¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]

- ¿A quién demonios se le ocurre... -no llegue a terminar la pregunta cuando un largo bostezo se escapó de mi labios. Levante ambos brazos, estirándolos para acompañar aquella señal clara de las ganas que tenía de volver a mi cama y dormir un par de horas más.- ... dar una clase tan temprano? En este lugar están locos -me rasque la nuca con desgana, tratando de mantener los ojos abiertos mientras arrastraba los pies por los pasillos de la academia. Tenía sueño, por si no se dieron cuenta, muchísimo sueño y es que en serio, ¿Cómo carajos quieren que los estudiantes aprendan algo cuando llegan con el cuerpo rogando por volver a la cama? O bueno, a menos que yo fuera el único en toda la academia que llegaba con sueño a las clases, lo cual era muy poco probable.- Y así quieren que llegue a horario, ¡Mi po%$% va a llegar a horario! -el eco de mi voz me hizo darme cuenta de que el grito fue un poco exagerado, pero por suerte, al ser horario de clases, no había casi nadie caminando por los pasillos, nadie más que yo, que como es obvio estaba llegando tarde a mi clase de... ¿De qué era la clase?

Finalmente, y luego de darme un buen paseo por todo el lugar, me encontraba frente a la puerta por la que debía cruzar para llegar a la dichosa clase de supervivencia. Ja, la sola idea de asistir  una clase de esas me daba risa ¿Cuantos años había pasado sobreviviendo por mi cuenta luego del accidente? ¿Y me querían meter a una clase de supervivencia? Que mal chiste, en verdad, demasiado malo. Tome una gran bocanada de aire, resignándome a que tendría que aguantar un buen rato allí metido, muriendo del aburrimiento, y abrí la puerta de un empujón.- Hola... -apenas ingrese todas las miradas se posaron en mí, no por nada en especial,  solo que el empujón que le di a la puerta fue un poco demasiado exagerado, literalmente la hice abrirse por completo y chocar contra la pared a su lado. Ignorando el naciente murmullo entre los demás estudiantes, que de seguro ya estaban sacando conclusiones acerca de mi por mi forma de vestir y de ingresar a la clase, me acerque a un lugar que estaba libre y literalmente me desparrame sobre la silla, dejando la mochila que llevaba a un lado, sobre el suelo, y subiendo mis piernas sobre la mesa para estar más cómodo.- Avisadme cuando toque ir a la siguiente clase... -susurre a los sujetos que estaban más cerca de mí, poniéndome la capucha de mi chaqueta y cerrando los ojos para tratar de dormir un rato más.

¿Qué? ¿Estaba mal empezar así? Ni siquiera había visto al profesor, y en verdad no tenía apuro alguno por verlo, después de todo, estar en esa clase era una tontería para mí. Que fuera a enseñarles a sobrevivir a niñatos que tuvieron una vida fácil, yo me crié en los lugares más podridos que había en la "sociedad", entre viejos borrachos, prostitutas, adictos, y aun así pude sobrevivir, si eso no contaba para poder saltarme esas clases, pues que les dieran.

Ains, que bonito era dormir, dejar el cuerpo relajado y aislado de todo lo que estuviera pasando alrededor, despejar la mente... Si, dormir era una de esas cosas que adoraba, tales como conducir mi motocicleta o practicar con mis armas, y se ganaba su lugar con diferencia. Lamentablemente en el mundo no había mucha gente que supiera apreciar este enorme placer natural, un ejemplo claro eran aquellos idiotas a los que se les ocurrió meter clases de asistencia obligatoria tan temprano por la mañana. Vamos, aquello era un sinsentido, ¿Por qué tendría yo que sacrificar mis preciosas horas de sueño por una clase tan estúpida como supervivencia? Ni de coña, que el profesor o profesora diera la clase si así lo deseaba, pero que a mí no me molestara que tenía que recuperar sueño.

