De como aprender a amar

“Ahora, pues, permanezcan estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor”  -1 Corintios 13:13

Si aquel día hubiese sido más soleado, las personas probablemente hubieran explotado para pasar a convertirse en palomitas de maíz. Sin embargo, el cielo resplandeciente no parecía molestar en lo absoluto a ninguno de los personajes de este escenario. Las personas hacían sus compras con normalidad, los autos circulaban en completa armonía, y el dulce aroma a tarta de manzana circulaba por toda la calle.

Definitivamente era un milagro del cielo. No habría otra forma de explicar que en un día con un sol tan ardiente circulase al mismo tiempo un viento tan fresco y tan agradable. Era una combinación simplemente perfecta, y a decir verdad resultaba de lo más conveniente para el propósito del protagonista en turno.

El viento acariciaba con tierno afecto los suaves y esponjosos cabellos castaños del serafín. Un metro con setenta y cinco centímetros, de complexión delgada y piel tan clara que era casi transparente. Su mirada almendrada y el leve rubor en su rostro reflejaban un entusiasmo que aún en aquel alegre chico era poco común cuanto menos. Aún su vestimenta era poco común para aquel que siempre disfrutaba de la ropa informal y al que en muy raras ocasiones se le había visto con otra cosa que no fuera su habitual chaqueta de cuero roja y jeans salidos de una rebaja de verano.

En este momento, en cambio, usaba un uniforme que pareciera salido de alguna orden de caballeros. Aquellos tonos blancos realmente resaltaban su angelical personalidad. Y si bien era una vestimenta que guardaba desde hace más de dos milenios, estaba tan bien conservada que bien podría ser confundida por nueva. A su cintura, una vaina carente de espada cual portar, quizá a modo de adorno únicamente. Y bajo aquel saco con capa, una camisa negra de manga larga.

Aquel chico, con su característico aroma a pan recién horneado, esperaba de forma entusiasta en medio de una plaza en una zona comercial. Como quien intenta mirar por encima de una multitud, asomaba la vista lo más alto que podía entre las personas que transitaban por la calle, buscando a una joven pelirrosa por todos lados.

- ¿Crees que llegue pronto? -

El ángel dirigió la palabra por primera vez en horas a su feérica compañera, sin dirigirle la vista en ningún momento con tal de seguir buscando. Realmente comenzaba a ponerse un tanto cuanto nervioso. Cosa que no era rara en él, pues la puntualidad era algo a lo que estaba seriamente arraigado.

- Calma, ya vendrá. Ella no sería capaz de plantarte. A menos que fueras una flor. En ese caso ya estarías en una maceta, eso es seguro jeje -

La pequeña Lee, por el contrario, respondía con una tranquilidad nata y con una amabilidad dulce al oído del que la escuchara. Pocas veces uno podría escuchar a aquella pequeña hada tan amable como  ahora, y sobre todo sin hacer bromas de ningún tipo. Por supuesto, esto se debía a que era una ocasión muy importante para el castaño: su primera cita en cuatro mil años.

Había planificado durante varios días, junto con el apoyo de la pequeña cerulea, la ruta y actividades que habría de realizar al lado de Ayana Shade, a quien finalmente había el chico tenido el valor de invitar a salir. Debieron verlo, fue toda una ternura verlo intentar invitar a la pelirrosa. Tartamudeaba como si hubiera visto un fantasma, y solamente una manzana podría ser tan roja como él en ese momento.

« ¡¡E-esos datos no eran necesarios!! »

Oh, claro que sí. Todavía recuerdo tu "T-te gustaría... E-tto... T-tú sabes... ¿¡Te gustaría salir conmigo!? >////<" jajajajajaja. No podías lucir más sumiso. La próxima vez me aseguraré de ponerte orejas y cola de gato también ~

« Eres de lo peor... »

Por supuesto que si, chico. Soy un escritor y tú mi juguete. Pero no te odio. Al contrario, tus logros son los míos, así que disfruto tus alegrías. Así que, continuando con la historia... Aquel joven ángel llevaba ya en su bolsillo la pequeña libreta en la que había planificado todo el viaje. Faltaba solamente que aquella sacerdotisa apareciera para comenzar el paseo. Solo espero que llegue antes de que el siervo de Dios caiga en depresión.

- ¿Crees que ella...? -

- Tres minutos, Kuri. Solamente lleva tres minutos de retraso. Te calmas o te calmo -

- O-okay... -

De una forma sorpresiva y curiosa, aquella pelirrosada había sido invitada por el castaño a una cita romántica, había olvidado la sensación de asombro al obtener la clarividencia, realmente no esperaba que aquel ángel estuviera dispuesto a tenerla a su lado.

Sonrojada y algo apenada, aquella sacerdotisa agito su cabeza levemente en modo afirmativo, aceptando la petición del ser divino que estaba frente a ella, igualmente sonrojado.

Había pasado algunos minutos de la hora acordada, aquella pelirrosada, a pesar de ser la sacerdotisa del tiempo, siempre llegaba tarde a todos lados, inclusive en sus propias clases.
Caminaba con dificultad entre la multitud, tanto por la cantidad de gente que paseaba por el lugar como por su baja estatura que no le permitía ver más allá de la distancia, dependiendo completamente de su olfato.

