Evento – La locura del Gran Rey Demonio

Un sofocante calor se apodera de la escena,la situación está compleja al enfrentar al malvado Dabi y al recién ausente Lacus,quien dejo un letal ataque, el que gracias a las enredaderas de Silene, Bakugou consigue a duras penas esquivar agachándose velozmente, sin embargo,el semblante del explosivo joven es una gran mueca de resistencia,de esfuerzo mientras la enredadera de su compañera ateniense resiste las llamas con cada vez más dificultades.

Tsk...estos tipos son persistentes,pero no podemos desatar una lucha devastadora hasta que esos rehenes estén a salvo,que molestia,y ese tipo se burla de nosotros,que ganas de aplastarlo.

Se quejaba entre dientes el explosivo luchador al tiempo que el sudor recorre sus mejillas por causa del calor,su frente empapada y sus brazos brillantes por su fluido corporal que sale por el intenso calor,sin embargo,mucho de ese fuego podrá ser letal para su vida y la de los presentes,por lo que debía actuar rápidamente para controlar la situación.


Un momento...

La expresión de Bakugou cambió a una mueca de sorpresa por unos momentos cuando en un momento de observación contempló como poco a poco la enredadera creada por su compañera comenzaba a ceder abriéndose poco a poco por el intenso calor del fuego, sin embargo, Bakugou sonrío extrañamente, como si aquella situación fuera más una oportunidad que una desventaja, sumado a que el intenso calor tenía al rubio héroe empapado de sudor,lo que le resulta conveniente ya que el calor no ha comenzado aún a aturdirle.

¡Ya se que hacer! ¡Ja,espero estés preparado villano de segunda!

Exclama Bakugou con un repentino aumento de su confianza,como si en su mente hubiera creado un plan genial,por lo que adopta la posición de su técnica AP Shot Autocannon apuntando a una determinada área de la gran enredadera creada por Sil,la cual está llena de una gran cantidad de rosas de color negro, cosa que el astuto Katsuki sabe como aprovechar ya que en ocasiones pasadas el y Sil han sabido cooperar para hacer un eficaz uso conjunto de sus habilidades de combate.

¡Fuiste imprudente al hacerme sudar de esta manera...¿Acaso olvidas que entre más sudo más fuerte se hace mi don?!...¡Toma...AP Shot Autocannon!

La potente ráfaga de disparos es lanzada hacia la enredadera de Sil,sin embargo,el ataque utilizado por Bakugou es un movimiento creado para atacar en espacios reducidos y de forma constante,además la enorme cantidad de sudor que el calor le ha provocado potencian la fuerza del ataque,el que comienza a abrirse paso en medio de las ramas y las rosas,saliendo al encuentro de las llamas de Dabi con una considerable potencia,sin embargo,hay algo más...el ataque de Katsuki ha empujado una gran cantidad de Rosas Pirañas que potencian el conjunto ofensivo haciendo que las llamas de Dabi sean frenadas momentáneamente,logrando ganar un poco de tiempo para formular una jugada para salvar a los rehenes,empero,dicha jugada debe ser ejecuada rápidamente,ya que el ataque de Bakugou por si solo no será capaz de resistir por mucho tiempo la embestida del fuego azul de Dabi.

No podía expresar sus sentimientos, estaba mas que agradecida con Silene poe haberla liberado de los hilos que la habían sujetado por tanto tiempo, ahora podía moverse con libertad. Pero no debía tomarse a la ligera lo que debía hacer después. En silencio, y como única respuesta a lo que decía Silene, repetidamente asentía con la cabeza, cediendo. Tomó los guantes que se le fueron entregados, y se colocó un par, los otro los mantuvo en su mano izquierda, y con la otra, recibió las rosas azules.

╼ ¡Muy bien, Silene!

Y cómo se le fue encargado, con ayuda de las rosas, liberó de los hilos a Gowther y Eri, dandole un pequeño abrazo a la última. Todo el tiempo estuvo preocupada por ella, y saber que saldría a salvo, la relajaba. Finalizó aquel abrazo, y puso unos guantes en las pequeñas manos de Eri, y acto seguido, le dio un par a Gowther. Y para finalizar, les entregó una rosa azul a cada uno.

╼ Bien, deben ayudarme... Con las rosas cortaremos los hilos, y llevaremos a los rehenes a un lugar seguro, ¿entendido?

