cara de Charlotte... ¿sería capaz de volver a verla a la cara después de eso? Saber que ella era la causante le hundía el pecho -y al pensarlo, llevó una mano a la altura de su corazón-, sintiendo cómo este latía a un lento ritmo, un ritmo triste.
Una cosa era segura: algo había cambiado en Uraraka, y ella esperaba que fuera para bien; no sería capaz de soportar la culpa si volvía a lastimar a alguien -a un ser querido- de esa forma… después de todo, lo que más anhelaba era ayudarles y hacerles felices.
El dolor en su rodilla no se comparaba al dolor en su pecho. Deseaba un cálido abrazo de sus padres, y una dulce voz que le dijera que todo iba a estar bien.
Antes de darse cuenta, las lágrimas hacían acto de presencia una vez más, como el llanto agudo de una niña pequeña que necesita contención. Ojalá nadie la viera en ese estado tan deplorable, pensó, porque aunque eso pasara… no podría parar su desconsuelo.
Pero sobre todo, había una pregunta:
Esa expresión tan triste en la cara de Charlotte... ¿sería capaz de volver a verla a la cara después de eso? Saber que ella era la causante le hundía el pecho -y al pensarlo, llevó una mano a la altura de su corazón-, sintiendo cómo este latía a un lento ritmo, un ritmo triste.
Una cosa era segura: algo había cambiado en Uraraka, y ella esperaba que fuera para bien; no sería capaz de soportar la culpa si volvía a lastimar a alguien -a un ser querido- de esa forma… después de todo, lo que más anhelaba era ayudarles y hacerles felices.
El dolor en su rodilla no se comparaba al dolor en su pecho. Deseaba un cálido abrazo de sus padres, y una dulce voz que le dijera que todo iba a estar bien.
Antes de darse cuenta, las lágrimas hacían acto de presencia una vez más, como el llanto agudo de una niña pequeña que necesita contención. Ojalá nadie la viera en ese estado tan deplorable, pensó, porque aunque eso pasara… no podría parar su desconsuelo.
Mirai Male
Re: Error en los lirios [Uraraka, privado]
Despertó con los ojos de bermellón intenso. Le dolían, como si hubieran roto un reloj de arena sobre sus orbes. Pesaba su cuerpo, hasta sus cabellos se le hacían como cuerdas de mástil. Veía la noche con las estrellas y eso era lo único que la sacaba de la realidad. Esa realidad tan cruenta de la que todos quisiéramos escapar, pues hay dolores que no se pueden sacar: la imagen de Uraraka y sus lágrimas martillando su cabeza una y otra vez.
Se volteó abrazando la almohada contra su pecho y pensó en alguien más: un chico, sí. Era su príncipe. Ella quería un príncipe azul que la viniera a rescatar de todas estas malditas tinieblas. Así, y pensando en esa persona, Charlotte dejó que las lágrimas limpiaran su alma, y poco a poco, el dolor de perder a Ochako se fue reemplazando por la dicha de haber conocido a ese alguien especial.
Porque todos soñamos con alguien así ¿No? Que nos ame tal cual como somos... pero...
No se aceptaba Charlotte. Había muchas cosas de ella misma que le eran inaceptables.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba un tazón con cereales y un sandwich de queso, con su corbata mal arreglada. Por delante ve pasar a la castaña, y ella agacha la mirada, pero la mira de reojo. Estaba preocupada por ella. Esta herida iba a tardar en curarse. Ahora era el momento de que cada una siguiera con su camino.
Se volteó abrazando la almohada contra su pecho y pensó en alguien más: un chico, sí. Era su príncipe. Ella quería un príncipe azul que la viniera a rescatar de todas estas malditas tinieblas. Así, y pensando en esa persona, Charlotte dejó que las lágrimas limpiaran su alma, y poco a poco, el dolor de perder a Ochako se fue reemplazando por la dicha de haber conocido a ese alguien especial.
Porque todos soñamos con alguien así ¿No? Que nos ame tal cual como somos... pero...
No se aceptaba Charlotte. Había muchas cosas de ella misma que le eran inaceptables.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba un tazón con cereales y un sandwich de queso, con su corbata mal arreglada. Por delante ve pasar a la castaña, y ella agacha la mirada, pero la mira de reojo. Estaba preocupada por ella. Esta herida iba a tardar en curarse. Ahora era el momento de que cada una siguiera con su camino.
Charlotte se retira. <3
Charlotte Dunois
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