─Creo que esta por aquí, p-puedo olerlo… ─Comento tras ruborizarse levemente.

─Si, ese idiota está cerca, no te preocupes, seguro anda buscándote─ Despeino a la pelirrosa con leve brusquedad, esto solo para molestarla y hacer que su nerviosismo se detuviera.

La pelirrosa por su parte hizo un puchero ante el acto del azabache y se cruzó de brazos algo molesta.

─¡Oye! Me había tardado 30 minutos en peinarlo para esta ocasión…

─No sé por qué duras tanto arreglándote, eres una divinidad del tiempo y aun así te tardas.

─¡N-No me molestes! ¡está mal abusar de mis poderes para cosas personales!

El azabache simplemente se reía de la actitud infantil de su ama, realmente le fascinaba molestarla, podría decirse que le parecía adorable y en una ocasión como esta se aprovecharía de cualquier cosa para avergonzarla, algo que no suele hacer cotidianamente, ya que siempre se mantenía al margen de cualquier situación y evitaba cualquier contacto, pero esta ocasión era distinta.

Luego de caminar por varias calles, finalmente llego al punto de reunión, estaba él ahí, parado con la mirada a un lado a otro, buscándola sin lugar a dudas, el corazón de la pelirrosa empezó a acelerarse repentinamente, su respiración se hacía algo pesada y sus manos temblaban levemente, ¿Acaso estaba nerviosa? ¿Ansiosa? ¿Por qué sentía tanto calor de repente? Aquella sensación era similar a su primera cita, pero esta vez era más fuerte, ¿era acaso porque se trataba de Judai? Si era alguien que conocía bien, ¿Por qué estaba tan asustada? Quizás temía en cometer un error como ensuciarlo con alguna comida o tropezar con él.

Su nerviosismo se notaba demasiado, algo que el azabache notaba con más facilidad, soltó un suspiro y la rodeo con su brazo derecho, apegándolo a él en modo de abrazo.

─Todo estará bien, es un buen chico, no te hará daño y tampoco les pasará nada, así que tranquila.

Las palabras del siniestro ser ayudaron a calmar un poco aquella sensación de ansiedad de aquella pelirrosada, haciendo que esta soltara un pesado suspiro para luego sonreír dulcemente.

─Gracias Colt… bueno, vamos con ellos.

El ater asintió levemente para luego apartarse de la pelirrosa, ambos caminaron en dirección al castaño para luego inclinarse levemente y al mismo tiempo.

─¡¡Perdonen la demora!! ─Comento la pelirrosa.

─Está babosa se perdió nuevamente, irónico, lo se ─Con voz bromista, aquel azabache sonrió ladinamente.

─¡Eres de lo peor! ─Le da un leve golpe a su guardián para luego mirar al serafín─ B-Bueno… Ya estoy aquí… finalmente estoy aquí contigo, Judai.

Aquella sonrió dulcemente, sus palabras estaban llenas de afecto y su rostro estaba ruborizado a mas no poder.

- ¡Aya...! -

Apenas hubo alcanzado a la pelirrosa la vista del castaño, una alegría incontenible invadió todo su ser en cuestión de instantes. Aquel hubiera saludado primero de no ser porque tanto aquella tierna sacerdotisa como su familiar se apresuraron a disculparse apenas llegar. Y antes de que pudiera pronunciar otra palabra, esos dos ya estaban discutiendo como solía ser habitual. Ver a un máster ser molestado por su servant le pareció una escena tan familiar, que en ese momento no pudo evitar soltar una animosa carcajada.

- De verdad alegra que hayas venido, Ayana-chan. Eso es lo único que verdaderamente importa, no el tiempo que transcurra para que suceda -

Aunque el tono del ángel era tierno y calmo, quizá un poco más de lo habitual, y no titubeaba en lo más mínimo; era en su rostro que se reflejaba cuan nervioso estaba. Tenía la mirada clavada en ninguna parte y las mejillas como tomate de temporada. Quizá solo faltaba una tierna melodía de anime shoujo para completar la escena... Pero no, como el escritor es medio idiota, le da libertad creativa a sus personajes aún si arruinan las escenas perfectas. Así que en lugar de tener una bonita melodía de fondo, tenemos un hada fastidiosa que simplemente no puede evitar humillar a su amo públicamente.