Fue lo último que les dijo, y cuando estuvo algo tranquila, estando protegida por las enredaderas de Silene, se puso a pensar en lo que había sucedido segundos antes. Su movimiento había funcionado, pudo ganar un poco mas de tiempo, para que ninguno fuera afectado por las peligrosas llamas de Dabi. El mismo tiempo que pudo haber ganado, empezaba a jugarle en contra, a ella y a sus compañeros, era predecible que las enredaderas de Sil no aguantarían mucho mas a las ardientes llamas, y colocando las cosas peores, un ataque que no había previsto lo tomó por sorpresa, y sólo fue capaz de reaccionar a tiempo cuando observo a Katsuki agacharse, y ella cómo acto de sus reflejos, lo emito, cuando lo hizo, lo único que se le fue afectado fue su cabello, que al ser tan largo, no tuvo la misma velocidad que su cuerpo al agacharse, provocando que aquel ataque terminará cortando parte de las puntas de su cabello, aunque no fue mucha la cantidad, los cabellos celestes yacían en el suelo. En ese mismo momento pensó, que si no la hubieran liberado de aquellos hilos, lo que fuera sido cortado no sería las puntas de su cabello, sería su cabeza. Al pensar en eso, un escalofrío recorrió toda su espalda. En el momento en el que reaccionó, fue porque la voz de Katsuki logró sacarla de sus pensamientos, se le quedo observando por unos segundos, mientras que el calor hacia su efecto, haciendo que escasas gotas de sudor bajaran por su frente.

Sus ojos siguieron a Katsuki, y se mantuvo en silencio, algo extraño en ella sin duda. Su semblante cambió a uno sorprendido, a causa del movimiento del chico, el que abría poco a poco un espacio entre las enredaderas, eso la alarmo, estaba acelerando el paso en el que las llamas llegarían a ellos, pero, no se mantuvo en su lugar. Flexiono ambas piernas, apoyándose del suelo con sus brazos, su rostro oscureció repentinamente, ya no se tomaría a juegos las cosas, muchas vidas estaban en juego, la de sus compañeros, y la suya. Respiró hondo, y justo en el momento en que las llamas de Dabi fueron retenidas, expulsó una mínima potencia de ondas bajos las plantas de sus pies, e impulsándose, dio un saltó que con ayuda de aquellas ondas, le permitiría permanecer en el aire. Ambas manos se encontraron de nuevo, juntándose una a otra, con las palmas apuntando a Dabi. De sus palmas fueron expulsadas ondas, al setenta porciento de su potencia, estás iban directo al usuario de las llamas; Dabi. Su intención era derribarlo, y estaba segura de que lo lograría. El setenta porciento tenía la capacidad de derribar a un usuario que pudiera aumentar su tamaño cómo el de un gigante, ya lo había probado por ella misma antes. Por lo que, si sus ondas llegaran a tener contacto con su objetivo, sería derrumbado al instante, y sería mantenido en el suelo hasta que la potencia de las ondas fuera anulada.

No entendía lo que sucedía, pero estaba completamente nerviosa. Quería moverse y salir de ahí, pero sabía que si lo hacia los hilos causarían cortes en partes de su piel por lo que trato de mantenerse como una estatua.
Se quedó calmada, los nervios recorrían sus venas y los latidos de su corazón aumentaban cada vez más rápido; quería escapar. Pequeñas lagrimas brotaban de sus ojos, la pequeña de Eri mostraba temor y miedo ante aquellas personas.

╼ ¡Nejire!
Grito lo más fuerte que pudo, quería salir de ese infierno. Al notar como había sido sacada de los hilos seco sus lágrimas para después dejar que la mayor colocara aquellos guantes en sus pequeñas manos. No entendía, ¿Qué era esa rosa? ¿Y si era algún tipo de trampa? No podía utilizarla, tenía mucho temor.
Volteo su mirada para fijarse en aquellas personas de atrás, los rehenes, quería salvarlos; quería sacrificarse por ellos, pero su miedo la vencía. ¡No! Tenía que ser fuerte y poder ayudar a escapar a aquellas personas, tenía que hacerlo, ella podía.
Tomo la rosa entre sus manos para después ir a cortar los hilos que mantenía atados a los rehenes, sentía un maldito miedo inmenso que la tascaba, pero ella podía detenerlo; tenía que dar lo mejor para poder salvar las vidas de aquellas personas.
Empezó a cortar los hilos con aquella rosa azul, quedo sorprendida por su belleza. Nunca había visto una rosa tan hermosa. Era de visitar mucho el jardín de la academia, pero esta rosa no se igualaba a las demás, bueno, dejando eso de lado la tomo entre sus manos para seguir cortando los hilos que sostenían a las personas.
Trataba de hacerlo con cuidado, ya que no era buena cortando, nunca en su vida había agarrado alguna tijera o algo filoso por lo que trataba de cortar aquellos hilos con suma delicadeza.
Noto como los demás estaban tratando de pelear, sabía que no podía intervenir, la única forma de ayudar era salvando la vida de los demás, eso la hacía feliz.

