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¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
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Re: ¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
La forma en la que la profesora buscaba hacerme rabiar, repitiendo la frase que dijo durante la clase para tratar de hacerme quedar mal, en verdad no hacía más que causarme gracia. Pero, pese a esto, una vez más decidí tragarme mi orgullo y quedarme callado. ¿Por qué? Pues porque si llegaba a aflojar mucho la lengua terminaría expulsado, lo tenía bien claro, podía ser muy, pero muy hartante cuando me lo proponía.
El juego de "Corre que te pillo con una flecha en el pecho" comenzó de forma muy repentina, pero afortunadamente mis reflejos fueron suficiente como para reaccionar a tiempo, que si no tendría tres flechas clavadas en las piernas lo más seguro. Luego de gritar un corto mensaje a mi profesora, únicamente para dejarle claro que no le tenía miedo alguno a su arco, comencé a correr para esquivar la lluvia de flechas que iban llegando a mis espaldas. ¿Cómo no me dio ninguna? Dos opciones: O mi movimiento era muy rápido y aleatorio como para que la arquera pudiera predecirlo, adelantarse a mi movimiento y disparar a un punto en el que sabía que me apoyaría un segundo antes de que me lanzara hacia allí; o, por otro lado, que simplemente ella no buscara darme en verdad con una de sus flechas. Viendo la situación de forma objetiva la segunda opción era la más creíble, después de todo era una profesora y herir a un estudiante de esa manera... bueno, no estaba seguro si estaba permitido o no, pero vamos que dudaba que fuera así. Podía ser una academia de monstruos, pero era una academia a final de cuentas, las reglas siempre eran parecidas.
- Se quedó sin flechas... –fue lo primero que pensé al notar que las, por un segundo, dejaron de escucharse a mi espalda. Mi reacción fue automática: Corrí por la rama más larga que encontré en el árbol, la más larga que estuviera en la dirección en que había visto a mi profesora la última vez, puesto que ya no estaba a la vista, y salte con fuerza al llegar al final. ¿Mi intención? Atacar. Si se había quedado sin flechas solo quedaría luchar cuerpo a cuerpo, pero claro, en toda esta estrategia no cabía la posibilidad de que le quedaran dos flechas aún y que haya tardado un segundo más en lanzarlas solo por quererse acomodar mejor.- Joder... –susurre al ver como las dos flechas se dirigían a mí a gran velocidad y, estando yo en el aire, no podía hacer mucho para esquivarlas. Si seguían su rumbo y yo no me movía terminarían incrustadas directo en mi cabeza, u pecho en el mejor de los casos, pero vamos, no viví en las calles tantos años para no saber cómo salir de situaciones como esa. Haciendo alarde de mi velocidad de desenfundado, tome una de mis pistolas con mi mano derecha y, acumulando por una milésima de segundo energía en su mango, dispare. El disparo resonó con fuerza, y su impulso fue suficiente como para quitarme del camino de las flechas. Bueno, en verdad no del todo, pues ambas cruzaron rozando con su filo mi hombro derecha, destrozando parte de la chaqueta y abriendo dos cortes profundos, no tanto como para ser algo de lo que preocuparse, pero profundos. Aterrice unos metros frente a la profesora, guardando de nuevo mi pistola antes de, con mi mano izquierda, arrancar la manga derecha de la chaqueta entera, incluyendo la remera negra que llevaba debajo, dejando mi brazo derecho expuesto con el corto chorreando sangre que bajaba desde el hombro hasta mi mano.- Vaya mierda, un centímetro más y no me hubiera dado ni una –susurre antes de suspirar, esa era una de mis chaquetas favoritas.
El juego de "Corre que te pillo con una flecha en el pecho" comenzó de forma muy repentina, pero afortunadamente mis reflejos fueron suficiente como para reaccionar a tiempo, que si no tendría tres flechas clavadas en las piernas lo más seguro. Luego de gritar un corto mensaje a mi profesora, únicamente para dejarle claro que no le tenía miedo alguno a su arco, comencé a correr para esquivar la lluvia de flechas que iban llegando a mis espaldas. ¿Cómo no me dio ninguna? Dos opciones: O mi movimiento era muy rápido y aleatorio como para que la arquera pudiera predecirlo, adelantarse a mi movimiento y disparar a un punto en el que sabía que me apoyaría un segundo antes de que me lanzara hacia allí; o, por otro lado, que simplemente ella no buscara darme en verdad con una de sus flechas. Viendo la situación de forma objetiva la segunda opción era la más creíble, después de todo era una profesora y herir a un estudiante de esa manera... bueno, no estaba seguro si estaba permitido o no, pero vamos que dudaba que fuera así. Podía ser una academia de monstruos, pero era una academia a final de cuentas, las reglas siempre eran parecidas.