- Si claro, eso dices ahora, pero debieron verlo hace rato, casi se pone a chillar sólo porque no llegabas a tiempo~

- ¿He? -

- Seguro cinco minutos más le hubieran bastado a este príncipe del drama para echarse al suelo a llorar o rebanarse con su propia espada~ -

- ¡Yamete! -

- No no, si estaba deshecho el pobre. Pensaba que definitivamente lo habían dejado plantado. Si no es porque lo mantuve a raya, seguro hacía un dramón frente a toda la plaza- -

Y... El hada dejó de ser audible, no porque hubiera decidido, guardar silencio, sino porque el ángel usó un frasco para guardarla. Incluso sonó la música del clásico RPG del héroe del tiempo, acompañado de un anuncio de “Has conseguido un hada" a la altura del torso del ángel. El chico estaba rojo de vergüenza cuando al fin logró atrapar a la pequeña Lee. Tanto así que incluso soltó un suspiro de alivio apenas consiguió guardarla

- No la escuchen, es malvada -

- ¿Malvada yo? Digo, si es verdad, pero no esperaba que Kuri Sama se expresara así de mi~ -

El hada, ya al hombro del chico –de alguna misteriosa forma– , reía suavemente mientras el ángel pegaba un brinco debido al susto que le había causado la cerulea con su repentina presencia. Entonces ambos se miraron a los ojos fijamente, y tras unos instantes, comenzaron a reír con extasiada alegría, como dos hermanos que se reconcilian luego de una discusión. Acto seguido, Judai volvió la mirada hacia la sacerdotisa y le sonrió de forma cálida como siempre.

- Disculpa el alboroto, sabes cómo es esta enana jeje. Ahora, qué le gustaría a la señorita ¿Le apetece primero comer un poco? -

En ese momento, extendió el castaño hacia su cita una caja de pockys de chocolate, como invitándole a tomar uno.

- O... Quizá prefiera ver una película -

Y entonces, con la mano libre, le extendió una caja de pockys de fresa, esperando que se decantara por alguna de las dos opciones, no solo con la golosina sino también con el curso que a la dragona más le gustaría que aquella cita tomara.

Escuchar a la pequeña hada molestar al castaño le parecía de lo más adorable y a la par de gracioso, era de esperar, Judai era la clase de persona que suele dejarse llevar en algunas ocasiones, incluso Colt estaba tan consciente de ello que le dice torpe o idiota debido a ello.

─Este torpe nunca va a cambiar, aunque debiste dejarlo hundirse en su miseria y grabarlo para que Ayana vea lo mucho que le importa.

El azabache empezaba a molestar al ángel al igual que la hada, sin duda ambos familiares aprovecharían la ocasión para fastidiar.

─N-No seas tan duro con él… Además dudo que haga un drama por ello…

─¿Enserio? ¿Acaso olvidaste como se te declaró? El baboso estaba al borde del llanto cuando le dijiste que sí, incluso le tome un video del momento.

─¿He? ¿Lo grabaste?

El azabache no bromeaba, con el teléfono de su ama, este había grabado el momento gracias a la clarividencia que le otorgaba el ser el guardián de aquella sacerdotisa, grabó cada segundo de la vergonzosa invitación e incluso lo público por youtube (?)

La pelirrosa al ver el video, rápidamente intento quitarle el teléfono al azabache, quien lo colocaba más alto evitando que ella lo tomara.

─¡¡Oye!! ¡Dame eso!! E-Es algo vergonzoso Q////Q

─Si se ven lindos los dos tortolitos, debía publicarlo y que todo el mundo lo vea ─Dijo con una sonrisa maliciosa mientras miraba al ángel─ Además, internet es para siempre y espero los reconozcan para tomarles fotos.

─¡¡Colt!! ¡No quiero esa clase de atención! ¡Borra el video!

─No lo hare, y vayamos a un restaurante, tengo hambre…

El azabache ignoraba las peticiones de su ama, era claro que solo la estaba molestando y que dicho video nunca fue publicado en ninguna red social, sin embargo, adoraba ver la reacción de su ama un tanto enfadada por las acciones del mismo, ese puchero y el actuar infantil de la sacerdotisa era ciertamente adorable.

─C-Como sea… vamos a comer entonces, ¿T-Te parece bien Judai?

El pobre de Judai estaba completamente indignado. Ya era suficiente con soportar a su propia Navi como para tener que soportar también al lobo de la princesa del crepúsculo. De ser realmente un juego de RPG, el ángel ya habría llamado a la compañía para reportar un laaaargo listado de inconformidades. Pero como no lo es, el wey se va a tener que aguantar con lo que tiene.

« ¡Hey! »

Listen~

Pero en fin, ya que el castaño no tiene voz ni voto aquí, limitóse a cubrir su apenado rostro con una mano al ver aquel video con tan vergonzosa declaración en video. Yo personalmente nunca había visto a un ángel tartamudear tanto en lo que llevo de vida, ¿Y ustedes?

No fue sino hasta que la chica le dirigió la palabra nuevamente que aquel fue capaz de volver a decir algo. Por tanto, el serafín respiró hondo y dio una cálida sonrisa a su cita, para ahora si responder ante el comentario que aquella había emitido con un:

- Me parece bien. A decir verdad, yo también tengo hambre -

- Tú siempre tienes hambre, Kuri. Te comiste cuatro tazones de ramen esta mañana -

- ¡¡Ese comentario no era necesario!! -

Y así pues, comenzaron todos a caminar por aquella amplia calle que era transitada por personas de todo tipo que iban sea a hacer las compras o a pasar el raro. Incluso una pequeña niña de cabellos azules y ojos de ámbar pasó a la distancia con una gran cantidad de mangas en brazos, hablando como si alguien más viniera con ella. Se quedó mirando a Ayana por un momento al percatarse de su presencia, y luego siguió su camino, como si nada hubiera pasado, hablando sola de nuevo.