Justo después que el chico dragón hubiera sido aplastado brutalmente por las enormes Raíces de Rosa Negra, aquellas estructuras vivientes que no pueden ser quemadas ni por la más intensa de las llamas, el ambiente quedó en completo silencio. El cadáver no gritó ni se quejó. ¿Habría muerto al instante acaso? No, eso no era posible. El poder que había demostrado debía ser digno de un monstruo de fuerza y resistencia absolutas. Entonces ¿Qué diablos había pasado en realidad?

– ¡Magnífico, magnífico!

Una voz resonó por el amplio y hermoso jardín con fuerza. Esperen ¿Hermoso? ¿No había sido demolido con aquel impacto del pelirrojo? ¿Por qué estaba el sitio completamente en su lugar? Nada era claro. Nada era certero. Sólo algo se podía apreciar con claridad en medio de tan extraña escena, y eran los aplausos y alabanzas que resonaban por todo el sitio. Sin embargo, tan pronto como la siguiente figura hiciera acto de presencia, toda duda quedaría intacta o disipada por completo; todo dependía de si esta era familiar a los ojos de quien la mirase.

Esta silueta se transformaría poco a poco en un hombre alto y delgado, vestido de forma extravagantemente elegante, como si hubiera salido de una historia medieval. Prendas finas y perfumadas, de un vistoso color esmeralda, que terminaban donde una melena de colores de ébano comenzaba. Largos y despeinados cabellos castaños que coronaban al eufórico hombre que prorrumpía palabras de alabanza y de agradecimiento ante el espectáculo que sus ojos habían presenciado.

– ¡Como era de esperarse de un Rey Demonio! ¡Qué sublime ejecución! ¡Que habilidad de planificación! ¡Acabar a un usuario de fuego haciéndolo pedazos y sepultándolo sin que sus llamas puedan salvarlo de su fatídico destino! ¡Y en un tiempo récord! Definitivamente es usted digno de reconocimiento, su majestad~

El hombre de voz grave y llamativa pronunciaba un halago tras otro a la niña que frente a él se encontraba ahora. Sería difícil adivinar si sus palabras eran sinceras o solamente quería confundir a su oponente más de la cuenta. Extendió la mano entonces, haciendo aparecer en ella un libro abierto, a medio escribir, mientras una pluma de ganso era invocada en la mano restante del extravagante escritor.

– Sé lo que se pregunta, mi señor. "¿Quién, pues, será este que me conoce y reconoce mi poder, pero del que ni siquiera su nombre logro obtener conocimiento?" Escuche bien, su alteza, lo que ahora voy a expresar. ¡Soy el espíritu heroico de clase Caster, William Shakespeare! Yo soy el narrador de esta obra, y usted es mi protagonista. ¡El protagonista de una sublime tragedia que apenas está por comenzar!

Antes que siquiera el contrario pudiera reaccionar, el escenario nocturno fue borrado por completo, dejando en su lugar una verde pradera iluminada por el astro rey. Sin jardín, sin raíces, sin cadáver, sin Asgard. Solamente el Demonio y el Escritor, mirándose frente a frente.

Luego de que Lacus abandonara el lugar, Dabi se puso en guardia, sabía que aquellos jóvenes no eran héroes que debían subestimar por lo que estaría atento al mínimo movimiento que estos ejecutaran. Dabi veía un movimiento anormal en sus llamas, al instante supo que sus llamas habían sido retenidas, una sonrisa ladina se hizo presente en su semblante. Sabía bastante bien de qué eran capaces, más del héroe explosivo, sabía que su sudor era el combustible para aquellas explosiones.

Su fuego de un momento a otro se empezó a mover de manera violenta y de ahí empezaron a salir proyectiles, las llamas poco a poco se debilitaban por lo que Dabi está vez extendió ambas manos y dejó escapar una brutal flama, el doble que la anterior, tal fue la potencia que fue arrastrado un par de centímetros cuando liberó tal poder, haría que ahora se sofocaran haciendo que las partículas eran oxígeno del lugar se evaporaran.

Dabi sin más, empezó a liberar fuego por montón, la habitación empezaba a arder y hasta el estaba empezando a sofocarse, por lo que empezó a retroceder hacia la salida, hasta que, de repente, por un pequeño espacio pudo divisar a la fémina de cabellos celestes flotando por los aires liberando un ataque contra él.

── Mierda... ── susurró el joven de orbes azulados, iba a intentar esquivar dicho ataque, así que con la mayor velocidad corrió hacia al lado derecho pero fué en vano, la onda lo alcanzó y lo pegó literalmente al suelo, su movilidad fué impedida gracias a la onda de poder, Dabi frunció el ceño y apretó la dentadura, con toda su fuerza empezó a mover su mano mientras que al mismo tiempo se iba haciendo débil la ráfaga de poder con la que había sido atacado.

