La Profunda Noche [Libre]

Eran alrededor de las 1:20 de la madrugada y toda la academia se encontraba en silencio, todos los estudiantes se encontraban en sus habitaciones tal vez en un profundo sueño, o alguno que otro se desvelaría toda la noche estudiando para algún examen. Esa noche me encontraba en la sala de estar de la academia que estaba totalmente oscura, pero gracias a una vela aromática que me había recibido como regalo de bienvenida de la directora la pequeña luz era suficiente como para tomar uno de mis libros y ponerme a leer, sin olvidar una taza caliente de café puro.

La noche era brillante, la plena luz de la luna entraba por los grandes ventanales del gran salón llenando de tranquilidad el ambiente, un momento perfecto para relajarse y leer un libro en silencio. La tenue luz de aquella vela aromática era lo único que se podía ver entre la oscura habitación y un dulce olor a hierbas envolvía el lugar, perfecta para relajar un poco el estrés de la rutina. De repente el profundo silencio fue interrumpido por el sonido de la gran puerta abrirse, ¿Quien podrá ser a estas horas de la noche? me pregunté.

Había tenido una horrible pesadilla sobre aquel evento del pasado que quise olvidar durante años, era claro que no podía hacerlo, de lograrlo… sería demasiado doloroso para mi hermana, quien ahora vivía conmigo en aquel departamento, suerte que la escuela nos permitió eso.
No quería despertarla, o mejor dicho no lo lograría, mi pequeña hermana tenía el sueño demasiado profundo que bien podría estar construyendo cerca y ella seguiría en su dulce sueño.

Me levante de la cama, teniendo especial cuidado de no destapar a la castaña quien dormía conmigo dado que le daba miedo a la oscuridad, la pequeña luz que iluminaba el cuarto era lo único que necesitaba mi hermana para conciliar el sueño, eso y algunas historias que suelo leerle.
Me puse las zapatillas mientras tomaba un abrigo pasa salir, un paseo nocturno ayudaría despejar mi mente, al menos por ahora. Cerré la puerta de la habitación con la suficiente delicadeza para evitar hacer demasiado ruido, puede que mi hermana tenga el sueño pesado, pero no somos las únicas viviendo en el edificio y no quiero alterar a algún vecino.
Empecé a tocar las paredes para guiarme, estaba todo completamente oscuro, normal, a esta hora de la noche las luces se apagan automáticamente. Por fortuna no necesitaba de la luz para poder caminar por los pasillos de la academia, después de todo…era ciega.

Pensé mientras caminaba hacia donde debería ir… ¿quizás al jardín? ¿o a la biblioteca? No… ninguna de las dos opciones era buena, podría asustar a alguien de tan solo deambular por ahí en un vestido blanco, podrían tomarme por fantasma y gritar…
Simplemente decidí ir a la sala de estar, ahí tenían algunos libros y podría pasar el rato leyendo hasta quedarme dormida nuevamente o en su defecto ver el amanecer a través de los ventanales.

Fui tocando levemente las paredes para hacer ruido y guiarme con el sonido hasta llegar a la puerta, abriéndola cuidadosamente.
Para mi sorpresa una tenue luz iluminaba el lugar, ¿había alguien despierto además de mí? La curiosidad me ganó y entre a la habitación.

─B-Buenas noches…

Dije con una débil y tímida voz, solo esperaba que aquella persona no se asustara por mi apariencia.
Cerré la puerta una vez que pasé el marco de la misma, una vela era lo único que iluminaba el lugar, y sentado en uno de los sillones se encontraba un hombre, ¿un profesor? ¿o algún estudiante de último año? Mi curiosidad me mataba en cierto modo, me acerque a una de las pequeñas estanterías que tenía la sala para tomar un libro y sentarme en uno de los sillones, solo esperaba que aquel hombre no se molestara con mi presencia.

Cuando se abrió la gran puerta de madera miré por un instante para ver quien podría ser, avistando a una jovensita de vestido blanco y cabellos rosados, ¿una estudiante a estas horas? tal vez no lograba dormir y venía a por algo de lectura nocturna, así que nuevamente volví a reanudar mi lectura silenciosa mientras delicadamente tomaba aquella taza de café para darle un delicado sorbo y volver a dejarlo en su platillo. Mientras leía en silencio noté que la joven se acercó a uno de los estantes donde habían un par de libros y tomando uno de ellos esta se sentó en unos de los sofas que estaban cerca, el silencio nuevamente se apoderó del lugar.