- ¿La conoces? -

Preguntó el castaño que se quedó algo extrañado ante el cameo, aunque optó por no darle mucha importancia. Y continuaron caminando por una o dos calles más, en donde Lee fue silbando alegremente el tema principal de digimon, hasta llegar a un local con mesas en la parte exterior y fachada de cristal: se trataba de una cafetería.

- Kawaii… No puedo creer que me conozcas de toda la vida y nunca me trajeras aquí y a esta chica la invitaras en la primera cita… -

La pequeña Lee se acercó al vidrio apenas vio la entrada, pegando su rostro y mirando con asombro. El ángel, por su parte, soltó una suave risa y se acercó a la puerta principal abriéndola así para la sacerdotisa.

- Pase usted, milady -

Tras caminar por las hermosas calles de Yokohama, aquella logro mirar a una extraña joven que, por un momento la miro directamente a los ojos, no sabía quién era, pero parecía conocerla de algún lado, quizás en algún momento ella lo descubriría.

─Sinceramente no la conozco, al menos en este tiempo…

Respondió a la pregunta del castaño para luego sujetar suavemente la mano ajena y caminar a su lado, era entendible, había mucha gente alrededor y el ruido extra la aturdía, las desventajas de tener mala visión y de paso un oído agudo, lograba escuchar hasta las pisadas de las multitudes, llegándola a molestar en cierto modo.

─Ya estarás luego en un sitio tranquilo─ comento el azabache mientras miraba como aquella hada se estampada hacia el vidrio de una cafetería─ Oh, interesante lugar para una cita, nada mal enano.

Era claro que lo decía por molestar, después de todo le llego a agradarle, cosa que no compartía con casi nadie.
La pelirrosa por su parte empezó a mirar el exterior del local para luego olfatear el aire, logrando captar el dulce aroma de los pasteles y otros alimentos que cocinaban en aquel lugar.

─¡Huele demasiado bien! ¿vamos a comer aquí?

Cuestionó para luego acercarse al vidrio de la puerta, era un lugar hermoso, los colores cálidos, los muebles cómodos e incluso la iluminación era agradable a la vista, cosa que ayudaba a la pelirrosa a captar con facilidad.

─¡Vamos! ¿Qué estamos esperando? ¡Entremos!~

Sin esperar demasiado, aquella sacerdotisa empujó suavemente la puerta para así entrar junto con su familiar y esperar que su angelical cita la acompañe también.
Miro detenidamente el interior para luego escoger una mesa cerca de una hermosa jardinera interior, realmente le encantaba la decoración al grado de querer tener algo similar en su restaurante.

─Me gustaría comer aquí, estar cerca de las flores me relaja bastante, además es muy bonito y romántico… ─Al mencionar eso último, sus mejillas se ruborizaron, realmente estaban en una cita digna de una película romántica.

Tras adentrarse la sacerdotisa y su oscuro familiar en el cálido ambiente que aquella bella cafetería proporcionaba, el ángel les siguió hasta la mesa que su joven cita habría de elegir. Aquella mesa, cercana a las plantas y a la propia cocina donde se preparaban todas aquellas delicias, fue donde el ángel contestó, levemente ruborizado, al comentario que tan tiernamente había expuesto la dragona.

- P-por supuesto, como diga la señorita. También me parece un lugar bastante bonito... -

Para este momento, Lee, que se había posicionado convenientemente detrás de la pelirrosa, hizo una seña con la mirada al castaño, esperando que agregara algo más a su oración. El hada del cáliz mundial es quien había estado “entrenando” a Judai para esta cita, por lo que esperaba sus esfuerzos no fueran en vano. El chico entonces, entendiendo el mensaje de su compañera, se puso más rojo de la cuenta al momento de complementar su propia oración.

- Aunque... N-no es tan bonito como tú... -

El castaño, llegados a este punto, posiblemente no podría estar más avergonzado. No sabía ni qué decir a continuación, de modo que fue la pequeña azulada quien nuevamente tuvo que ocuparse de dar seguimiento a la situación. Un movimiento de manos le bastó para que, con uso de sus habilidades psíquicas, sentara a la pareja en sus sillas y luego los reuniera en la mesa indicada por la sacerdotisa, uno frente al otro, tras lo cual soltaría una risa tierna y traviesa.

- Pero qué adorables se ven ustedes dos juntitos~ De tener el tamaño para llevar una cámara conmigo ya les hubiera tomado un montón de fotos, pero como no se puede pues se han salvado -

Dicho esto, la pequeña cerúlea salió disparada hasta el mostrador, donde no había absolutamente nadie, y tocó la campana que se hallaba ahí puesta, a la espera de que alguien apareciera para atender el lugar. Y tal cual supuso la feérica criatura, una voz proveniente de la cocina anunció su presencia con una simple frase, pronunciada con alegría:

- ¡Un momento por favor! -

No pasaron más de diez segundos, cuando una joven de largos cabellos azulados – porque al parecer el escritor está seriamente obsesionado con las lolis de cabello azul – hizo acto de presencia, llegando desde la cocina prácticamente bailando, hasta la mesa donde todos se hallaban, incluyendo a la pequeña Lee, que a este punto ya se encontraba a hombros de su maestro.