El golpe sobre la mesa me saco de mi momento de relajación, obligándome a tirar la cabeza un poco hacia atrás para poder ver qué había pasado, pues la capucha me restringía bastante la visión.- Exactamente -no pude evitar sonreír con cierta arrogancia ante aquellas palabras de reclamo y me quede observando por un segundo la punta de la flecha mientras mi aparente profesora la acariciaba, levantando una ceja con algo de diversión. ¿Una flecha? ¿En serio una flecha? Menudo vejestorio debía ser esa mujer para llevar una flecha con las armas existentes a tiempo presente.- Oiga, estaba cómodo así -me queje ante el repentino arrebato de mi mesa, pero decido quedarme callado por el momento, después de todo y aunque me doliera en el orgullo, no podía dejar que me expulsaran al primer día, se estipulaba en aquel contrato que debía de permanecer allí un tiempo mínimo de seis meses, y apenas estaba en mi primer semana, así que me acomode tirando la silla levemente hacia atrás y dejándola en equilibrio sobre sus patas traseras, limitándome a esperar.

- Exacto, tomad nota de lo que acaba de decir -eleve un poco el volumen de mi voz para que toda la clase pudiera escucharme, manteniendo mi mirada fija sobre los ojos de mi profesora, lo cuales, al parecer, no se apartarían de mí, mientras sonreía ladino, con cierta arrogancia y diversión- Por eso mismo esta clase es aburrida para mí, así que devuelva esa flecha a los museos de historia antigua y déjeme dormir un rato, profesora -sonreí con más amplitud, dejando a la vista mis afilados caninos, manteniendo una actitud desafiante para con la mujer que supuestamente debía enseñarme a sobrevivir... y a todo esto ¿Era una monja? Porque menudas pintas llevaba.

Siete palabras, sólo siete palabras fueron suficiente para que las cosas se calmaran. “Puede dormirse, señor Wolf, no lo molestaremos" Música para mis oídos.- No costó tanto ¿Cierto? -le pregunte a mi queridísima profesora, colocándome bien la capucha para que me cubrirá parte de los ojos y así las luces del aula no me molestaran en mi intento por dormir. Sin embargo, y para mi desdicha, la pequeña discusión me había quitado todo el sueño.- Me lleva... -suspire y me quede mirando hacia abajo, resignado a tener que aguantar despierto lo que quedaba de clase, que en verdad tampoco era mucho pero meh, en verdad no tenía ganas de escuchar las tonterías de las que hablarían.

Seguí la voz de mi profesora por el aula, curioso por la forma en que disimuladamente se fue acercando a mi mientras explicaba las ventajas que tenía un arco por sobre las armas de fuego. Pobre mujer, en verdad se había quedado en la época de las primeras pistolas a pólvora y balines. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí me alertaron sus palabras, y bien hice al ponerme atento, pues apenas termino de hablar le dio una patada a las patas traseras de mi silla, en las cuales estaba haciendo equilibrio, con la clara intención de tirarme. En serio ¿Por quién me tomaba esa mujer?. Fue muy simple para mi apoyar ambas manos en el suelo antes de que la silla terminara de caer, haciendo una rápida pirueta hacia adelante para quedar de pie sobre el borde del mismo asiento de la silla.- Déjeme abogar por las armas de fuego, señorita -sonreí mientras me bajaba de la silla y la levantaba del suelo.- Creo que usted se quedó en el pasado, profesora, porque hoy en día la tecnología de las armas de fuego ha avanzado mucho -dejando la silla en su lugar, camine hasta localizarme al frente de toda la clase y, mirando fijamente a la profesora, me quite la capucha- Hoy en día, profesora, existen pequeños aparatos llamados "Silenciadores", no sé si usted estaba enterada -imitando sus acciones, comencé a caminar por al aula, pero sin perderla de vista.- Estos disminuyen el sonido de un disparo hasta no ser más que un simple "Tick" -troné mis dedos para dar énfasis a lo que me refería.- Más silencioso que eso -me pare junto a la profesora, mirándola fijamente a los ojos.- Hoy en día existen pistolas con un alto calibre, pequeñas, fáciles de esconder y con un alcance y velocidad con  las que una flecha jamás podría ser lanzada -sonreí ladino, volviendo hasta mi lugar.- No haga creer a los demás que los arcos son más de lo que en verdad son solo por haberse quedado en la época de las pistolas a pólvora y balines, profesora -y sin más me volví a sentar, a pesar de saber que la discusión no terminaría allí, era muy difícil que terminara allí, pero bueno, al menos me entretenía un poco.

