La revancha contra una falsa amiga (Esdeath)

Esdeath y Jellal. Una historia de una amistad sólida e incuestionable. Al menos eso era lo que le parecía al peliazul. Siempre se atendían sus problemas, se ayudaban mutuamente y no había fin para la cantidad de temas que conversaban en cada misión que hacían. No obstante, los verdaderos colores de la contraria poco a poco se dejaban ver entre afables gestos. En esa noche, habían sido enviados a una misión de recuperar un artefacto. Finalmente, la peliceleste pudo sacar el objeto, y los dos huyeron de los peligros.

Pero de pronto, se escuchó una explosión...

Ambos salieron del castillo, y empezaron a correr por un puente delgado de tres kilómetros. Era de noche, y una gran luna llena se alzaba en el firmamento. Mientras que abajo solo había oscuridad y picos filosos. Sin embargo, otras explosiones en cadena se produjeron, y el castillo entero terminó reventando cual petardo, lanzando piedras grandes y todo tipo de escombros.  y los arrojó a los dos al puente. La onda expansiva terminó por capturar a ambos y los arrojo con pedazos de roca y otros elementos.

— ¡Gah! — exclamó el joven. Jellal queda colgando de la mano en el puente, tenía sus otros músculos aturdidos. El simple agarre era lo único que evitaba una horrenda caída a una muerte segura, pues sí caía, quedaría desgarrado y fracturado. — Esdeath, ayúdame — pidió en una voz trémula. El alma se le salía del pecho. Su corazón latía a mil por hora. Estaba perdiendo cada vez más el agarre. Más... y cada vez más... y no. La ayuda se le negó.

Lo último que vio fue la siniestra sonrisa de Esdeath mientras caía a solo Dios sabe qué calamidad.

Esta noche.

Una luna amarillenta era reina del cielo, mas las nubes de los alrededores la iban ocluyendo lentamente. Una sensación ominosa recorrió la espalda de Jellal. Sí, eran esas mismas energías. ¿Esdeath estaba cerca? ¿Y qué hacía ahí esa traidora?  Por supuesto, esas mismas energías rondaban por los callejones de las periferias de Yokohama. El joven Fernandes no pudo evitar hacer una mueca de disgusto. Ya era hora de que Esdeath pagara lo que había hecho hace mucho tiempo.

Saltaba por entre los edificios con una agilidad sobre humana, y entonces, dando un impulso a una pierna salta y aterriza frente a ella. Jellal se le aparece y en su puño forma una esfera de poder. Su evidente faz de enojo, ya decía toda la ira que el mago se estaba guardando a presión en su pecho. — Esdeath. No voy a permitir que sigas engañando y manipulando a la gente, — salieron más chispas de su mano. Era momento cobrar una factura que jamás se ha olvidado.