La chiquilla, uniformada como mesera de aquella cafetería, no pasaba de los catorce años, y sin embargo hizo una reverencia al llegar a la mesa y habló cordialmente, luciendo bastante profesional para la edad que aparentaba.

- Bienvenidos al café Rabbit-House. ¿En qué puedo ayudarles? -

Al mismo tiempo, la niña colocó sobre la mesa cuatro cartas de menú, esperando paciente a la elección de sus clientes

Escuchar el alago por parte del castaño, hizo que ella se ruborizara levemente, no era común que alguien le dijera esa clase de cosas, pero era de esperar al tratarse de una cita, desvió la mirada mostrando algo de timidez para luego agregar:

─G-Gracias, así que bonito… ¿he? Me pregunto, si me dirías lo mismo si fuera hombre…

No lo dijo con mala intención ni tampoco desaprobaba la palabra, simplemente tenia curiosidad por la opinión del ángel ante esa posibilidad.
Mientras aquella pareja se encontraba en una situación tierna, el azabache aprovecho para tomar las fotos que la férrica hacia querido realizar, después de todo, él era el bolso con patas de la sacerdotisa.

(¿Bolso con patas? ¿Es en serio?)

Si, lo eres~

Continuando con la escena, una pequeña chica de aparente 14 años llego repentinamente, ofreciendo su servicio con eficacia. La pelirrosa al verla, no reacciono sorprendida, si no enternecida por el aspecto y elegancia de la chica, después de todo, ella a su edad también ayudaba a su familia en el restaurante.

─Gracias por la bienvenida, me gustaría una tarda de chocolate y un café con leche, por favor.

Sonrió con gentileza para después ser acompañada por el azabache, quien al parecer también quería algo.

─Para él un café negro y pay de fresas, muchas fresas.

─No me pongas en evidencia…

─Amargado con gustos dulces, irónico, ¿he?

La pelirrosa aprovecho para molestar un poco a su sirviente, después de todo era una venganza por los tratos previos.

- Nosotros queremos dos Latte vainilla, y una orden de waffles a la mode -

- Las bebidas con tres de azúcar, el pan de chocolate, y el helado de beso de ángel~ -

- Si no es mucha molestia, estaría bien que le pusiera jarabe de chocolate y nueces encima -

- ¡Y una cereza! ¡Una gran cereza en la parte superior! -

- Uhmm... Sí, me gusta cómo se verá -

- Oh sí, oh sí -

El ángel y el hada se tomaban su tiempo para pedir exactamente lo que querían, con una sincronización tan perfecta que sorprendería a cualquiera. Aunque, siendo sinceros, no es nada del otro mundo. No es secreto para cualquiera que conozca a este par que el mago y el hada compartían un vínculo bastante especial. Me refiero al de la mente, por Dios, dejen de pensar cosas raras que la cita es del castaño y la pelirrosa.

Ambos se conocían a la perfección porque podían leer los pensamientos del otro, hasta donde el contrario lo permitía, claro. Eso les daba una gran ventaja no solamente en combate, sino en casos como este, donde ambos podían elegir la comida de forma que ambos quedaran conformes, sin necesidad de preguntarle al otro si algo le gustaba o no.

Pero volviendo a la pequeña camarera, esta anotaba las órdenes al pie de la letra en su pequeña libreta con aquel lápiz desgastado por el uso, que solamente podría ser sostenido sin problemas por esas pequeñas manos de suave aspecto que aquella tenía. Su mirada era seria en todo momento, tratando esta de mostrarse lo más profesional posible.

- Entendido. En unos minutos estarán listas sus órdenes. Mientras tanto, les pido que sean pacientes -

Aquella hizo una reverencia al término de su propia oración y salió de escena sin más, dejándola una vez más a merced de nuestros protagonistas, quienes esperarían pacientes hasta la llegada de su pedido. Mientras tanto, como para animar un poco el ambiente, el castaño fue el primero en hablar, al haber recordado algo que su cita había mencionado hace poco.

- Ayana-chan. Hace un momento preguntaste si te hubiera dicho un cumplido de ser tú un chico, ¿cierto? -

El hada, por primera vez en lo que llevaba del día, puso un rostro de interés profundo en las palabras de su maestro. ¿Acaso a esta le importaba realmente la respuesta?

- Pues... La verdad no lo sé. Jamás he conocido un chico cuya belleza me haya parecido suficiente para ser motivo de halago. Aunque no es que ande por el mundo diciéndole a la gente que es bonita... -

El castaño hablaba con la voz un poco más baja de lo normal, con las mejillas coloradas, y con la mirada puesta en otra dirección. Estaba algo apenado por sus palabras, pero no por las que había dicho ya, sino por las que estaba por pronunciar.

