Coincidencias (Ayana Shade)

-Maldita sea.... esa terca... esa terca de Sol lo arruinó todo... La pelea estaba ya casi ganada, pero... su maldito ego se interpuso en el peor momento ¿¡Por qué tenía que reclamar acerca de ese asunto justo ahora!? Si no hubiese abierto la boca, las demás habrían cooperado... de ese modo... de ese modo... él no... -

Es lo que murmura una mujer de cabellos rubios, mientras trata de levantarse. por mas que intenta incorporarse, su cuerpo está muy malherido por una intensa batalla que ella, sus aliadas y otro escuadrón habían librado contra un grupo de ladrones que habían atacado una zona muy importante de su país. En sus manos aferra un libro de color azul y una espada envainada, los cuales atesora con su vida... o lo que quede de ella. La oscuridad del bosque en el que se encuentra va a aumentando a medida que cae el sol, aumentando el presagio de muerte que rodea a la dama. su indumentaria consta de una blusa negra, corsé metálico desde las clavículas hasta las caderas, falda hasta la mitad de las pantorrillas blanca, largas botas de color marrón, una larga capa azul con el emblema de un botón de rosa de color dorado en su espalda y un cinturón de cuero con varias correas que lleva un bolso para llevar un libro (el que lleva en las manos) junto a la correa para la espada. esta ultima esta hecha de un cuero mas desgastado, puesto que no era de ella.

-Acaso.... ¿Acaso recapacité muy tarde acerca de dejar mi orgullo de lado y decirle lo que sentía por él? ¿Es por eso que pude estar tan poco tiempo a su lado? ¿¡POR QUÉ TUVO QUE MORIR!? -

Murmura, para terminar gritando su demanda de respuestas. Desde que era pequeña, ella odiaba a los hombres porque solo hablaban demasiado, se jactaban de sus posesiones y habilidades... todo para luego no hacer nada y/o correr como ratas asustadas. Era por eso que, al caer una cruel maldición, decidió hacerle frente ella sola. Al llegar sus décimo octavo cumpleaños, no pudo hacer frente a su cruel destino, lo cual la hizo sentirse desesperada.... lo más impactante del asunto para ella fue el ver que aquel ruidoso, bruto, pero hábil hombre venido de tierras lejanas fuese quien la salvase... desde ese momento, Yami Sukehiro era una persona muy importante para ella, pues le había hecho ver que NO ERA NECESARIO QUE CARGASE CON TODO SOLA.... por más que lo intentase, él había robado su corazón y, cuando ambos dejaron de dudar, lograron tener una relación estable y llena de paz y un sentimiento que ninguno de los dos podía describir a cabalidad. Sería una mentira el decir que no se le había cruzado por la cabeza el no formar una familia... mas ahora, con su muerte, aquella idea quedaría tan solo como eso... una idea.

Aunque, en el fondo de su alma, sospecha si realmente es aquella espada todo lo que le queda de su amado y si no es su imaginación que pudiese haber una vida nueva gestándose en su interior aun cuando haya sido lastimada, pues el corsé de metal fácilmente podría proteger sus órganos vitales, salvándoles a ambos.

-Cómo desearía que eso sea verdad... que los malestares son una señal y no solo mi deseo de no perderte del todo.... así sabría que no te has ido del todo y que algo de ti me acompañará... -

Murmura, deseando que así sea. Su pasado ya no importa. Si en su vientre llegase a estar el fruto de aquel sentimiento, es todo lo que le basta.

Finalmente llego su descanso de su vida en la ciudad, aunque le agradara convivir con los demás, vivir en un lugar ruidoso y llena de gente la abrumaba, así que solía dar sus escapadas al bosque, donde tenía una pequeña cabaña del cual vivía plácidamente.

La pelirrosa esturo sus brazos, estirándose un poco mientras soltara un suspiro lleno de alivio, sin duda necesitaba estar en aquel bosque para sentirse relajada luego de tanto estrés laboral.

─Aahh… que bien se siente estar aquí…

Estaba disfrutando del paseo, incluso cerro sus ojos con tal de guiarse por su olfato y oído, apegándose a sus propios instintos salvajes, pero algo llamo su atención, un aroma a hierro invadía sensor olfativo, ¿eso era sangre? Y como tal es de un ser humano, ¿Que había pasado?
Sabía que aquel bosque habitaba seres muy peligrosos que bien podrían matar a una persona si dicha criatura tuviera hambre o se sintiera amenazada, debía encontrar a la víctima y ver si podía hacer algo, solo esperaba no fuera demasiado tarde.

