Decisiones arbitrarias de un rey demonio (Momo Yaoyorozu)

Aquel que iluminaba al mundo entero bastando su presencia misma en la escena, una vez más caminaba victorioso y jactancioso, como una diva en una pasarela de moda, por encima del firmamento mismo. Glorioso y resplandeciente, grande en poderío y majestad de una manera en que solamente él podría, el astro rey señoreaba sobre hombres y mujeres, sobre humanos y sobre bestias, sobre flora y sobre fauna, llenando de luz y de alegría a todo aquel que sus potentes rayos pudieran alcanzar. Bueno, no a todos en realidad.

- Joo... Lleva ya cinco minutos de retraso... ¿Y si no me ha tomado en serio? ¿O si se acobardó de repente? Quizá debí ir a recogerle en persona... Aunque dudo que me hubieran permitido el ingreso a la academia... -

Frente a una cafetería de aspecto lujoso y refinado,al lado de una calle poco transitada por peatones y ausente por completo de vehículos, sentada a una hermosa mesa de cristal destinada a los comensales de la propia cafetería, una figura femenina se hallaba impacientada, esperando mientras bebía una taza de té de quinientos yenes. Su semblante era claro y muy hermoso. Sus ojos dorados eran como dos soles resplandecientes, y eran sus cabellos celestes como un océano que ondulaba levemente al compás del viento que le acariciaba. No más de ciento cincuenta centímetros de estatura, y un peso que posiblemente no rebasare los cuarentaicinco kilogramos.

Una niña. Eso es lo que era a la vista. "Si no es un ángel que había descendido del cielo, tiene que ser una niña" pensaría cualquiera que la viese. Y esa conjetura no podría, ni en un millón de años, alejarse más de la realidad. Nadie podría adivinar que aquella entidad era realmente un rey demonio. Uno con el poder para devastar una ciudad entera por su cuenta, sin el menor sentimiento de compasión o arrepentimiento en asesinar de las formas más enfermizas y crueles a cualquiera que se interponga en su camino.

El slime simplemente soplaba con gesto inocente a su té verde. El líquido estaba hirviendo ciertamente, pero no era por eso que lo hacía. A decir verdad, aquel andrógino no podía sentir frío o calor, por lo que no necesitaba realizar tal acción. Tampoco lo hacía por costumbre, pues no hubo, o al menos no recordaba, un momento en el que su vida hubiera sido diferente de entonces. Aquello era más bien como un reflejo involuntario, de una vida pasada quizás, que le llevaba a tener cuidado, aún cuando el rey demonio no conocía cómo se sentía una quemadura.

Las mejillas del slime se inflaban de una forma que le hacía ver adorable cada que jalaba aire para poder soplar a aquella ardiente bebida. Mientras tanto sus piernas golpeteaban suavemente la silla, como solamente un niño pequeño lo haría. Ese era un signo suyo de impaciencia. Comenzaba a desesperarse tras no ver a quien tantas molestias se había tomado para citar, habiendo enviado a la heroína una carta con las siguientes palabras:

"Estimada señorita Yaoyorozu:

El motivo de la presente es informarle sobre las recientes operaciones del Internado Asgard.

Sabemos de primera mano que el "Kosei" que posee usted es útil en gran manera y puede llegar a ser muy poderoso en las manos correctas, motivo por el cual hemos puesto la vista en él. En un principio, consideramos atractiva la opción de reclutarle a nuestras filas; mas, conociendo de antemano que un héroe nos rechazará en seguida, hemos descartado esa opción rápidamente. En su lugar, tengo la capacidad de adquirir las habilidades de aquellos a quienes ingiero, motivo por el cual hemos decidido terminar con su vida, con la finalidad de obtener su sorprendente poder.

Estamos conscientes de que acudir a las instalaciones de Legacy para conseguir nuestro objetivo por la fuerza podría resultar en graves bajas para ambos lados. Con el fin de evitar muertes innecesarias entre los miembros de Asgard, solicitamos su entrega voluntaria, ofreciendo a cambio una muerte rápida e indolora, y mi juramento bajo mi nombre como rey de que nadie que no se involucre resultará herido de esta negociación.

Por tanto, le invitamos a asistir a la cafetería "Dolche Dessert", cuya dirección está al reverso de esta nota, con el fin de discutir esta situación con mayor detalle, así como poder escuchar su opinión personal y así llegar a un acuerdo. Avisamos de antemano que, en caso de que no se presente antes del mediodía de este lunes, comenzaremos a disponer de los civiles en el área, con la esperanza de que los gritos suplicantes de inocentes en agonía sean suficiente incentivo para hacer aparecer a una heroína. También recomendamos encarecidamente que asista sola, pues nos tomaremos la libertad de neutralizar a quienquierasea que le acompañe, con el fin de mantener la situación bajo control.