- En realidad... Eres la primera persona en más de mil años a quien le doy un cumplido... Los ángeles somos creados para alabar solamente a Dios, así que solamente halagamos a alguien que realmente lo merece -

─Vaya, si que son muy sincronizados.

La pelirrosa se sorprendió del nivel de amistad que tenían ambos seres, sin duda era admirable.

─Era de esperar, seguramente se conocen de siglos.

─Es verdad, Judai había mencionado que tenía como 5000 años.

─…que loliconero…

Ambos se reían ante su propia platica para después escuchar a la dulce mesera, quien estaría por traerles su pedidos, luego de ello, escucho atentamente las palabras del castaño, quien demostraba una faceta tierna al mencionar el modo que un ángel da halagos.

─A-Así que… m-merezco ser alagada por un ángel… N-No sé qué pensar…

─Bueno, el ultimo ángel que se encontró, era un loco, normal que te sientas rara (???)

─Judai es diferente… en verdad es tan dulce como los pockys que come… además es alguien sincero y bondadoso, que daría lo que fuera por hacerme sonreír, ¿no es así? Incluso si fuera un chico… ¿harías lo mismo?

Al preguntar nuevamente, se creó una ilusión bastante convincente, uno donde aquella chica se volvía en un joven apuesto, tenía su misma mirada, su cabello magenta y ese par de ojos sin igual.

─¿y bien? ¿Qué opinas? Los dragones como yo podemos cambiar de genero.

El azabache simplemente sonríe para sí mismo mientras mira la curiosa situación.
Después de todo, no era la primera vez que su ama tomaba la forma de un hombre, la primera vez fue por accidente debido a unos chocolates encantados, la otra ocasión sucedió tras fallar en una poción y duro un largo tiempo en ese aspecto, incluso teniendo un lio con su hermana debido a ello.

Cuando alguien te planta un supuesto, a veces es muy fácil dar una respuesta despreocupada, o al menos decantarte por una opción sin preocuparte por las consecuencias, pues es algo de lo que los supuestos, para bien o para mal, carecen. Sin embargo, cuando el supuesto termina convirtiéndose en la realidad, las cosas son muy diferentes.

- ... -

El castaño miró a su cita durante un par de segundos, sin poder dar respuesta alguna. Había quedado sorprendido ante el repentino cambio de apariencia de esta, del cual él no estaba ni enterado que aquella pudiera realizar. Simplemente no podía creer lo que veía, y mucho menos era capaz de emitir un veredicto hacia aquel chico de mirada dispar y cabellos rosados.

El hada por el contrario, que ya veía venir la situación desde que la pregunta había sido formulada por la pelirrosa, simplemente se acercó al oído del castaño y susurró algunas cuantas palabras, en un idioma de lo más extraño, asegurándose de que nadie en el mundo, salvo el castaño, pudiera descifrar el mensaje. Lo único que era seguro, es que aquel comentario del hada había teñido de rojo colorado el rostro del ángel en ese preciso instante.

El castaño aún no era capaz de articular palabra, simplemente miraba al chico pelirrosa y luego a la cerúlea, así repetidas veces durante cortos instantes, hasta que finalmente suspiró y asintió suavemente frente al hada del cáliz mundial, misma que sonrió de forma siniestra y adorable a la vez.

- Anda anda, tú puedes -

Judai se aclaró la voz y miró al chico de forma seria. Sin embargo, no le dijo palabra alguna. En su lugar, un destello de luz bañó al castaño, anunciando la activación de su mejor habilidad, conocida ya por todos los presentes, y vista en más de una ocasión por algunos. Donde antes hubo un chico de cabellos alborotados, ahora se hallaba una joven de cortos cabellos castaños, que se balanceaban como por obra del viento. Sin embargo, aquella piel clara y esos ojos de almendra se mantuvieron intactos, tal como la propia esencia del ángel.

La castaña tomó una de las manos del pelirrosa y le habló con ternura, mirándole a los ojos y expresándose con una melodiosa voz angelical, respondiendo así finalmente a la pregunta que le había formulado hace poco. Sus mejillas comenzaron a tornarse rosadas conforme hablaba, pero aun así procuraba mantener su postura calma y dulce en todo momento. Judai había visto muchas waifus a lo largo de su vida como consumidor de anime y manga, por lo que ya se daba una idea de cómo debía ser su actuar


- Eres el chico más lindo que haya visto en toda mi vida. Tan solo posar mi mirada en tu rostro es suficiente para acelerar mi corazón -

El hada solamente miraba divertida el escenario que frente a sus ojos se desarrollaba. De poder hacerlo ya estaría grabando, pero al menos le quedaba el consuelo de poder transmitir aquel recuerdo en la cabeza de su amo de ahora en más.

Al notar que aquel ángel había cambiado su género a una linda chica de cabello castaño, el pelirrosa no pudo evitar ruborizarse ante su lindura, especialmente por las palabras que decía, haciendo que el ambiente se volviera más romántico.

El dragón no se quedaría atrás ante esas palabras y tomo sus manos con firmeza para mirarla directamente a los ojos.

