Batalla en el acantilado (Erik)

Recibió la energía que le había transmitido Jellal pese a estar inconsciente, la magia de Erik también hizo que recobrara el conocimiento más rápido, recuperó gran parte de su salud, aún estaba adolorida y con visibles rasguños y moretones pero volvió en si al cabo de unos minutos. Cuando despertó lo primero que vio fue a un furioso Erik con su poder de dragón activado, tomando del cabello a Jellal y lanzándolo lejos.
Se percató de que había otro hombre… con sus ojos entrecerrados y aun temblorosos trató de verificar de quien se trataba… no podía ser… era el…

Abrió sus ojos como platos. «¡¡¡EL VAMPIRO PERVERTIDO!!! » pensó Juvia exaltada y nerviosa.

Se levantó de golpe, acción que le causó algo de dolor, pues aún tenía heridas esperando sanar, se acomodó de rodillas y apoyándose con los brazos en el suelo, estos temblaban. ¿Era acaso miedo? Recordó aquella noche cuando fue raptada y torturada por el vampiro hasta casi morir.

—¿Por qué está aquí? ¿Habrá venido a matar a Juvia? —susurró para ella misma. Observó al pelirrojo, parecía que estaba por dar inicio a otra pelea, vaya hombre tan buscapleitos, terco e impulsivo al que adoraba.

— Erik-sama… tenga cuidado con ese vampiro pervertido. — susurró nuevamente, sabía que Erik la escucharía, pero tampoco podía dejarlo solo… no podía sólo mirar, aunque le tuviera un gran temor al pelimorado, se puso de pie y se apresuró a ir con el pelirrojo. — ¿Usted conoce a ese vampiro pervertido? — preguntó a Erik estando ya a su lado y vio de reojo a Lacus, pero inmediatamente desvió la mirada, en su cabeza sólo recordaba aquellas torturas que recibió, un escalofrío recorrió su cuerpo, no obstante, hacía un gran esfuerzo por no perder la cordura.

De un momento a otro, el cuerpo del enemigo bajo su pie se encendiera en un intenso brillo, posiblemente otra de las magias de Jellal. El chupasangre lo vio desde arriba, sin quitar el pie de donde tenía y sin cambiar su mirada seria y neutral. No entendía qué exactamente estaba haciendo, pero sabía que Jellal estaba demasiado débil como para efectuar algo contra él. Entonces Erik llamó la atención de Lacus hacia sí cuando le habló, mas para preguntar sobre algo que el vampiro apenas recordaba.

—¿Hm?

Su expresión cambió a una de interrogante. ¿A cuál maga se refería? Solo podía ser aquella chica de cabellos azules, en quien Lacus fijó sus ojos rojos en seguida. Siquiera recordaba lo que le había hecho, tomando en cuenta que si recordase la situación, en su mente ella debía haber muerto, la diversión que se dio le debía haber sido fatal. En cuenta de eso, acabó distraído viendo a Juvia, intentando entender o recordar algo, y acabó por no notar el movimiento de Erik.

El inicio de la acción fue cuando el pelirrojo apareció a su lado instantáneamente, y en posición de ataque contra él. Lacus notó sus intenciones tan pronto lo vio a su lado, y en un reflejo, se quitó del camino con un salto hacia atrás, aunque asimismo recibió parte del impacto del golpe de Erik contra sus costillas. Cayó en pie algunos metros distante, de frente para donde se situaban Erik y Jellal, para verlo arrojar al peliazul hacia lejos.

—Erik, ¿Que circo estás armando? Somos del mismo bando, ¿Vas a luchar contra mí por una humana?

Cuestionó sonriente, mostrando ridiculizar totalmente la actitud del hombre cobra, que honestamente no comprendía al principio. Aún no sacaba su espada, pues el confronto no era serio lo suficiente para necesitarla. El hecho de que el pelirrojo estuviera con la apariencia un tanto alterada lo hacía percibir que estaría usando un poder que él no conocía, lo que parecía ser una mutación genética, aunque poco le importaba, pues el veneno de su aliado —ahora adversario— no surtía ni un efecto en su cuerpo inmortal.

—Entonces conoce profundamente a esa chica a quien alega que yo me divertí con ella y quiere vengarse...¿? Hahah, interesante...

Concluyó, hablando consigo mismo, para en seguida volver a dirigir la palabra a su contrario, ya habiendo entendido la situación, o eso pensaba el vampiro.

—Hey Erik, sabes que tú no eres quien para querer enfrentarme, yo te supero por mucho en fuerza y habilidad. Retrocede de esa idea ridícula y te dejaré ir, compañero.

Le habló a Erik, de manera confiada y autoritaria, como quien veía todo como un juego, continuando a mostrar su arrogante sonrisa.

Sus cinco sentidos estaban apagados. Ya no podía dar más combate. Al menos parecía que Erik protegía de cierta forma a Juvia. Jellal no tenía nada que hacer allí. El cuerpo del peliazul comenzó a brillar de un blanco intenso. Y de un instante a otro, más rápido que una bala, se "teletransporta" a 300 metros del lugar y cae sobre unos arbustos. Comenzó a reptar hasta llegar a un camino en donde unos dos estudiantes de Legacy lo socorrieron y lo llevaron a la enfermería.

Abrió los ojos y unos enfermeros cabra lo estaban tratando. No podía combatir en esas condiciones. Tuvo un pequeño momento de lucidez, y se acordó de cómo hirió a Juvia. De cómo sus pies quedaron hecho pedazos. — Juvia... Erik...  — balbuceó y luego quedó inconsciente de nuevo. Se preguntó qué estaría pasando en esos momentos cerca del acantilado.