Pasaron los minutos y parecía que la noche era larga, así que me detuve mi lectura y deje el libro en la mesa sin antes guardar la pagina con un marcador, luego nuevamente tomé la taza de café y le di un delicado sorbo a aquel amargo liquido que tanto me gustaba, mientras por curiosidad miré hacía la joven que estaba a uno de los costados leyendo igualmente en silencio, llamando mi atención en aquel momento, -Disculpa si te interrumpo jovensita, pero es raro ver a una alumna leer un libro a estas horas de la noche... ¿Sucedió algo?- le pregunté con un tono de voz suave y formal como era de esperarse de un profesor dirigirse hacia una estudiante.

El aroma del lugar era agradable, era como estar en el invernadero de mi madre, recordando eso, una leve sonrisa se formó en mis labios, la lectura era buena, un libro de estudios avanzados no hace mal a nadie, podría simplemente memorizarlo para algún día usar esa información en un futuro, los minutos pasaron, el resonar de mi reloj me hacía entender exactamente cuantos minutos pasaron, más exactos unos 9 minutos, el hombre aquí presente rompió con el silencio iniciando con dejar el libro en la superficie de la mesa, tomar un sorbo de su taza, por el aroma que capte debe ser café puro. En mi opinión me gusta tomarlo con leche y azúcar… él hombre hablo con una voz suave y formal, con ese tono deduje que era un profesor, ningún estudiante hablaría de ese modo.

Dejé de leer para prestarle atención, colocando mi dedo índice en el renglón donde había parado, dirigí mi vista hacia el rostro del hombre.
Me tome mi tiempo en memorizar sus rasgos, ojos dorados…nariz fina…cabello blanco y desarreglado… Era alguien de buen ver, empecé a ladear la cabeza una vez terminé de analizarlo, pensando en que responder.

─hmmm…solo… fue un mal sueño… suele darme pesadillas muy seguido… así que suelo caminar por la noche, hablar con los fantasmas o leer un poco…

Termine confesando demasiado, dudo que me lo tome en serio, después de todo… no es normal ver a una estudiante sola a estas horas de la noche, tampoco era muy tarde… pero a la vista de un superior no es común.

─Lamento… si mi presencia aquí sea incomoda… pero no tenía a donde más ir…

Desvié mi mirada, no quería tener demasiado contacto visual, no quería que viera mis ojos… no quería que viera mis sueños… Los ojos de una persona son las ventanas del alma, donde se revelan demasiadas cosas de una persona siente, piensa, recuerda… no era bueno ver algo que no debía y menos ante alguien que apenas conozco.

─Usted… también está leyendo… ¿Tampoco puede dormir?

Pregunte ante mi curiosidad, quería saber si aquel hombre de cabellos claros estaba en las mismas o estuviera ahí por simple capricho.

Por los rasgos de aquella joven parecía ser algún tipo de maga de alguna tierra lejana, gracias a mi pensamiento a alta velocidad pude deducirlo en un par de segundos mientras notaba que ella me comentaba sobre el motivo de por qué estaba despierta a esas horas de la noche, pesadillas que parecían ser frecuentes la hacían deambular por las noches con aquel vestido blanco y al parecer por sus habilidades podía hablar con los espíritus que merodean la academia, ahora entendía los rumores de los alumnos sobre un el fantasma de una mujer que caminaba por las noches en los pasillos.

Noté que la joven mientras me hablaba sus ojos se desviaron por un momento evitando el contacto visual, ¿tal vez era tímida? ¿o tal vez pudo ver el odio y el resentimiento que albergan mis ojos? no podía saberlo, pero para mi ya era normal, después de todo soy la reencarnación de la venganza en este mundo y gracias a eso mi trabajo como profesor iba a ser complicado. Me tomé un profundo suspiro para luego volver a beber de aquel delicioso liquido amargo y dejar nuevamente la taza de café en su platillo, y con una leve sonrisa respondí la tímida pregunta de aquella chica -Ya veo... No te preocupes, por mi esta bien que recibas una dosis diaria de lectura... Tal vez eso te puede ayudar con el sueño- con un tono de voz suave y con un poco de mas confianza, después de todo a esas horas no era necesario hablar de manera formal.

