El comienzo de una nueva vida

Ryuko dejó de leer el libro, y su mirada de nuevo atravesó a Judai, no se podía decir si estaba enfadada o molesta, su semblante siguió tan neutra y seria. No había rastros de fastidio en su cara, en cambio,  sacudió la cabeza.

—Como ángel, ya esperaba que dijeras eso —dijo—, y sobre esto, no es nada, Judai, son solo historias. No creo que me pase algo malo si leo esto, ¿verdad? De ser así, ya hubiera quemado esté libro.

Soltó una pequeña carcajada, pero amarga y sin alegría.

—Tranquilo, Judai —Su mirada era calmada—. Sé que no te gustan las guerras, pero que lea un libro sobre eso no significa que vaya a terminar como ellos, o peor. Y esto de leer cosas violentas, ya es un hábito, pero, soy cuidadosa con lo que leo, estás guerras podrían ser hasta nada más que cuentos para asustar a niños pequeños. No hay nada malo, Judai.  

«¿Que eres realmente?», aquellas palabras resonaron en su cabeza.

—¿Qué es lo que realmente soy? —susurró la joven—. Una híbrida: entre demonio y bestia. Pero si te refieres a algo más...No lo sé, Judai, aunque soy consciente de mi poder, no estoy segura de lo que soy.

En su mirada, pasó una breve sombra de desgracia y rabia, pero, fue un sentimiento que rápidamente congeló dentro de su ser.  La verdad, Ryuko quería gritar que no se confiara de ella, que era tan malvada como cualquier demonio, ¿razones? No lo sabía. Su mirada siguió neutra.

—Aún así, ¿a qué viene esa pregunta? —preguntó, su mirada fría y calmada—. No tengas miedo de responderme a eso. No voy a morderte.

Aunque sus palabras habrían podido ser de broma, no había algún rastro de humor en su cara o palabras. Y tampoco tenían doble sentido. Ryuko sabía a la perfección las dudas de Judai; ¿por que alguien como ella no era malvada y despiadada, dispuesta a hacer cualquier cosa por su beneficio? Muy simple: Tenka le había enseñado a no ser malvada, y sus hermanos a ser razonable. Mientras que alguien más le había enseñado a ser cruel… Sacudió esos pensamientos fuera, dejándolos escondidos.

Su intensa y fría mirada seguía centrada en el joven ángel, pero a la vez, no parecía esperar una respuesta.    

La joven parpadeó ante Judai. Y no dejo de mirarlo con aquella siniestra frialdad. Al ver como el chico parecía nervioso por eso de que daba miedo, a Ryuko casi le dieron ganas de reírse, pero, no pudo, ya había olvidado el sentimiento de reírse, y no estaba segura de poder recordarlo.

—Judai —su voz sonó seria, pero amable—, deja de disculparte tanto, ¿quieres? Aunque no lo sepas, de verdad te entiendo. No te de miedo decirme esa clase de cosas, no me importa la verdad.

Cerró su libro, y se lo guardó. Jugueteo con su máscara en su regazo, pero no apartó la mirada del joven y nervioso ángel.

—Tranquilo, no haya nada de qué disculparse, Judai. —dijo—. Como ángel, es normal. Los de tu especie son honestos, lo sé, y lo comprendo. Y deja de llamarme, Ryuko-san, soy yo quién te debería decir así ¿no lo crees?, además, tú eres mayor que yo. 

Ryuko no pudo evitar rodar sus ojos.

—¿Solo un crío? —repitió—, para mí que ya eres suficientemente viejo para actuar como un viejo mortal.

Ryuko sacudió la cabeza. ¿Como alguien tan viejo, era visto como crío? Eso la parecía algo más que descabellado, le parecía más bien estúpido. Aunque, le sorprendió lo joven que se veía, pero, los ángeles son ángeles, como demonios son demonios.  

—Yo soy mil años más joven que tú y me dicen que ya soy tan gruñona como una vieja —dijo—. No sé, tal vez tengan razón.

Aunque lo mencionó con tanta despreocupación, de nuevo, sus palabras estaban llenas de nada, más que simple honestidad. Muy peculiar: una joven demonio, honesta, y amable con quién de hecho, debería llevarse mal. Pero, Ryuko poco le importaba que Judai fuera nada más que un ángel. La Academia había ganado un aliado fuerte y con buenos concimientos. Eso les daba ventaja.

La joven híbrida, enarcó una ceja. No se esperaba eso, y la verdad, no creía que habría esperado una respuesta así.

—Vaya —dijo—. No creía que un ángel me diría eso, ¿ahora que más falta? ¿serpientes que me digan que tengo cara bonita?

Su voz claramente no se molestó en encubrir su sarcasmo. Claro, la joven demonio era imprudente con su lengua, pero eso no la detenía de no tenerla afilada, no, la lengua de Ryuko era tan afilada como la garra de un águila, y no le importaba.    

Ryuko Hakai, miró con algo de incredulidad mezclado con algo de sorpresa.

—La verdad, eso no era lo que me esperaba. —susurró la joven, sus ojos aún fijos en él.  No dijo nada más se quedó viendo  esa pequeña “serpiente” que había dicho aquel cumplido. Ryuko se dio una cachetada mental. Agarró el dulce entre su índice y pulgar derecho, y lo quemó en cuestión de segundos.

—No es que no me haya agradado tú comentario —dijo—. Me la comería, pero creo que una cerveza a fue demasiado. Gracias de todas maneras.Y, ¿cómo algo como yo es tan lindo? ¿comiste demasiado?

La verdad, Ryuko se sentía de un tanto halagada al escuchar tal comentario de un ángel tan joven. Ryuko no sabía si decirle que era guapo o algo cursi, pero, no se arriesgo. Sabía que se lengua estaba hecha para herir y no para dar cumplidos.  

La joven se quedó callada mientras Judai recitaba algo parecido a un poema sacado al azar, o simplemente la lengua del ángel fue entrenada para decir cosas así; poemas sacados de la nada. No supo qué decir.

—Pensaba que los ángeles eran ángeles y no poetas. —dijo la joven descaradamente, sin molestarse de pensar como reaccionaria el ángel. Su mirada seguía como siempre, entrecerró su único ojo, pero no demostró estar enfadada.

—Sí me disculpas, tengo que irme, Judai. —dijo la joven antes de ponerse de pie y ponerse la máscara en su cara, antes de solo despedirse con la mano, sin mirar atrás. Su compañía le había parecido agradable, pero, prefirió guardarse ese comentario para sí misma.