- Se quedó sin flechas... –fue lo primero que pensé al notar que las, por un segundo, dejaron de escucharse a mi espalda. Mi reacción fue automática: Corrí por la rama más larga que encontré en el árbol, la más larga que estuviera en la dirección en que había visto a mi profesora la última vez, puesto que ya no estaba a la vista, y salte con fuerza al llegar al final. ¿Mi intención? Atacar. Si se había quedado sin flechas solo quedaría luchar cuerpo a cuerpo, pero claro, en toda esta estrategia no cabía la posibilidad de que le quedaran dos flechas aún y que haya tardado un segundo más en lanzarlas solo por quererse acomodar mejor.- Joder... –susurre al ver como las dos flechas se dirigían a mí a gran velocidad y, estando yo en el aire, no podía hacer mucho para esquivarlas. Si seguían su rumbo y yo no me movía terminarían incrustadas directo en mi cabeza, u pecho en el mejor de los casos, pero vamos, no viví en las calles tantos años para no saber cómo salir de situaciones como esa. Haciendo alarde de mi velocidad de desenfundado, tome una de mis pistolas con mi mano derecha y, acumulando por una milésima de segundo energía en su mango, dispare. El disparo resonó con fuerza, y su impulso fue suficiente como para quitarme del camino de las flechas. Bueno, en verdad no del todo, pues ambas cruzaron rozando con su filo mi hombro derecha, destrozando parte de la chaqueta y abriendo dos cortes profundos, no tanto como para ser algo de lo que preocuparse, pero profundos. Aterrice unos metros frente a la profesora, guardando de nuevo mi pistola antes de, con mi mano izquierda, arrancar la manga derecha de la chaqueta entera, incluyendo la remera negra que llevaba debajo, dejando mi brazo derecho expuesto con el corto chorreando sangre que bajaba desde el hombro hasta mi mano.- Vaya mierda, un centímetro más y no me hubiera dado ni una –susurre antes de suspirar, esa era una de mis chaquetas favoritas.
Invitado- Invitado
Re: ¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
Los disparos se sucedían uno a otro, francamente, si hubiera querido darle, lo hubiera hecho pues era capaz de alcanzar a una mosca a varios kilómetros y no errar el tiro. Esa era una destreza que había ido perfeccionando a lo largo de mis años de vagar por el mundo pero, creía, esa misma destreza tenía que haber sido algo más, es decir, que tenía que saber algo de aquello cuando estaba viva, si no, no tenía sentido. Pero en ese momento, acertar podía significar problemas y gordos para mí. Sin embargo, a ambos nos servía de entrenamiento, por eso no paré hasta quedarme casi sin flechas.
Comprendí en el momento en que lo vi moverse que él se había percatado de que me estaba quedando sin flechas. Sin embargo, su expresión al ver mis flechas que se dirigían hacia él, me hicieron ver que había ganado, que aquellas dos flechas le alcanzarían. Solo esperaba no matarlo en el intento. Entrecerré los ojos al ver la velocidad en que desenfundaba la pistola y como la utilizaba para impulsarse y alejarse de la trayectoria de las flechas.
-No puede ser... -murmuré descolocada.
Tomé aire y lo eché molesta al ver que había sido capaz de salvarse por unos pocos milímetros. Sí, las flechas le habían rozado, pero, y lo diré sin tapujos, hubiera preferido que se le hubieran clavado por lo menos en un hombro. Lo miré molesta y luego miré a otro lado, por lo menos hasta que rasgó la tela y dejó las heridas al aire. El olor a sangre se metió por mis fosas nasales y un repentino ardor se apoderó de mí, el hambre me estaba ganando. Mis ojos, ya rojos de por sí, se habían vuelto más brillantes y los colmillos comenzaban a crecer demostrando qué era yo. Pero tenía que ser fuerte, tenía que vencer a mi naturaleza vampírica. Tragué saliva, respiré hondo y me acerqué a él rasgando mi propia capa. Llegué hasta él haciendo gala de mi titánico autocontrol.