Nuevamente me quede en silencio, tomando algunas pausas para responder a las preguntas de la joven para hacerla sentir un poco mas en confianza y que disfrutara del silencio de aquella noche -La verdad yo no tengo necesidad de dormir, después de todo estuve en un lugar en donde el cansancio era lo de menos que tenía que soportar en lo que puedes recibir en el infierno mismo- respondí con algo de odio al recordar un pasado oscuro en donde al final resurgí como un ser de venganza y resentimiento gracias a la naturaleza misma del ser humano, hechos que quedaran en el vacío de un odio color negro que estarían para siempre plasmados en mi actual ser.

Me sentí aliviada de no ser una molestia para aquel hombre, solo dejé escapar un suspiro de alivio mientras mis labios formaban una suave sonrisa.
En si no quería ver por mucho tiempo los ojos del contrario, pero en cierto modo, tenía curiosidad de aquel ser, ese modo de hablar…tan lleno de odio y sufrimiento...era lo que pude percibir tras escuchar aquellas palabras.
Deje el libro a un lado, no me importo cerrarlo sin colocar donde me había quedado, lo tenía grabado en mi memoria, página 32, renglón 5.

Empecé a olfatear un poco, los aromas de la habitación eran variadas, las hojas de los libros al igual que su tinta, el polvo que se juntaba entre las superficies de los muebles, las cortinas que poco a poco se movían con el viento que entraba por una de las ventanas y sobre todo, aquella aroma de la vela que inundaba todo el salón, no pude percibir el aroma de aquel hombre además del café.
Me hacía pensar en qué clase de ser estaría hablando… ¿Sera alguno de esas criaturas longevas? ¿un vampiro?  No…olería ligeramente a sangre… ¿Algún demonio? No, estos suelen tener un aroma fuerte dependiendo de la clase… ¿Algún fantasma? …puede ser, a veces ni si quiera puedo saber si hablo con una persona viva o no, en el mismo tiempo o no… era un lio averiguarlo… pero bueno, de eso se trata el ser la hija de una sacerdotisa y heredar sus dones.

Empecé a tararear para agarrar algo de valor y preguntarle… no sabía cuál sería su reacción al respecto, solo esperaba no lo tomara a mal.

─Ummm señor… ¿Puedo saber quién es usted? Y de ser posible… ¿saber si está vivo o no? Es que casi no puedo percibir su aroma…

Aunque pregunte su nombre primero, fui demasiado directa en mencionarlo… ¿Por qué soy así? ¿qué tal si se ofende por ir al grano? Quizás…sea un fantasma que no sabe que está muerto y ando preguntando lo que no debo…
Empecé a tararear levemente para calmar mis nervios y no parecer que tenga miedo, no demo mostrar miedo, no, no debo…
Sin darme cuenta… mis rodillas empezaron a temblar.

Volvía de la ciudad, pues ya era muy tarde y no quería tener que recibir un regaño de algún profesor y mucho menos de cierta pelirroja por estas cosas. Entré por una de las ventanas  -- Bueno, no hay nadie a la vista --  , justo antes de entrar vi a alguien vestido de blanco por los pasillos, por lo que me guindé por la ventana para no ser visto, aunque no sabía quien era, y con más razón debía entrar a mi cuarto rápido. Quedé pensativo un rato, de igual modo no tenía sueño y casi nunca camino por estos lados, aunque no es la primera vez que entro por la ventana jejeje,  -- Creo que mi curiosidad habló --  empecé a seguir a aquella persona vestida de blanco, sea un fantasma o no, de seguro sería algo divertido, también me gustaría conocer más de estos lugares y bla bla bla.

En una de las esquinas, aquella persona giró a la izquierda, por lo que me apresuré a ver a donde iría esta vez, y logré ver que entraba por una puerta, nunca había ido a ese lugar, sea cual sea a donde llevase. Me detuve en frente de esa puerta a mirarla detalladamente,  -- Fiu, necesito una de estas para el "Devil May Cry", las puertas ya están muy dañadas de tantas veces que he tenido que repararlas --  las personas y cosas que han ido a darme una "amigable visita" son curiosos al momento de darme un regalo, y como buena gente que soy les doy por cortesía un regalo de mi parte.