─Y tú eres la chica más gentil y dulce que jamás allá conocido, y sin importar la forma que tengas, yo te amare hasta que las estrellas dejen de brillar…

había dicho algo realmente profundo y no se percató que dijo algo muuuuuy sentimental, técnicamente le dijo que la amaba sin saberlo(??)

El azabache por su parte, había grabado toda la escena para luego ir susurrándole a la hada.

─psss, luego te daré una copia de esos dos babosos.

─¿A quién le dices baboso? Baboso ─Lo mira de reojo mientras seguía tomando las manos de la castaña─ Ignoremos a mi guardián, ¿de acuerdo, my lady?

Sonrió dulcemente mientras besaba las delicadas manos del ángel, quien bien podría ruborizarse ante las actitudes del pelirrosa ya que este no demostraba vergüenza alguna, o eso aparentaba.

─Si la vas a besar, hazlo bien, total, están en una cita ─Dijo burlonamente solo ara provocar.

─Lo haría, pero estamos en nuestra primera cita y hay normas que respetar, debemos pasar un rato juntos, comer un platillo delicioso, pasear por el parque donde nos conocimos… recordar esos momentos juntos y admirar el atardecer, quizás eso haría verla aún más hermosa que nunca.

Tal como se habría esperado, la reacción de la joven castaña no fue sino colorarse como fresas de temporada. Aquel tierno roza carmesí tiñó sus mejillas en poco tiempo, haciéndole lucir todavía más adorable de lo que se veía en un principio. No era para menos, pues en cuanto el pelirrosa le dijo que la amaba, aquella quedó conmovida en sublime totalidad.

Si el enamoramiento era como un monstruo de bolsillo bajo los efectos de “Atracción”, en estos momentos el ángel se sentía capturado por completo. Coros celestes y pétalos de cerezo rodeando el cálido ambiente eran quizá lo único que faltaba para perfeccionar ese momento, y aun así la escena ya era perfecta en sí misma.

Por supuesto, no faltaban espectadores ruidosos que interrumpieran el escenario en curso. Luego de que aquel azabache susurrara al oído de la pequeña hada, esta sonrió entusiasta y asintió con la cabeza. La idea de poder fastidiar a su amo con aquella cinta era suficiente para mantenerle el ánimo por los cielos, así que le dio rápidamente por mostrarse condescendiente. Cosa, por cierto, nada habitual en Lee, ni siquiera con su propio maestro.

- Gracias, chico~ Algún día te lo pagaré -

Y mientras el hada guiñaba un ojo al ser oscuro en gesto de complicidad, la joven ángel quedaba indignada ante el comportamiento de aquellos burlones familiares. Era imposible estar más avergonzada de lo que Judai ya se sentía. Sin embargo, la pesadilla se convirtió en un cálido sueño cuando el pelirrosa habló.

Sus palabras fueron breves, y sin embargo dejaban sin aliento a la criatura divina de tan solo escucharlas. Quizá era el cambio de estímulos químicos por el cambio de género, pero aquel tono amable y caballeroso le hechizaba por completo. La Kuriboh sonrió con angelical aspecto, haciendo honor a su especie, pudiendo solamente responder una sola frase en ese momento:

- Yes, my lord -

Claro, para Judai no era realmente relevante esa idea del género. Después de todo, los ángeles no tienen uno. Si el castaño tenía un cuerpo masculino era simplemente por capricho. “El ángel” suena mejor que “La ángel” después de todo, ¿no?

A lo que voy es, Judai no daba importancia a la apariencia que su amada tuviera, porque él miraba el corazón antes que el físico. Como ente cercano a Dios, había aprendido que las personas son realmente su espíritu, no su cuerpo. “Lo que hay en su corazón es lo que los hace ellos mismos”, recordaba la joven ángel a su mentor, el verbo encarnado, decir alguna vez.

Con ese pensamiento en mente, la chica miraba embelesada a aquel hombre de cabellos magentas que le hablaba con tanta dulzura. Aquel corazón tierno y amoroso, preocupado por los demás. Ese corazón lleno de alegría, que da una hermosa caja hecha a mano a un completo desconocido, que vela por el bienestar de sus enemigos incluso, que comprende el sentimiento de compasión y justicia... Eso miraba el serafín en aquellos ojos anómalos y en aquella voz dulce y caballerosa del dragón que tomaba sus manos con gentileza; y eso le hacía soltar un suspiro tierno.

─Este tipo me salió realmente cursi~

Comentó el azabache mientras continuaba grabando, sin duda estaba divirtiéndose con el asunto de la cita, incluso la pequeña hada también la pasaba bien molestando a la joven pareja.
Los minutos pasaron rápidamente, el tiempo avanzaba sin importarle nada, algo que le molestaba al dragón, puesto que quería mantener inerte el tiempo para estar siempre con aquella hermosa ángel.

Pero poco podía hacer, solo le quedaba disfrutar cada segundo con ella, el pelirrosa acaricia las manos de la chica con delicadeza, demostrándole cariño y dulzura, le regalaba una cálida sonrisa y su mirada no se apartaba de la suya, en verdad su atención estaba en ella, olvidándose por completo de los ruidosos compañeros.