Se dejó guiar por el aroma, caminando de cuclillas hasta captar la fuente, parecía que alguien estaba alucinando bajo un árbol debido a los murmullos que logro captar gracias a sus agudos oídos.
Abrió sus ojos, notando la escena a la distancia, parecía que alguien había luchado en ese lugar, una masacre por decirlo de algún modo, había sangre en el suelo, pedazos de tela y varios objetos abandonados a su suerte, ¿abra sido una emboscada y se robaron todo? Era una posibilidad, fue acercándose cautelosamente, como un felino al asecho de su presa, con tal de saber a qué se estaba enfrentando, pero para su sorpresa, aquellos murmullos pertenecían a esa mujer de bellos rasgos que parecía estar pereciendo debido a sus graves heridas.

─…¿Qué te sucedió? ─Cuestiono para acercarse poco a poco a la rubia ─Realmente te vez mal… no sobrevivirás si te quedas aquí, déjame llevarte, por favor, no me ataques.

Dudaba mucho que pudiera hacer algo en contra suya, podía ver claramente sus heridas y la pérdida de sangre bien podría a verla puesto en un estado delirante, razón de sus extrañas palabras. La sujetó firmemente, aunque solo para poder levantarla del suelo, no sería adecuarlo arrastrarla en ese estado, debía tener cuidado, así que invoco a uno de sus familiares.

─¡Colt! ¡Ayúdame a traerla a la cabaña! Está a punto de morir…

Podía curarla en ese mismo lugar, pero si alguien la ataco, seguramente volvería para terminar con el trabajo, ya que las heridas tenían la intención de acabar con la vida de aquella mujer, el lobo fue invocado y la pelirrosa rápidamente coloco a la chica sobre el lomo de su familiar, subiendo posteriormente, sujetándola con tal de evitar caerse.

Dio una orden de avanzar y aquel lobo empezó a dar largos saltos para ir lo más rápido posible a la cabaña, que estaba en lo más profundo de aquel bosque, no tardaron demasiado en llegar, tenían sus atajos y métodos para perder a cualquiera que los siguiera, manteniendo a la desconocida a salvo.
Una vez que llegaron a la cabaña, la pelirrosa de dispuso a ponerla en cama y curar sus heridas con pociones, aunque de reacción lenta, ayudarían a curarse mejor que utilizar un hechizo.
Puso vendaje a sus heridas con algunas hierbas hechas pasta y se puso al lado suyo, en la espera de su despertar.

A pesar de darle las curaciones necesarias, la mujer de cabellos rubios parecía caer en fiebre, quizás por el agotamiento o un efecto de su medicación, sea cual se ala razón, estaba delicada y debía estar a su lado con tal de evitar que su cuerpo de debilite más de la cuenta.

─Pobre mujer… ─Musito para luego mirar a su familiar─ Colt, trae algo de agua y una toalla, necesitamos bajarle la fiebre pronto…

Su guardián asintió para luego ir por algo de agua, la pelirrosa se quedó al lado de aquella extraña mujer, escuchando sus murmullos como si estuviera atrapada en un mal sueño.
Las palabras le sonaban en cierto modo, ¿será que perdió a alguien en combate? A juzgar por su apariencia, bien podría decirse que se trataba de un caballero o soldado debido a la armadura que tenía.
Pero lo que más llamo su atención era como utilizaba una espada como escudo, cubriendo su abdomen de manera consciente o inconsciente.

─Sera acaso…

Guardo silencio, si sus sospechas estaban e lo correcto debía hacer que se recuperase rápido, se acercó a la mujer y colocó su mano en el vientre ajeno, con tal de percibir alguna esencia que indique la existencia de un ser.

─…Si, es tal como creí…

─¿Qué ocurre? ─Llego el azabache mientras colocaba el recipiente de agua a una mesa cercana.

─Esta mujer está en cinta, si no hacemos que se recupere pronto, perderá al bebé…

El familiar quedo impactado, era una situación delicada y más por el estado de aquella rubia, debían hacer algo y pronto.

─Procura hacer un rito de curación en ella, si bien las pociones y hierbas la pueden salvar, si está en ese estado… lo mejor es que aceleremos su curación para que su condición este estable.

Ambos sabían el riesgo que podría provocar aquel rito, pero la vida de una criatura en formación estaba en peligro si no hacían algo, Ayana se acercó a la rubia para luego susurrar palabras antiguas en modo de canto.
Su voz era dulce y cálida, capaz de envolver a cualquier ser que la escuchara, su canto hacia que varias luces rodearan a los presentes y que varias flores salieran de ella.
Utilizar su poder para alterar el destino de alguien implica un sacrificio, pero al menos en esta situación no tendría un riesgo mayor, solo estar una temporada con esas flores azules en su cuerpo.

El rito había funcionado, las heridas de la mujer se estaban curando de manera rápida y segura, lo cual la apartaba del peligro y las garras de la muerte. Se sintió aliviada por ese hecho, ahora solo tocaba dejarla descansar.

─Bien, parece que está dormida, es una buena señal, ¿no? ─

Comentó la pelirrosa mientras miraba al azabache, aquel individuo asintió con la cabeza, dándole la razón para después acercarse a su ama y sujetarla firmemente, evitando que aquella chica se cayera por el agotamiento.