Puse una de mis orejas para poder escuchar que sucede adentro, pues parece que no era un fantasma, sino una chica y... un profesor?, no sé que sucedería si me llegara a ver, pero mis relaciones con los profesores... no son las mejores, pero tampoco las peores, algunos me caen bien. Luego de estar un rato ahí decido entrar, por curiosidad,  -- Disculpa, interrumpo algo?, buenas... noches? --  dije un poco nervioso, que me suspendiera un profesor, ni por tan rebelde que yo suela ser quisiera eso.

La pregunta de la inocente chica por un momento me causó gracia, pero era tanta que simplemente me largué a reír por el tipo de pregunta que llegaba a ser, ¿como no iba a percibir con todos sus sentidos el tipo de ser que era? no sabía si solo era ignorancia o aquella chica vivía de verdad en otro mundo. Detuve aquella carcajada de ese momento y luego suspiré profundamente, una sonrisa maliciosa se dibujó en mi rostro mostrandole el verdadero tipo de persona que era, alguien que de verdad no le importaba las cosas y solo demostraba un gran sentimiento de odio hacia toda las cosas -!Kuhahaha! ¿De verdad no sabes quien o que soy? Hmm... Creo que la noche es ciega el día de hoy... Entonces escucha bien, soy el Rey de la Caverna, mejor conocido como Edmond Dantes, soy un ser lleno de venganza y odio, ¡un espíritu vengador!- la mirada al momento de revelar mi verdadera identidad había cambiado, un brillo dorado que emanaba con todo su ser un odio y resentimiento puro con todo su ser, un manto oscuro comenzó a rodearme como si fuera el aura de todos esos sentimientos, una llama venenosa y oscura que envolvía todo en odio y venganza.

Aquella noche la luz de la luna fue eclipsada por un momento por aquel manto de oscuridad que emanaba de mi, al igual que un sentimiento de resentimiento profundo, una característica propia de todo mi ser, hasta que por un momento todo aquello desapareció en un par de segundos, y entonces volví a beber de aquella taza café que aún sostenía en mis manos -Toma esto como una advertencia, jovensita... No querrás intentar sentir mi aroma y menos estar muy cerca mio, porque podría ser fatal para ti- dejando esa advertencia me quedé en silencio para luego volver a tomar aquel libro que había dejado sobre la mesa y reanudar mi lectura como si nada. Justo después sentí que la gran puerta de madera nuevamente se había abierto, ¿quien podría ser ahora?.

Solo quería saber su nombre dado que era un profesor que no conocía…pero no esperaba que empezara a contarme de su vida pasada… cielos…
Escuche atentamente todo lo que quería decirme, sonó como una advertencia y que no debería estar tan cerca suyo.
Me parecía curioso, si era un ser tan peligroso… ¿Por qué es un profesor? ¿El director contrata a cualquiera que quiera ser profesor? ¿Qué hay de la seguridad de los alumnos?
En sí, empezaba a creer que solo era una persona resentida consigo mismo y que no quería “dañar” a nadie. En cierta forma me daba algo de pena su forma de ser, ese carácter, ese modo de hablar, esa energía… me recordaba a Colt cuando lo vi por primera vez…

No me percate mucho de lo que pasaba a mi alrededor… de hecho no sabía que había pasado en el ambiente, ¿El había hecho algo al respecto? ¿Intentaba intimidarme de algún modo solo para convencerme de alejarme de él?
Me daba demasiada curiosidad, incluso intente levantarme y estar más cerca de aquel ser…pero algo me detuvo, fue mi familiar quien a través de mi sombra me sostuvo de forma sutil, indicándome que no me acercara.
Solté un suspiro, no podía ignorar su petición ya que lo hacía de forma amable, entonces miré al profesor para luego ladear mi cabeza.

─Así que… es un espectro… interesante…

Empecé a sonreír cálidamente, en contraste a la actitud de mi superior quien mostraba cierta faceta siniestra, mi aura pura al ser una sacerdotisa desbordaba en contra del aura de aquel ser, sin duda éramos muy contrarios.
Un ser de odio y venganza junto a un ser que tenía esperanzas y sueños.
Curioso que ambos estuviéramos frente a frente en completa paz.