─Dime... ¿estas disfrutando el tiempo conmigo? Espero que si…

Ríe suavemente mientras apoya su brazo en la mesa y coloca su mentón en la palma de su mano, esto para estar más cómodo y verla constantemente.  

─De ser así, me gustaría que después de comer vayamos a otros lugares, aún tenemos tiempo… Realmente me gustaría pasar el día a tu lado.

El dragón quería estar al lado de la chica y disfrutar cada momento con ella, aunque esto se escuchara repetitivo, aquel chico lo deseaba con todo el corazón.

Poco después llego aquella adorable mesera, quien parecía algo confundida al verlos con el género invertido, era de esperarse ya que ambos cambiaron de genero sin previo aviso.

─Esto se puso interesante ─Comentó el azabache mientras observaba la situación.

El tiempo corría como una violenta cascada para la joven de cabellos castaños, quien sentía que el tiempo del mundo entero no sería suficiente para pasarlo al lado del contrario. Su corazón latía como no lo había hecho ya hace más tiempo del que podía recordar. Sus mejillas sonrosadas cual nochebuenas eran apenas un reflejo de cuán enamorada se sentía. Os puedo jurar una cosa en esta vida, y es que de tener una sortija a la mano, la angelical criatura ya estaría pidiendo matrimonio en este momento. Pero no, que si hago eso se me termina el tema y esa no es la idea.

Pero contrario a un servidor, Kuri no actúa con mucha previsión. Dejándose guiar por su acaramelado corazón es como había llegado hasta aquí, y ese destino no podría haber sido mejor, en su propia opinión. Pasar el tiempo con aquel chico de cabellos rosados era lo único que su corazón deseaba. El único impulso que le movía en ese momento. Más aún, al escuchar las palabras de aquel, su corazón se derretía por completo. Ya no era la chica quien hablaba por si misma, sino su propio corazón el que respondía a las palabras del chico, con voz tierna y celestial, motivada solo por el dulce afecto que aquella le guardaba al dragón.

- Claro que lo estoy disfrutando... En realidad, no imagino una forma más perfecta de pasar mi tiempo... -

Por supuesto, la siguiente propuesta del pelirrosa no podría resultarle más encantadora a la embelesada serafín que, escuchando las palabras de su cita, soltaba un suave suspiro y sonreía con rostro de apenas saber en dónde se encontraba o quién era. Lo único que tenía su atención en ese momento era el chico que estaba frente a ella, al cual respondió de forma entusiasta, como cualquiera de nosotros reaccionaría si el amor de nuestra vida nos propusiera matrimonio.

- ¡H-hai! De verdad me encantaría poder estar más tiempo a tu lado... Recorrer esta hermosa ciudad contigo... Ver un montón de cosas hermosas y hacer muchas cosas divertidas... No creo que exista algo en el mundo que pudiera hacerme más feliz... -

Pero como obviamente al escritor le pagan por hacer comedia y no romance, justo estaban la joven angelical y el dracónico chico en el apogeo de su acaramelada situación cuando llegó la joven mesera a escena, cargando con los platillos solicitados por la pareja y sus familiares.

- Ya están listas sus- -

No hace ni falta decir que aquella se quedó de piedra al ver invertidos los géneros de la mitad de sus actuales clientes. La pobre peliazul no supo ni cómo reaccionar. Ni siquiera estaba segura de si aquellos seguían siendo los mismos clientes que habían llegado a su establecimiento hace unos minutos o si se trataba de una elaborada broma. Así pues, lo único que fue capaz de hacer fue llegar hasta la mesa y colocar las órdenes solicitadas.

- A-aquí están sus pedidos... Etto... B-buen provecho y con su permiso... -

Y así, confundida por completo, la niña se alejó de la mesa, dejando tras de sí el café con leche y el café negro, ambos medianos, y la taza grande de latte vainilla. Al lado de las bebidas, en el orden respectivo, se hallaban también una gran rebanada de tarta de chocolate, una porción considerable de fresas con algo de pay, y el frankenstein de waffles con helado solicitado por el ángel y el hada.

La pigmea cerúlea se olvidó entonces de todo lo que existía a su alrededor y se abalanzó al colosal postre digno de ser fotografiado, pero al cual solamente le veía una utilidad, la cual era tener dónde clavar aquellos afilados colmillos suyos. Tan emocionada estaba, que ni siquiera prestó atención alguna a la confundida mesera que ahora espiaba desde la cocina, asomándose como toda una niña pequeña, esperando que en algún momento sus clientes originales salieran de su escondite y así eliminar sus dudas de una vez por todas.

La castaña, por su parte, solo pudo soltar una ligera risa ante la actitud de la niña peliazul, y otra un tanto más risueña al ver a Lee ya ansiando el postre con todo su ser. Ante esto último, dirigió palabra al pelirrosa, sonriéndole de forma dulce y cálida.

- Comencemos entonces. De lo contrario, Lee me dejará sin comer jeje -

- ¡O-oye! ¡¡Tampoco estoy tan desesperada!! -