:Jellal se retira del tema:

Aquella arrogancia en el vampiro hacia que su furia aumentara poco a poco, tanto se distrajo por su molestia que no noto cuando el peliazul se habia ido, lo que si tomo toda su atencion fue ver que la maga de agua se habia recuperado y estaba en pie a su lado.

- El es Lacus....lo conozco por una mision y por que me negue a cortarle la cabeza cuando se me ordeno -

Se acerco de forma lenta al pelimorado con cierta precaucion ya que sabia lo peligroso que podia ser el vampiro, despues de todo lo habia visto en batalla asi que no iba a ser tan imposible como suele ser.

- Subestimarme de esa manera hara que vayas muy confiado Lacus...no soy tan debil como piensas -

Alejo un poco a la peliazul para no ponerla en peligro mientras que el veneno comenzo a caer de sus garras, se coloco en posicion defensiva esperando a que el se acercara a atacarlo, aun que el sea muy rapido sabria sus movimientos por el sonido de sus musculos al moverse, lo unico que lo preocupaba es que su veneno lo afectara.

Se quedó en silencio cuando Erik confirmó conocer a Lacus, por un momento pensó que eran amigos o que algo cercano los unía, debido a la repentina aparición de este, quien se había ofrecido a ayudarle.
Retrocedió unos pasos cuando el pelirrojo la hizo alejarse para no exponerla al peligro.
Erik se preparaba para pelear, de sus garras escurría una sustancia extraña, él era conocido por poseer ese poder venenoso como Dragon Slayer.

Observó como se ponía a la defensiva esperando un ataque por parte del pelimorado.
¿Debía dejarlo enfrentarse a Lacus? Nuevamente las imágenes de aquella noche vinieron de golpe a su cabeza, llevó ambas manos a esta y temblaba. Sería muy descabellado decir que desarrollo un cierto trauma, pero así fue, aquella noche en que el vampiro la había torturado generó dicho trauma, por lo que quería a toda costa detener a Erik, sin embargo, sus piernas no respondían. Sus pensamientos probablemente habían sido leídos por el pelirrojo.
A pesar de la intimidación que le generaba el contrincante de cabello morado, tomó el valor de correr hacia Erik y detenerlo del brazo.

— Por favor, Erik-sama, no haga esto, no tiene que hacerlo, deténgase. — rogaba desesperada, esperando que desistiera de la idea de enfrentarse al vampiro.

—U-Usted no lo sabe, y tampoco es algo de lo que Juvia quiera hablar en este momento, pero… Juvia no quiere que a Erik-sama le pase lo mismo, así que por favor… deténgase… — dijo esto mientras se aferró a la espalda de Erik, abrazándolo con tal fuerza que le impedía dar un paso más hacia enfrente. Lagrimas brotaron de sus azulados ojos.

Fue así que rápidamente giró a Erik, y lo atrajo hacia ella agarrándolo por la nuca, sus labios se posaron sobre los del pelirrojo, besó con cuidado su labio inferior y, seguidamente se apartó.

— Por favor, deje de guardar odio en su corazón, Juvia no quiere perderlo. — exclamó.

Sus blancas manos se posaron sobre las mejillas de Erik, lagrimas se deslizaban por el rostro de Juvia manteniendo su mirada fija sobre él, no era nadie para subestimar o determinar un ganador, Erik sin duda es fuerte, sin embargo quería evitar que saliera herido tal como ella, después de todo sabía que el vampiro estaría dispuesto a matar.

En el principio de aquel momento a solas entre los tres, el vampiro solamente era espectador de Erik aclararle su identidad a la maga. Observaba la escena cómo quien solo espera deseoso que se inicie la acción que lo incluya.


Luego fue cuando el pelirrojo tomó la delantera y comenzó a acercársele en defensiva, derramando veneno y dedicándole palabras de un intento de rebatir las suyas, dejando a Juvia atrás. Podía notar el recelo que Erik tenía de enfrentarlo, y eso le daba aún más certitud sobre la inferioridad de ambos.

—¿Qué pasa? ¿No te atreves a atacarme, miedica?

Pregunta, impacientado por la lentitud de su adversario, y no solo eso lo incomodaba. Al vampiro le caía lo más inconveniente y burlesco que Erik esperase que él realizara el primer movimiento, cuando el motivo de aquel enfrentamiento no era algo de su interés, y si de interés únicamente del mismo Erik.

Era risible ver cómo el sujeto impedía a Juvia de entrar al campo, como si él hubiera tenido la más mínima intención de atacarla, contando que esta vez no estaba con sed o caso contrario ya habría usado como alimento a ella o a Jellal desde un inicio. Los antojos y actitudes del vampiro eran tan espontáneos que, quitando la necesidad de beber sangre frecuentemente, no era hábito repetir situaciones como la de aquella noche a menos que le diera en la gana.

Entretanto, cuando la batalla posiblemente estaba a punto de estallar, Juvia detuvo al hombre cobra, rogándole que no cumpliera su venganza.

—Hah, lo que faltaba. Debía haber previsto...

Comentó consigo mismo.

La sonrisa del vampiro se había borrado mientras presenciaba la nueva situación. También escuchaba cada palabra que la maga decía. De poco, fue recordando partes de la noche de diversión que tuvo con ella, y entendiendo alguna cosa, pero debido a la interacción entre la pareja, acabó ignorado por ambos, y hartándose de estar solo esperando.

—Ustedes no debían descuidarse tanto delante mío.

Les llamó la atención desde aquella misma distancia.

—Lárguense si solo piensan hacerme perder tiempo, no me interesan sus dramas asquerosos.

Ordenó de forma altanera.