─Me alegra conocerle Sr. Desmond

guarde silencio unos segundos para luego ponerme nerviosa, me había equivocado en pronunciar el nombre ajeno, Vaya metida de pata.

─ ¡D-Digo Edmond! Mil perdones por confundirme.

Parecía más nerviosa por nombrar mal su nombre que de su advertencia.
Pero de pronto algo empezó a sonar, era aquella puerta abrirse lentamente para así mostrar a un joven albino quien entró en el salón con una disculpa por la interrupción.
Empecé a olfatear, su aroma era bastante fuerte, se podría decir que era una clase de demonio, solo esperaba que él no me tuviera miedo dado que siempre los demonios se alejaban de ella por su aura santa.

─Oh, no interrumpe nada joven desconocido.

Le di una cálida sonrisa para luego recibirlo con un leve movimiento de manos.

─Puede tomar asiento, leer un libro o lo que guste.

Tome el libro que había dejado en el sillón para seguir con mi lectura, no sin antes mirar al profesor y sonreírle de la misma forma cálida.

─Por cierto… mi nombre es Ayana Shade, aunque mi pregunta de antes era para saber si con quien hablaba estaba en mí mismo espacio… por así decirlo…

Subí mis piernas en el sillón para luego abrazarlas delicadamente y mostrar una mirada decaída y triste.

─Solo…quería saber si podía hacer algo por usted…pero veo que no es posible…lamento mucho molestarle.

Tras terminar de hablar, me gire a la derecha y así abrir el libro justo donde me había quedado.
La sombra que pintaba la pared a causa de la vela era muy diferente a mi figura, era sin duda mi familiar quien, ante la presencia de otro extraño, este decidió estar presente, sus ojos rojos serian demasiado llamativos para quien lo mire y causar un revuelo.  

{Colt…no es bueno que tomes mi sombra y estés ahí mirándolos…no te conocen…podrían atacarte…}

Pensé para luego escuchar la voz de mi familiar.

{No me interesa}

Esas fueron sus palabras que resonaron en mi mente, en verdad se tomaba muy en serio el deber de cuidarme, incluso estando en la escuela donde supuestamente estaba segura, deje escapar un suspiro mientras mis ojos se movían de un renglón a otro.

{Ese albino que llego no me agrada en nada}

Comentó el familiar mientras mantenía la mirada fija al muchacho.

{Siempre desconfías de todos, no me sorprende}

le respondí para seguir con mi lectura, la discusión entre si confiar en ellos o no surgió ante la preocupación de mi familiar, en verdad era abrumador estarlo escuchándolo a él todo el rato, hasta el grado que por sus regaños empezara a aburrirme, un bostezo empezó a formarse y abrí levemente mi boca para soltarlo.
Pero no esperaba que ante ello mi flama se activara y escupiera fuego sin querer.

─¡¡¡AAAH!!! ¡¡¡LO SIENTO!!!

Me asuste, no esperaba escupir fuego frente a una persona, me disculpe entre sollozos, joven desconocido de traje rojo, perdóname por quemarte las cejas.

Este lugar ya tenía mi atención, además de sentir el entorno y poco peculiar, pues escuché lo que aquél profesor dijo al revelar su identidad, me parece curioso el hecho de que todo siga en orden, la mayoría de los seres llenos de Odio y Venganza suelen ser agresivos con su entorno, curioso que él no muestre mucho eso, puse mi mirada en aquel profesor y dije -- No pude evitar escuchar su pequeña conversación, curiosa, realmente... estaré aquí un rato -- tenía un poco de interés en saber más sobre los que están aquí. Justo cuando me iba a sentar me cayó algo de fuego en la cara, por lo que expresé un poco de dolor, -- Hey!!, aaargh -- suspiré -- Te más cuidado, por favor -- luego de sobarme un poco mis cejas se regeneraron, pues era parte de mi curación avanzada como mitad demonio que soy. Proseguí a sentar por lo que agarré una de las sillas y me senté como normalmente lo hago, poniendo mis pies encima de la mesa.