-Lo hace bien para ser un crío... -murmuré vendándole la herida con el trozo de capa rasgado. Lo miré a los ojos para no tener que mirar y olisquear la sangre-. Sin embargo, tiene que aprender a ser menos arrogante -le dije tranquilamente alejándome de él-, pues su arrogancia ha sido la que ha hecho que le alcanzase -le di la espalda respirando con cierta dificultad, y eso que respirar no era algo que necesitase mucho, y para no ver más sangre-. Ahora, señor Wolf -dije sin mirarlo-, vaya a recoger todas y cada una de mis flechas -dicho aquello traté de relajarme.
Comprendí en el momento en que lo vi moverse que él se había percatado de que me estaba quedando sin flechas. Sin embargo, su expresión al ver mis flechas que se dirigían hacia él, me hicieron ver que había ganado, que aquellas dos flechas le alcanzarían. Solo esperaba no matarlo en el intento. Entrecerré los ojos al ver la velocidad en que desenfundaba la pistola y como la utilizaba para impulsarse y alejarse de la trayectoria de las flechas.
-No puede ser... -murmuré descolocada.
Tomé aire y lo eché molesta al ver que había sido capaz de salvarse por unos pocos milímetros. Sí, las flechas le habían rozado, pero, y lo diré sin tapujos, hubiera preferido que se le hubieran clavado por lo menos en un hombro. Lo miré molesta y luego miré a otro lado, por lo menos hasta que rasgó la tela y dejó las heridas al aire. El olor a sangre se metió por mis fosas nasales y un repentino ardor se apoderó de mí, el hambre me estaba ganando. Mis ojos, ya rojos de por sí, se habían vuelto más brillantes y los colmillos comenzaban a crecer demostrando qué era yo. Pero tenía que ser fuerte, tenía que vencer a mi naturaleza vampírica. Tragué saliva, respiré hondo y me acerqué a él rasgando mi propia capa. Llegué hasta él haciendo gala de mi titánico autocontrol.
-Lo hace bien para ser un crío... -murmuré vendándole la herida con el trozo de capa rasgado. Lo miré a los ojos para no tener que mirar y olisquear la sangre-. Sin embargo, tiene que aprender a ser menos arrogante -le dije tranquilamente alejándome de él-, pues su arrogancia ha sido la que ha hecho que le alcanzase -le di la espalda respirando con cierta dificultad, y eso que respirar no era algo que necesitase mucho, y para no ver más sangre-. Ahora, señor Wolf -dije sin mirarlo-, vaya a recoger todas y cada una de mis flechas -dicho aquello traté de relajarme.
Invitado- Invitado
Re: ¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
Esa mirada de molestia por parte de mi profesora, esos ojos que dejaban un claro mensaje de "Púdrete" hacia mí, eran suficiente para que el dolor de mi hombro derecho valiera completamente la pena. Estaba claro que no se esperaba que esquivara esos últimos disparos, al parecer mi pequeño movimiento para evitarlos a último momento la habían dejado un poco descolocada, y eso no podía hacerme más feliz. Romper mi chaqueta no era algo que me agradara, pero en un momento como ese el enojo era contrarrestado por el sentimiento de realización por haber podido picar a mi profesora de esa manera. No olvidaría esos ojos, y me encargaría de que ella tampoco olvidara el porqué de haber hecho esa expresión de enojo.
- ¿Por qué habla de mi como si estuviera contándole a alguien más? -"lo hace bien", "su arrogancia", ¿Estaba hablando sola acaso?.- Y no soy arrogante -claro que lo era, pero no dejaría que ella me llamara así.- El que te hubieras quedado sin flechas era una posibilidad -mire su carcaj, notándolo vacío.- Y una bastante acertada por lo que veo -sonreí ladino mientras ella terminaba de vendar mi herida con un trozo de tela que había arrancado de su capa, mirándola a los ojos con confianza.- Si hubiera salido con mis armas en mano los papeles se hubieran invertido -dije y sin más me aleje de allí, acercándome de nuevo al árbol para tomar todas las flechas que habían quedado clavadas en su tronco y luego subirme a este, buscando entre sus ramas las otras pocas que quedaban esparcidas por allí. No me negué ni queje por la orden de buscar las flechas por una simple razón: Ya había logrado lo que quería, por el momento le haría caso...
Solo por el momento.