Agradece su atención y queda de usted


Aquel mensaje había sido entregado el domingo por la noche a través de una lechuza mensajera, al más puro estilo de Harry Potter. El rey demonio realmente estaba interesado en aquella chica a la cual había combatido en aquella guerra entre Legacy y Asgard en New York, donde la azabache era uno de los estudiantes que fracasaron rotundamente en su intento por frustrar los planes del internado. En esa ocasión, poco faltó para que Rimuru asesinara a la joven que peleó con todas sus fuerzas, sin recibir él ni un pequeño rasguño.

Si, el poder de la heroína era sorprendente, pero era nulo comparado con el del Great Demon Lord. Sin embargo, la atención de aquel se vio atrapada, no solo por la individualidad, sino por los ideales de esa chica. No lograba entender por qué alguien pondría su propia vida en riesgo, aún sin tener la más remota posibilidad de vencer, con el objetivo de cuidar de personas que no le conciernen.

- Por eso me interesa más hablar con ella que su poder en sí, pero... ¿Acaso en serio no vendrá? -

En su pacífica estadía en la academia Legacy, donde los integrantes velaban por el bien de la humanidad y todo ser viviente, fue que con un aleteo pacífico una lechuza se acercó hasta ella con algo parecido a una carta atada a una de sus patas. Al principio, por inercia planeaba alejarse si el ave nocturna se acercaba demasiado, pero cuando divisó el papel, fue que se dispuso a acercarse. Una vez que la tuvo en sus manos fue que sin titubear un segundo, sacó del sobre lo que sería la carta en si. El emisor fue Rimuru Tempest, quién recordaba perfectamente en la batalla contra Asgard. Batalla en la cuál fracasaron, y gracias a ello era que la azabache se había propuesto volverse más fuerte.

Antes de comenzar con la lectura del mensaje, supuso que Asgard buscaba algo de Legacy. Tendría que informarlo a un superior.

Sus ojos interpretaban cada palabra, el pálido rostro de la jóven fue mostrando el asombro y morbo que le provocaban las palabras escritas con tinta sobre el papel. Era curioso que una caligrafía tan refinada expresase semejante atrocidad. Sintió miedo. Lo primero que hizo fue retroceder, en un deseo de evitar la realidad. Retrocedió sin notar que la pared estaba a tan solo unos centímetros, por lo que chocó con la misma, provocando que reaccionara.

¿Por qué ella, precisamente?, Se preguntaba. No creía tener nada tan especial pero aún así la deseaban.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, una gota de sudor frío cayó por su rostro y sus piernas temblaban. Nunca antes había vivido una situación así. Básicamente se encontraba entre la espada y la pared, puesto que si le contaba a alguien podía ser que se creara un nuevo conflicto entre ambos bandos, destruyendo así nuevamente vidas y ciudades. No podía permitirlo, por lo que en ese mismo instante fue que se decidió por presentarse. Era tan solo ella, quién podría sacrificarse a cambio de los demás.

Aún así, era su vida. Y una sola. ¿Que podría hacer?. Si tan sólo alguien pudiese darle una solución, apoyarla, ayudarla. Pero no era así, estaba sola en contra de las mentes siniestras de Asgard.

Los días siguientes a recibir la carta, Momo se veía muy inquieta y nerviosa, era obvio que ocultaba algo pero nunca le mencionó nada a nadie. Hasta el día de la junta, dónde antes de irse le dijo a Ayana Shade las siguientes palabras;

"Dile a todos que volveré. ¡Esperenme con ansías!"

Estaba segura que pisaría Legacy otra vez, su deseo de vida la llevaba a seguir adelante, a pesar del miedo que le perseguía. Así fue que con sus elegantes vestimentas se presentó ante Rimuru Tempest.

En la ciudad, dónde cientos de humanos habitaban fue citada. Una cafetería, era curioso pero elegante, esperaba que hubiese té de calidad.

Llegó a su punto de encuentro, dónde una vez que atravesó las puertas de vidrio, visualizó la cabellera celeste del autor de la carta. Caminó hasta la mesa dónde estaba y ahí, frente a él, le observó con valentía.

— Buenas tardes, Tempest-sama. Disculpe la tardanza.

Dijo mientras tomaba asiento frente a la entidad infantil, con la misma carta que la llevó hasta ahí entre sus manos.


Estaba dispuesta a seguir con vida, y así ser una heroína digna de admirar. Su determinación e inteligencia la llevaría a la victoria.

– Ho?