Aquella chica no recuerdo haberla visto antes, quizás no me haya percatado de eso, y su aura es un tanto diferente a la de muchas chicas, luego de que dijo su nombre pensé en presentarme, -- Mi nombre es Dante, aunque algunos me conocen como el Hijo de Sparda -- no todos conocerían la historia de mi padre, tampoco es que me dedique a hablar de él con cada persona que me encuentre, ya en esta época pocos sabrían de lo que mi padre ha hecho, pero no es un tema de los que se puedan hablar en cualquier lado.

Ya de un momento a otro agarré un libro de Alicia en el País de las Maravillas, tenía curiosidad de leer esa historia, y por lo que me cuentan es entretenida y maravillosa; mi ultimo encuentro con una Alicia no fue una fiesta de té, ese conejo ya era muy sospechoso y la maldad en esa mansión estaba incluso en la puerta para entrar a esa casa, -- De donde viene usted, Profesor Edmond? -- pregunté para empezar una conversación, aun no tenía sueño y aun no quería estar en mi habitación.

La paz de aquella noche cada vez mas parecía ser eclipsada por la llegada y la curiosidad de los jóvenes ingenuos que intentaban meter sus narices en donde no correspondían, primero la joven pelirrosada el cual de alguna manera llegaba a irritarme por su incompetencia y su molesta curiosidad, luego aquel individuo que llegaba de  manera despreocupada a altas horas de las noches con una actitud que también me irritaba aún mas, parecía que estaba a punto de estallar.

Me tomé un profundo suspiro y miré a ambos jóvenes con una mirada cortante -Mucha charla por esta noche, intentaré seguir mi lectura silenciosa y espero que no se desvelen hasta muy tarde... Recuerden que mas tarde tienen que asistir a clases y no quiero verlos llorar porque no durmieron nada.- les dije de manera seca y precisa, para luego centrarme en seguir la lectura desde el punto anterior al que me había quedado.

Leyendo de manera pausada y tranquila, cambiaba cada pagina luego de haber bebido un poco de café el cual aún estaba a una temperatura caliente y agradable, haciendo perfecto aquella combinación de lectura y cafeína junto a una noche que parecía ser un poco mas agitada que antes, pero esperaba que no llegara a ser mas incomoda la presencia de aquellos jovenes y arruinaran un momento de relajación que tan pocas veces llegaba a tener por la gran cantidad de trabajo.

Me sentí aliviada al saber que aquel chico albino no obtuvo ningún daño considerable, logrando regenerarse al instante, ventajas de ser demonio, supongo.
En verdad me había asustado por el hecho de que mi flama pudiera quemar los libros a mi alrededor, por suerte no tuvo el alcance que se esperaba.
Nuevamente me disculpe con aquel joven albino quien solo pidió que tuviera más cuidado. Al parecer se llama Dante y es hijo de un tal Sparda, me sonaba el nombre, pero no era que me interesara saber, lamento eso, no me gusta meterme tanto en la vida ajena.
Al parecer quería iniciar una charla con el profesor, quien respondió cortante, pidiéndonos que tomemos silencio y lo dejemos con su lectura.

─E-Esta bien, Sr Edmond…

Supuse que era porque sería uno de los pocos momentos donde estaría en paz, los profesores trabajan todo el día sin importar la raza que fueran. Me sentí algo culpable al estar en este lugar, ¿debería irme? ¿o simplemente continuara con mi lectura? A decir verdad, perdí el interés en ese libro, lo cual tome en mis manos, me levante del sillón para colocarlo en su sitio para después de la oscuridad sacar mi libro favorito: El principito.

Sé que es una lectura infantil a la vista de todos, pero me gusta mucho ya que me recordaba a alguien con quien leía gustosa ese libro.
Regresé al sillón para ir abriendo aquel libro en su primera página, cerré los ojos y empecé a tocarlo, era un libro especial en muchos sentidos, no tenía letras como los demás, estaba en braille y las decoraciones de las hojas al igual que las imágenes también estaban marcadas, el libro era grueso en comparación al original.

Empezaba a sonreír inconscientemente mientras pasaba las yemas de mis dedos por cada párrafo.
Cada letra, cada renglón, cada página, los acariciaba con cierto cariño. Yo no me había percatado, pero algunas flores empezaron a brotar hermosamente por mi cabello y partes de mi cuerpo, como mi rostro, brazos y piernas. El aroma que salía de estas eran muy relajantes al grado que quizás provocarle sueño a quien lo oliera.
No solo eso, algunas pequeñas lagrimas empapaban mis mejillas, brillando levemente gracias a la poca luz que la vela brindaba en aquella oscura habitación.