─Ahora tú debes descansar, el rito consume mucho maná, así que lo mejor es que comas algo y descanses, iré a prepararte algo, quédate en la silla junto a esta mujer, ¿te parece bien?─

Ella asintió, aquel azabache la llevó a la silla y la acomodo con cuidado, acaricio su rostro, notando algunas flores brotar de su piel para después plantarle un beso en la frente, esto con tal de bendecirla en su recuperación.

─No tardare, te lo prometo─

Salió de la habitación tan pronto pronuncio esas palabras, la sacerdotisa se quedó a solas con aquella mujer, esperando ser atendida.

Por su parte, el azabache empezaba a cocinar, no era común que lo haga, ya que casi siempre lo hacia su ama, pero esta vez debía hacerlo, después de todo, aquella mujer despertaría en algún momento con hambre y lo mejor es estar preparado.
Hizo trocitos de carne, corto las verduras y las coloco en una sartén, salteándolas con aceite hasta dorarlas para luego colocarlas en la carne, el aroma se podía percibir desde la cocina hasta la habitación donde se encontraba Ayana.

─…Huele bastante bien… ─

Babeaba un poco por el hambre que sentía, pero debía ser paciente.

La pelirrosa sonreía con alegría al ver que se encontraba en mejor estado, al menos estaba fuera de peligro.

─No tienes por qué agradecer, ¡es mi deber salvar al inocente! O al menos curar sus heridas… ─

Rascó sus mejillas mientras notaba que la rubia sacaba varias flores de su libro, era bastante curioso el cómo podía… ¿invocar? Flores de distintos colores, ya que había notado varias rosas blancas cubrir su cuerpo, rosas amarillas que fueron ofrecidas en señal de amistad por parte de la mujer rubia, los cuales acepto con gentileza.

─Gracias por las flores, señorita Charlotte, las cuidare mucho─

Cerraba sus ojos levemente, mostrando una mirada llena de afecto y gentileza, una criatura pura en su totalidad por ponerlo de algún modo, el azabache estaba presente, esperando respuesta alguna de las dos chicas, recibiendo la afirmación de una de ellas.

─Si ambas señoritas pueden levantarse, la comida está en el comedor, en caso de no poder… ¿supongo que las cargare? ─ Dijo el azabache mientras miraba a las chicas.

─¡Ah! ¡No te preocupes por mí! Yo estoy mejor y eso gracias a las flores curativas de la señorita Charlotte ─ Se levantó con cuidado mientras movía sus manos en plan “ta-dan” demostrando que estaba lo bastante fuerte para ir por sí misma.

─Es bueno saberlo, entonces ve a poner la mesa ─Comentó mientras despeinaba los cabellos de la pelirrosa, notando que mostraba un puchero─ anda, que se enfría la comida.

─Y-Ya voy… ¡Jum! ─Se cruzó de brazos y opto por salir de la habitación.

Ahora el azabache se encontraba a solas con la rubia, mirándola fijamente mientras mostraba una leve sonrisa.

─Gracias por ayudar a mi ama, Lady Charlotte. Ahora… ¿Puede levantarse? ¿O quiere que la ayude?─

Aquel hombre observaba con detenimiento a la rubia, procurando estar atento en caso de que aquella perdiera el equilibrio, pero calmándose al ver que podía ella sola.

─Bien, si necesita ayuda, puede sujetarse de mi brazo─

Comentó tras guiar a la chica al comedor, donde ese encontraba la pelirrosa, poniendo la mesa y sentándose en una de las sillas.

─¿No te parece bonito nuestro hogar? ¡¡Estamos en medio del bosque!! Aquí no suele acercarse nadie, está protegido gracias a la oscuridad que invade el sitio, ¡Incluso tenemos luciérnagas! Bueno… no son esos insectos realmente… son las chispas que este lugar ─

─En pocas palabras, estas a salvo, nadie te atacara si estás aquí─

Comentó aquel hombre mientras se acercaba a la mesa, sirviendo la comida a las presentes.

─Realmente la gente piensa que la oscuridad es maligna, cuando es capaz de apaciguar el alma de quien se adentran en ella, ayudándolos a ver lo que en verdad importa y saber dónde y cuándo proteger─

Aquella recargaba su mentón con la palma de su mano, observando detenidamente los gestos de la rubia.

─Veo en ti un bello recuerdo… y por como actúas respecto a esa espada y que su portador no la tenga… ¿él se encuentra bien…? ─

Incapaz de captar las cosas, aquel azabache se interpone, colocando una mano sobre el hombro ajeno.

─No es momento de una charla comprometedora, debes comer primero─

─¡AAh!! ¡L-Lamento si dije algo incómodo! ─

Aquella se disculpaba con cierta pena debido a sus actos tan imprudentes al preguntarle sobre esa persona, ¡No debía preguntar cosas tan personales!