Ante la pregunta no pude evitar sonreír ladino y arrogante- Se armar cualquier variedad de arma, entre pistolas, escopetas, rifles de francotirador, subfusiles, etcétera. Fabricar hasta el momento solo he hecho pistolas improvisadas con un trozo de madera y una liga... mate a tres sujetos metiéndoles un balín por el oído -conteste sin pensármelo mucho, sentado tranquilamente en mi lugar mientras observaba a la profesora parada frente a su mesa, frente a todos.- Ahora, respecto a que me daría lo que yo quisiera, pues ya sabe... -le guiñe un ojo mientras sonreí con cierta picardía, dejando claro a qué me refería. A más de uno se le escapo una risa al entender a lo que me refería con mi tono sugerente.- Duro contra el muro -y con eso los que quedaban callados terminaron por romper a reír también, dejándose llevar por las idioteces que me salía decir a veces... más a menudo de lo que me gustaba.

El sonido de la alarma de mi móvil interrumpió el torrente de tonterías que querían salir de mi boca, metí mi mano derecha en el bolsillo del pantalón, sacando el móvil para acallar el sonido de varias armas disparando a la vez que hacía sonar la alarma.- Vaya, creo que su hora termino... -me levante de mi lugar, tomando la mochila y dirigiéndome a paso lento hasta la puerta.- O al menos para mí. Fue entretenido, nos veremos, profesora -lleve mi mano derecha, aún con el móvil en ella, hasta mi frente, con los dedos medio e índice extendidos y con un rápido gesto me despedí de la profesora, esperando poder atravesar la puerta e irme de allí antes de que llegara a citarme a la dirección o algo parecido. No era broma eso de que podría terminar expulsado el primer día, y no me apetecía para nada.

La alarma de mi móvil en verdad no era una alarma para irme de la clases, solo era una de las tantas que tenía puestas en el móvil pero que olvidaba de cancelar los días en los que no las necesitaba, pero viendo la situación preferí irme antes de que mi profesora terminara por mandarme a la mierda y solicitar a la directora mi expulsión. Una escapada estratégica, eso era exactamente lo que era.- Eso tendría que comprobarlo -respondí a su intento de hacerme quedar mal, ignorando si habría una respuesta para dirigirme a la puerta para intentar irme de allí de una vez. No obstante, una flecha clavándose en el marco de la puerta me decía que no podría irme así de fácil de la clase de aquella monja escapada del convento.

- No puede esperar que la tome en serio cuando me tiene que mirar hacia arriba... -tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no echar a reír en la cara de la mujer, eso de seguro me garantizaría la expulsión inmediata, así que mantuve la expresión neutra mientras me reclamaba por lo que acababa de hacer.- ¡Si, señora! -hice el típico saludo militar antes de dar media vuelta, abrir la puerta y largarme de allí. Detrás de mi pude escuchar como el resto se iba levantando de sus lugares, puesto que la clase al final si fue dada por concluida, algo curioso pero a lo que no le preste mucha atención. Tenía cosas por hacer antes de la pequeña cita en el jardín de la escuela.


La hora finalmente había llegado, luego de haber pasado toda la tarde dando vueltas con mi motocicleta por la ciudad llegaba el momento indicado por la profesora para estar en los jardines de la escuela. Llegar allí no se me dificulto mucho, no con la potencia del motor mejorado de mi vehículo. Ains, cuanto había trabajado en él, y todo había valido la pena.- ¿Dónde carajos está? -ya había llegado a los jardines y me encontraba dando vueltas por ellos con mi moto, con el casco puesto como me era costumbre. Tarde unos segundos en reconocerla, pero nadie me culparía por no haber asociado a la mujer con armadura que se encontraba allí con la semi-monja con la que me entretuve en clase.- Oiga -frene mi moto a su lado, mirándola aún con el casco puesto, cubierto por el vidrio paralizado de este.- ¿Usted es la monja que me cito aquí? -bueno, en ese momento de monja tenía poco. Suerte que llevaba el caso puesto, así ella no podía ver cómo me mordía el labio inferior. No podía negarlo, se veía bastante sexy así.

- No me culpe por solo haber visto a monjas usar ese tipo de capas tan raritas -me encogí de hombros, aún sentado sobre mi moto. Tuve que retener un suspiro de molestia al ser reprendido por la moto, otra vez. El primer día ya me habían dicho que no estaba permitido, pero meh, quise probar suerte y ver si por alguna de esas casualidades la profesora pasara por alto aquel detalle tan insignificante.- Que aburrida... -susurre antes de acelerar la moto, trabando la rueda de adelante para que la de atrás se deslizara sobre la tierra, levantando bastante de esta, en lo que giraba hasta dar la vuelta entera y soltar el freno, quedándome un segundo en el lugar hasta que la llanta se aferró al suelo y me impulso hacia adelante.