¿Estaré recordando algo que olvide? ¿Sera que inconscientemente este usando mis poderes? No lo sabía, pero tampoco quería averiguarlo, solo quería seguir con mi lectura y esperar que no me interrumpieran.
Seguiría hasta quedarme dormida o en su defecto, inconsciente. Colt, quien estaba oculto en la oscuridad de la sala de estar, me vigilaba atentamente, esperando que nada me pasara.
Solo quería seguir con aquella lectura mientras los recuerdos poco a poco vayan acabando con mi poca conciencia y pierda el conocimiento para así descansar.

Ese comentario de aquel Profesor me pareció un poco fuera de tono, aunque el siendo algo diferente a lo que se consideraría un humano, -- Llorar? ja!, ni que necesitase dormir para poder recuperar energías... mucho menos un café para seguir de pie -- es un poco molesto el hecho de ni conocerlo y que sea así... pero da igual, mientras sea como es me importa un bledo, pero que se llegue a meter conmigo y me toque la paciencia, mis habilidades de caza demonios le darán un pequeñito saludo.

Empecé a leer cualquier cosa para distraerme un rato, aquí hay muchos de los cuentos los cuales de niño solía leer, fabulas, leyendas, mitos e historias de caballeros, aunque han habido historias e interpretaciones de las leyendas de mi padre, en algunos lo ponen como el más cruel y sádico demonio, y en otros como la salvación de la humanidad, un héroe del cual sus hazañas meritan grupos religiosos y esas cosas... la verdad no me llama la atención saber de eso, con lo que tengo de conocimiento me conformo, y tampoco es que haya mucha diferencia entre quienes quiere tener el podre de mi padre y destruir o conquistar el mundo, me estresa tener que lidiar con ellos.

La noche con el pasar de los segundos se volvía cada vez más fría, solitaria y perfecta, no podía comer en este lugar y mucho menos en frente de un profesor, dentro de poco mi flojera me empezaría a dar un sueño profundo, por lo que irme en cualquier momento es lo mejor, hasta entonces estaré aquí viendo que sucederá pronto, aun tengo la esperanza de ver algo interesante en este sitio.

El ambiente de aquella noche parecía recuperar su tranquilidad, pensaba que la llegada de aquellos jóvenes arruinaría el momento de paz que estaba disfrutando, pero de alguna manera lograban provocarme irritación por esa molesta inocencia y curiosidad que tenían, recordándome momentos de mi vida que nunca pensé volver a recordar lo cual me irritaba mas. Con el fin de olvidar esos pensamientos desagradables tomé una vez mas aquella taza de café que estaba sobre la mesa, para luego beber del liquido hasta darme cuenta de que este ya se había acabado, volviendo a dejar la taza de café sobre la mesa me quedé mirando hacia el gran ventanal que daba una hermosa vista nocturna del exterior, quedándome observando por unos segundos para luego decidir retirarme hacia mi habitación por esa noche.

Antes de cerrar aquel libro guardé el capitulo en el cual me había quedado con un marcador y sostuve de manera mas cómoda el libro bajo el brazo, para luego levantarme de aquel cómodo sofá que tantas noches lograba disfrutar cuando venía a leer algún libro a este lugar. Justo antes de tomar la taza de café que estaba sobre la mesa y retirarme, me di cuenta del estado de cansancio de aquellos jóvenes que estaban a poco de quedarse dormidos, en ese momento suspiré por lo ridículo que parecía la situación -Denme un respiro...- dije murmurando para no llamar la atención de los jóvenes. "Que se la va hacer..." pensé en ese momento, para luego acercarme a un gran mueble que estaba a un lado de la gran habitación en el cual había dejado un par de mantas la noche anterior en caso de emergencias, abriendo uno de los cajones saqué 2 mantas blancas que parecían estar recién lavadas por el dulce olor a rosas, para luego ir dejando una manta a cada uno de los jóvenes sobre sus cabezas para que se abrigaran y no se pescaran ningún resfriado.