- Tome -con todas las flechas en mano, volví a acercarme a la profesora y las tire al suelo, a un lado de ella.- ¿Desea algo más de mí, profesora? -le pregunte mientras rodaba los ojos, aburrido.- Si quiere podemos... ya sabe, ir a comprobar lo que me dijo esta mañana y repitió hace un rato -propuse en tono sugerente, esperando por la reacción de la mujer, aunque en verdad ya me hacia una idea de que me diría exactamente, pero vamos, tenía que intentarlo de nuevo.
- ¿Por qué habla de mi como si estuviera contándole a alguien más? -"lo hace bien", "su arrogancia", ¿Estaba hablando sola acaso?.- Y no soy arrogante -claro que lo era, pero no dejaría que ella me llamara así.- El que te hubieras quedado sin flechas era una posibilidad -mire su carcaj, notándolo vacío.- Y una bastante acertada por lo que veo -sonreí ladino mientras ella terminaba de vendar mi herida con un trozo de tela que había arrancado de su capa, mirándola a los ojos con confianza.- Si hubiera salido con mis armas en mano los papeles se hubieran invertido -dije y sin más me aleje de allí, acercándome de nuevo al árbol para tomar todas las flechas que habían quedado clavadas en su tronco y luego subirme a este, buscando entre sus ramas las otras pocas que quedaban esparcidas por allí. No me negué ni queje por la orden de buscar las flechas por una simple razón: Ya había logrado lo que quería, por el momento le haría caso...
Solo por el momento.
- Tome -con todas las flechas en mano, volví a acercarme a la profesora y las tire al suelo, a un lado de ella.- ¿Desea algo más de mí, profesora? -le pregunte mientras rodaba los ojos, aburrido.- Si quiere podemos... ya sabe, ir a comprobar lo que me dijo esta mañana y repitió hace un rato -propuse en tono sugerente, esperando por la reacción de la mujer, aunque en verdad ya me hacia una idea de que me diría exactamente, pero vamos, tenía que intentarlo de nuevo.
Invitado- Invitado
Re: ¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
Estaba tan molesta por su forma de esquivarme y por el olor a sangre que obvié completamente la pregunta que me hizo. Sinceramente, ni yo sabía por qué hablaba así, ni porque me hablaba a mí misma como si tuviera a alguien a mi lado. Iba a ignorar todas sus palabras para concentrarme en no oler aquel dulce olor a sangre, pero cuando me dijo que no era arrogante lo miré con cara de "¿en serio" y suspiré cansinamente.
-Wolf, no puedes dar por hecho nada -le dije directamente- ya has visto cómo te ha ido por confiar en que no llevaba más flechas -lo miré severamente-, tienes razón, me he quedado sin flechas, pero podría no ser así... -la verdad era que tenía razón, si no estaba más atento podría acabar muerto.
Ignoré lo que dijo de sus armas y le di la espalda mientras recogía todas mis flechas. Tenía que concentrarme en olvidar el olor a sangre, pues la tentación era demasiado grande. Estuve en silencio y concentrándome hasta que escuché su voz para girarme y ver como las flechas caían al suelo. Lo escuché y una sonrisa malvada se dibujó en mis labios.
-¿Que si deseo algo más? -dije cambiando mi tono de voz a uno más sugerente. Me agaché sensualmente y agarré todas las flechas de una vez y las guardé para levantarme y mirarlo de cerca, procurando no mirar la sangre-. Sería interesante comprobar eso, pero... -y antes de continuar hablando le rocé levemente la entrepierna aprovechando que me daba la vuelta- soy demasiada mujer para ti -le sonreí con picardía y comencé a caminar contoneándome a propósito-. Ahora, vuelve al castillo... -le ordené-, no es hora de que los alumnos estén merodeando... -y sin decir nada más, puse dos dedos en mi frente y me despedí con ese gesto, tenía que trabajar y no quería perder más tiempo allí.
-Wolf, no puedes dar por hecho nada -le dije directamente- ya has visto cómo te ha ido por confiar en que no llevaba más flechas -lo miré severamente-, tienes razón, me he quedado sin flechas, pero podría no ser así... -la verdad era que tenía razón, si no estaba más atento podría acabar muerto.
Ignoré lo que dijo de sus armas y le di la espalda mientras recogía todas mis flechas. Tenía que concentrarme en olvidar el olor a sangre, pues la tentación era demasiado grande. Estuve en silencio y concentrándome hasta que escuché su voz para girarme y ver como las flechas caían al suelo. Lo escuché y una sonrisa malvada se dibujó en mis labios.
