Tentación al lado oscuro (CITA)

Antiguo castillo de Merak
Hora: 18:00PM

Un joven había llegado a las ruinas de los antiguos enemigos de Legacy. Algunas murallas partidas dejaban ver el interior del desolado castillo. Dentro no había cosas ni muebles, pues los ladrones ya s ello habían llevado todo.

Nunca el castillo de Merak ha lucido tan vacío y andrajoso. Solo un frío y potente viento resonaba en los abiertos pasillos provocando un terrorífico eco. Sin embargo, aunque decaído, era un lugar especial para la privacidad, pues dos jóvenes habían concertado una cita.

Así pues, en un rincón de muro caído, un joven se quedó esperando al otro.

Sujeta la cabellera, que tiraba de púrpura a rósea, en una coleta baja por un lazo albo de satén, flotaba sobre el aire. Algunos cabellos se oponían, y se levantaban rebeldes sobre su cabeza o le surcaban la cara, inmaculada y de expresión conformista y leal. Con la misma facilidad con la que el viento barría el polvo y la tierra acumulados en las ruinas, despeinaba a Gowther cada vez que éste acomodaba un mechón de pelo por detrás de su oreja. Vestía sencillo, como quien va a un picnic: se trataba de un traje de verano, largo en las mangas y corto en los pantalones, que apenas le llegaban a las rodillas sonrosadas. Y aunque era todo color crema, cada pieza poseía un tono que le hacía fácil diferenciarse incluso del blanco puro de la camisa. Sobre su regazo se unían sus manos, cerradas sobre un pañuelo con la letra L bordada en dorado. De vez en cuando, en el momento donde el polvo se levantaba y cegaba a Gowther, éste protegía sus labios y su olfato con la tela de dicho pañuelo.

Aunque traía bien puestos sus lentes, Gowther ignoraba las ruinas a su alrededor… O mejor dicho, sabía que estaban ahí; sabía que sólo hacía falta tornar la cabeza, contar hasta tres y abrir los ojos al tiempo en el que el polvo, la arena, la tierra y cada desgracia que pudiese pegársele en los cristales, para admirar la gala que hacían los muros tumbados, demacrados y cómo éstos representaban el auge de la humanidad. Lo podría haber hecho para recordar que así como el castillo que en mejores tiempos se hubo alzado imponente y elegante, su traje inocente y adorable fácilmente podría haberse ensuciado. El escenario pudo haberse mostrado deprimente, pero en aquél contexto parecido a la obra de Romeo y Julieta, le pareció apropiado. Poéticamente apropiado. De modo que esperó, de pie y con la mirada al frente, cerrando los ojos y tapándose la boca cada que pasaba el viento; peinándose y despeinándose, en espera de quién era su cita.

El pelinegro llevaba sus ropajes mas finos, como de costumbre su típica ropa de cárcel pero con una bonita chaqueta color negro encima de esta tapando asi un poco su grillete del cuello, su cabello era todo un desastre pero asi era como le gustaba mas, decidió partir hacia la zona en la que se iban a reunir èl y el otro chico que aun no conocía bien.

Pasaron los minutos de una larga caminata, no quería tomar un atajo por los arboles para no arruinar aquella chaqueta tan especial para la situación así que le toco ir como una persona decente, al estar acercándose que vio la silueta de aquel pelirosa levanto su brazo y comenzó a agitarlo como forma de saludo mientras se iba acercando hacia el lugar. Al estar allí, cara a cara, no sabia como romper el hielo así que solo le saludo y sonrió un poco nervioso ya que era su primera cita después de mucho tiempo de rechazos, no le salían las palabras, solo se veía en el una pequeña mirada avergonzada y un pequeño rubor en sus mejillas indicando que se encontraba sonrojado.