El slime levantó la mirada al escuchar la voz de aquella a quien por un largo rato había esperado ya. El semblante de esa azabache reflejaba determinación más que ninguna otra cosa, y era precisamente aquello lo que le parecía sorpresivo al Rey Demonio. Es decir, después de todo, la estudiante había sido invitada dejando en claro que sería asesinada. ¿Quién en sus cinco centidos va con gusto a su propia muerte? ¿Es acaso aquella alguna clase de loca suicida? ¿O es que es idiota? No... No podía ser eso... Pero entonces... ¿Qué sería? No podía saberlo en ese momento. Sin embargo, la incongruencia y falta de sentido en la situación actual causaron que el demonio soltase una fuerte carcajada, como producto de la ironía del escenario, quedando entonces mirando a la contraria con una sonrisa pícara y casi cálida, que era característica ya en el limo.

– Tú no te preocupes. ¿Gustas algo? Un café, un té, un postre, pide lo que gustes, yo invito~

Su voz era definitivamente la de una niña de secundaria, pero había algo raro en ella. Era una voz... Robótica. Sintética. Como si saliera de un software como vocaloid o similar. Sin embargo, era mucho más expresiva que una computadora. Su tono era travieso, pícaro, como el de alguien que busca seducir. Y era también calmado y alegre, perfecto para una niña de catorce años, como bien aparentaba el limo. Era la primera vez que alguien le llamaba con tanto respeto. Tenía aliados con quienes tenía una relación de confianza suficiente para que le llamen por su nombre de pila sin más, y sus enemigos solían usar apodos que reflejaban su miedo para referirsele. Sin embargo, nadie solía darle una posición meramente de respeto, por lo que la forma de hablar de la colegiala le pareció interesante cuanto menos.

– Por cierto, no tienes que ser tan formal –
Dijo entonces, procediendo a continuación a dar un sorbo a su taza– digo, yo no me imagino hablándole a alguien menor que yo como si estuviera en presencia del presidente o algo así

Rimuru Tempest no entendía en lo absoluto las diferentes formas de referirse a una persona, siempre como si hubiera grados de por medio entre todos los seres vivos. Era algo completamente ridículo. Lo más normal sería referirte a todos como tus iguales, al menos cuando es tan promovido aquel mensaje de que todas las personas son iguales y valen lo mismo. Eso le parecía otro acto de hipocresía por parte de la humanidad, y la verdad es que le molestaba un poco, aún si no tenía sentido fastidiarse por ello. Pero bueno, era una mera trivialidad y no iba a hacer un escándalo por ello. Más aún, había cosas que eran más importantes y de las que el demonio sí quería hablar. No sabía si serían de importancia para la mujer, pero lo eran para Rimuru, y no estaría satisfecho hasta saciar su curiosidad.

– Bueno, supongo que si has venido aquí es porque has leído mi invitación –
el rey demonio nuevamente bebió un sorbo de té entre una idea y otra, siempre con una alegre sonrisa y un infantil gesto– ¿Puedo dar por hecho que vienes con la convicción de ser mi desayuno? En caso contrario, imagino que hay algo que te gustaría decir. Eres libre de hablar y expresarte. Me gustaría saber qué piensas al respecto~

Contraria a su agresividad imbatible durante los eventos de Manhattan, era la actitud de la pequeña mucho más afable en esta ocasión. Quizá podría afirmarse que se debe a que el lugar es mucho más tranquilizador, o a que el no estar en combate le permite tener una postura más relajada. Lo único cierto en ese momento era que el limo era mucho más abierto y condescendiente, y nada que ver con el monstruo que en la ocasión anterior había sido capaz de prácticamente extinguir una ciudad. Y fue así que, una vez más, llevó la taza a sus labios y bebió el contenido con una tranquilidad contagiosa, bebiendo entonces en esta ocasión todo el contenido del recipiente, habiendo despojado al cuerpo de cerámica de toda la vida y calor que alguna vez hubo albergado.

Tras dejar la taza sobre la mesa, una seña a la distancia le bastó para hacer presente a uno de los meseros del establecimiento. Este, con bastante cordialidad, preguntó si en algo podía servir, a lo que el limo contestó pidiendo otra taza de te verde y una rebanada de pastel añadida a eso. Además, si la joven azabache quisiera algo, ese sería el momento indicado para pedirlo. Tras haber tomado la orden, el mesero se retiraría, dejando nuevamente solos al demonio y a la heroína. El demonio no se encontraba sino tranquilo y paciente en tanto que esperaba por la respuesta de su contraria. Si tan solo podía entender el punto de vista de aquella, toda esta reunión no habría sido en vano, y ese era motivo suficiente para detenerse a escuchar en lugar de actuar con base en sus impulsos como normalmente haría.