-¿Que si deseo algo más? -dije cambiando mi tono de voz a uno más sugerente. Me agaché sensualmente y agarré todas las flechas de una vez y las guardé para levantarme y mirarlo de cerca, procurando no mirar la sangre-. Sería interesante comprobar eso, pero... -y antes de continuar hablando le rocé levemente la entrepierna aprovechando que me daba la vuelta- soy demasiada mujer para ti -le sonreí con picardía y comencé a caminar contoneándome a propósito-. Ahora, vuelve al castillo... -le ordené-, no es hora de que los alumnos estén merodeando... -y sin decir nada más, puse dos dedos en mi frente y me despedí con ese gesto, tenía que trabajar y no quería perder más tiempo allí.
Invitado- Invitado
Re: ¡Basta! No me hagas enfadar [Priv. Evans]
- El que no arriesga no gana -me encogí de hombros y fui a buscar las condenadas flechas, haciendo una vez más aquel recorrido que repetí varias veces de distintas maneras mientras esquivaba los proyectiles de mi profesora. Me frustraba la idea de haber "Perdido", pero con solo haber visto se gestó de enojo era suficiente para que las cosas valieran la pena. ¿Se hubiera molestado más si esquivaba perfectamente esas últimas flechas? Nunca lo sabría. Una vez tuve todas las flechas en mi mano, volví al lugar de antes y las deje caer al suelo, dejando que fueran recogidas por su dueña.
- Ja... -reí por lo bajo, muy por lo bajo, rodando los ojos tras ver esa forma de agacharse tan... insinuante, de mi profesora. Vaya, al parecer sabía cómo zorrear cuando quería, y bastante bien además.- ¿Demasiada mujer para mí? -levante una ceja antes sus palabras mientras la miraba a los ojos, dejando luego que se diera medie vuelta y se alejara sin hacer comentario alguno respecto a su disimulado roce sobre mi entrepierna.- Eso lo veremos... –la observe unos segundos mientras se iba, prestando especial atención al contoneo de sus caderas. La muy hija de puta lo hacía apropósito para provocarme, buscando mostrarme lo que, según ella, nunca sería capaz de tener en mi cama. Una amplia sonrisa se enmarco en mis labios, esa mujer no sabía con quien se había metido.
Me fui de allí a paso rápido, llegando al parking en poco más de un minutos. El parking, tome mi moto, me puse el casco, me subí y la arranque. Entonces, y recién entonces, solté la sonora carcajada que venía conteniendo desde la despedida de mi profesora. Fue un día interesante a final de cuentas, muy interesante.- Cómo disfrutare recordarle todo esto mientras me la tiro –termine de reír por lo bajo mientras aceleraba la moto, listo para ir a dar una vueltas antes de meterme a mi habitación. Por mal que hubiera comenzado esa mañana, e imposible que pareciera en ese momento algo así, esperaba con ansias la próxima clase de supervivencia.
- Ja... -reí por lo bajo, muy por lo bajo, rodando los ojos tras ver esa forma de agacharse tan... insinuante, de mi profesora. Vaya, al parecer sabía cómo zorrear cuando quería, y bastante bien además.- ¿Demasiada mujer para mí? -levante una ceja antes sus palabras mientras la miraba a los ojos, dejando luego que se diera medie vuelta y se alejara sin hacer comentario alguno respecto a su disimulado roce sobre mi entrepierna.- Eso lo veremos... –la observe unos segundos mientras se iba, prestando especial atención al contoneo de sus caderas. La muy hija de puta lo hacía apropósito para provocarme, buscando mostrarme lo que, según ella, nunca sería capaz de tener en mi cama. Una amplia sonrisa se enmarco en mis labios, esa mujer no sabía con quien se había metido.
Me fui de allí a paso rápido, llegando al parking en poco más de un minutos. El parking, tome mi moto, me puse el casco, me subí y la arranque. Entonces, y recién entonces, solté la sonora carcajada que venía conteniendo desde la despedida de mi profesora. Fue un día interesante a final de cuentas, muy interesante.- Cómo disfrutare recordarle todo esto mientras me la tiro –termine de reír por lo bajo mientras aceleraba la moto, listo para ir a dar una vueltas antes de meterme a mi habitación. Por mal que hubiera comenzado esa mañana, e imposible que pareciera en ese momento algo así, esperaba con ansias la próxima clase de supervivencia.
Invitado- Invitado
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