Una vez que les dejé una manta a cada uno me acerqué hacía la mesa para llevarme la taza de porcelana en el cual estaba bebiendo café, para luego caminar hacia la gran puerta de madera que daba hacía los pasillos y las escaleras, sin antes detenerme a un paso de la salida y dirigirme hacia los estudiantes una vez mas -Que tengan una bonita noche, jovenes... Buenas noches- despidiéndome con un tono de voz mas suave y calmada que anteriormente, después de todo era un profesor y no podía ser siempre tan hostil con los alumnos. Luego con un movimiento suave abrí la puerta para abandonar la sala de estar y dejar detrás de mí el típico sonido de una puerta que le faltaba aceite en la bisagra al cerrarse, aquella noche a pesar de los molestos detalles y la corta interacción que pude haber tenido con ellos, al menos podía llevarme aquella rabia por la estupidez de la naturaleza humana conmigo mismo y no dañar a los que viven de manera ciega ante el amor y el odio, esperando que algún día pudiese enseñarles lo que se oculta mas allá de aquellos principios.

De verdad que el ambiente de esta noche era realmente acogedor, disfrutaba cada letra que sentía con las yemas de los dedos mientras imaginaba los escenarios de aquel fantástico libro, a pesar de querer leer hasta terminar el libro, poco a poco empezaba a sentir pesadez, si, estaba empezando a desmayarme o quedarme dormida, que es básicamente lo mismo.
Intentaba moverme sin éxito alguno, ya no respondían mis piernas, estaba paralizada casi por completo, era cuestión de tiempo para que no pudiera siquiera pensar.
Antes de indicarle a mi familiar que me ayudara, el profesor de cabellos claros se levantó de su asiento para luego ir a recoger algunas mantas, ¿Acaso le dio frio? Pensé mientras mantenía mi atención en sus movimientos, tenía los ojos cerrados desde el inicio que empecé a leer y quizás aquel hombre pensó que estaba dormida.
Sentí la vibración de sus pasos acercándose a mí, para luego cubrirme con aquella manta, curioso… alguien que se mostró hostil y amenazarme de no acercarme a él empezaba simplemente a mostrarse amable y gentil.
Sabía que todo ser maligno tenía su lado amable.

Esperé a que aquel hombre saliera de la sala de estar y que sus pasos se alejaran lo suficiente como para empezar a moverme, o al menos intentar, mis piernas no respondían desde el primer intento, solté un suspiro.

─Colt… No puedo mover mis piernas… ¿Podrías cargarme?

Empecé a abrir mis ojos con tal de ver a mi familiar salir de la sombra en su forma humana, un hombre joven azabache, de ropajes oscuros, piel pálida como un muerto y ojos rojos como la sangre.
Aquel ser me miraba fríamente para después soltar un suspiro.

─Está bien… te cargare y llevare a tu habitación.

El azabache mira de reojo al albino, quizás aquel chico no se había percatado de su presencia y se asustaría o atacaría de forma repentina, Colt simplemente se mantenía firme y atento ante cualquier movimiento.
Me sujetó con delicadeza y fue levantándome para apegarme a su cuerpo, se giró en dirección a la puerta y dar unos pasos al frente para después parar.

─…Buenas noches…

Se despidió el azabache para luego crear unas extremidades sombrías para abrir la puerta.

─Hasta luego joven Dante.

Dije tras soltar un leve bostezo, no podía evitarlo, estaba demasiado cansada al grado de no poder moverme, Colt empezó a salir de la sala para luego cerrar la puerta con aquellas extremidades sombrías que él había creado.
Me pregunto si mi hermana se daría cuenta de mi ausencia… no, no lo creo, su sueño es demasiado pesado para que lo note.

─Ayana… Tienes muchas flores, me extraña que los presentes no se dieran cuenta.

─Bueno… no todos pueden llegar a verlos hasta que me inundan por completo… así que es normal.

─Ya veo… Debes tener cuidado, no quiero que te pase algo.

─Gracias por preocuparte…

Me acurruque en el pecho ajeno para luego cerrar mis ojos, quizás así dormiría plácidamente en brazos de mi familiar, mañana entregare la manta que el profesor Edmond me había colocado.

{Edmond… eres un ser un tanto extraño… si eres tan peligroso como dices… ¿Por qué eres profesor? Tengo curiosidad…}

Poco a poco mis pensamientos se fueron esfumando ya que había entrado en un profundo sueño.