Deje la moto en el parking de la escuela y volví a subir hasta los jardines, caminando a paso lento hacia donde se encontraba la profesora minutos antes. Iba con las manos juntas tras la nuca, bastante relajado y pensando en qué sería exactamente lo que me haría hacer la mujer aquella. Ni su nombre sabía, aunque eso no me importaba mucho, más que nada quería saber de qué raza era para poder llamarla así y dejar el molesto "Profesora" o "Señorita", sonaba muy amable para mi gusto.

- Ya, esa "Basura" está en el parking de abajo ¿Contenta? ¿O tengo que dejar mi ropa también para respetar más a la "Naturaleza"? -preguntaría al llegar de nuevo a la zona donde la profesora estaba entrenando antes, iba con los ojos cerrados así que no terminaba de ver si seguía allí, los abriría recién después de decir aquello para comprobar que no le estaba hablando a la nada o, en todo caso, ver la reacción de la mujer. Pasar más tiempo del necesario en la academia no era algo que me emocionara, pero al menos tontear un poco con ella me entretenía. Que si no fuera por eso no habría vuelto, pero ni soñando, a entrar allí cuando mis clases del día estaban concluidas.

Levante una ceja, curioso por las palabras de mi profesora.- ¿Ahora mismo...? -sonreí ladino por la idea que me cruzo la cabeza por un momento, pero a deseche al momento, no quería más discusiones con ella... al menos por el momento. En su lugar, preferí hacer un comentario bastante más ligero para evitar un conflicto directo, solo picaría un poco, como me era costumbre hacer con todo mundo con quien me encontrara- Usted se lo pierde -me encogí de hombros, mirando alrededor y aún sin bajar las manos de mi nuca, esperando que me dijera de una vez a qué demonios me había citado allí. ¿O solo lo hacía para el día en venganza por lo ocurrido en la mañana? Todo podía ser.

- Mierda... -como no, fui tan idiota que olvide dejar las armas en otro lugar, aunque fuera escondidas en algún árbol cercano o en la misma moto. Al ser tanteado por la profesora esta se percató de inmediato de la presencia de mis pistolas en su funda, sobre mi pecho, bajo la chaqueta. Bajo el cierre de la chaqueta y metió sus manos sin pudor alguno, sacando las pistolas de sus fundas.- Esas se me olvidaron... -rodé los ojos, pero antes de que pudiera decir algo más tuvo que agacharme rápidamente, tomando las pistolas de nuevo antes de que tocaran el suelo.- ¡Oiga! -eran mis armas favoritas, las había hecho yo mismo con ayuda de unos profesionales en magia y artillería de la empresa aquella que me contrato, les tenía un especial aprecio y no dejaría que las tirara así sin más, al menos no sin... esperen ¿Acaso había dicho que me dispararía con su arco?

No tuve tiempo de pensarlo, una vez tuve las armas de nuevo en mis manos apoye estas en el suelo, dando una rápida voltereta hacia adelante para esquivar las primeras flechas que se incrustaban en el suelo al no haber llegado a clavarse en mis piernas.- ¡¿En serio?! ¡Veamos que tiene para mí, profesora! -sonreí con amplitud y arrogancia, corriendo a gran velocidad y en zigzag hasta el árbol al que previamente habían estado disparando. Ni bien llegue a este, esquivando por poco las flechas que se iban clavando en el suelo tras de mí, guarde las armas de nuevo en sus fundas y, sujetándome de una rama, aproveche la velocidad que llevaba para balancearme y subir de forma rápida al árbol. Desde allí, correría por una de sus ramas hasta llegar al final de la misma, saltando desde allí hasta donde me encontraba parado al principio y a partir de allí volver a hacer el mismo recorrido, solo que tomando una a una las flechas que se encontraban clavadas en el suelo y sobre el tronco del árbol luego. Sería divertido ver cuantas podría juntar antes de que una flecha me diera, si es que estaba disparando con verdadera intención de que una de las flechas se incrustara en mi piel, o en su defecto hasta que el carcaj se vaciara.