Luego de estar derecho volteó a ver hacia donde había venido aquel ataque, sus manos se iluminaron y gritó.

── ¡No te metas en mi camino! ── de nuevo Dabi volvió a soltar una nueva ráfaga de fuego contra aquella chica; la ráfaga en cuestión era inmensa, esta se unió con la anterior inundando el lugar con llamas, llegando a cubrir el techo, las paredes, e incluso invadieron el espacio del antihéroe.

Luego de ejecutar tal ataque, corrió hacia la salida, pues el lugar se había quedado totalmente sin oxígeno, hasta él mismo estaba sofocandose. Ya al estar en los pasillos de aquel inmenso lugar, esperó a que su compañero se hiciera presente, aquella llama había sido tan grande que estaba seguro que Lacus se había percatado. Sentía como su cuerpo empezaba a sobrecalentarse, por lo que con ayuda de un pequeño interruptor, llamó a dos de sus últimos cuatro clones. Uno de ellos tomó su lugar mientras que el verdadero Dabi fué a un lugar apartado; debía regular su temperatura si no quería que su cuerpo empezara a quemarse. El segundo clon se fue por la retaguardia para emboscar en el preciso momento a aquéllos héroes.

[Momentos antes...]

Ubicación Actual﹕Jardín

─Los pasadisos en el internado parecían ser un laberinto, uno tenebroso y oscuro. Éste mismo se encontraba plagado de hermosas flores, cada uno de diversos colores; tal cual todas juntas daban la apariencia de conformar un arco iris.
Una vista más al astro esférico cuya luz célica sin igual ilumina el campo. El joven espadachín yace aguardando, nervioso, temeroso, mas la suave brisa que acaricia en un susurro su mejilla sosiega sus miedos.

Un estruendo se levanta en la distancia, el temblor sacude la tierra desde lo profundo de sus cimientos amenazando con rasgar el mismo suelo bajo sus pies. Zenitsu con su espada intenta manterse firme, pero solo sirve de apoyo estando de rodillas sobre tierra.─



─Consternado, su mente es inundada por las dudas. El frío tacto del acero sobre su hombro le alerta y le obliga a espabilar, en un desenfunde rápido de su arma observa silenciosamente a su parte contraria.
Una doncella cubierta por una armadura, sus ojos muestran firmeza y rectitud más no conoce su procedencia. Cabello bañado por polvo de oro, ojos cuales esmeraldas en su estado más puro, piel nívea oculta bajo la vestidura de colores celestes y azul profundo.

Una sola palabra descubre tal grandeza y belleza digna de un rey, líder de la mesa redonda y cabeza de la antigua gran Bretaña. Su hogar yace perdido en el tiempo y en su letargo busca las respuesta a su sueño. El rey con la marca de león y corazón de un dragón, firme e incorruptible; se alzan los cánticos al mítico ser invencible portador de la espada sagrada incrustada en la roca, ajena a los siglos.─



─No pretendía sonar agresivo o que su adversaria se sobresaltase en gran manera. Pero sus palabras iban cargadas de la seguridad, fiereza e inquietud. Por su apariencia podría discernir que no se trataba de una simple persona, un soldado mas no uno de Asgard, sus características eran distintas de las que conocía.─



─¿quién en el mundo delataría su posición? Debería tratarse de un idiota en toda ley, aunque quería confirmar sus sospechas. Podría tratarse de algún enviado por parte de la academia de Legacy o un infiltrado de Asgard todo con el objetivo de confundir al recién llegado cazador de demonios.─


─No se le permitía dudar una segunda vez.─



[Minutos después...]

─Desde el encuentro con aquella caballero, el silencio abarcaba cada esquina de la estructura. En el interior de las habitaciones, las salas de estar, las tinieblas se habrían apoderado completamente del cielo para ese entonces y las estrellas acompañarían a su Majestad la reina en ese lienzo oscuro durante su desfile.

De brazos cruzados el joven rubio se encaminaba por el largo pasillo que conectaba el lobby con la cocina. Ahora acompañado por su "compañera", en pos de su misión que se les fue encomendada debían de encontrar el recinto donde los rehenes se encontraban a merced de sus secuestradores.─



─No contaba con un gran olfato como lo tenía Tanjiro, aunque tenía un sentido agudo de la audición, el cual a través de arduos entrenamientos y feroces combates en contra demonios lo ha llevado a convertirse en una ventaja fuera o dentro de la batalla.─


─No era solo cuestión de percepción, sino también de intuición, y...justo frente a sus ojos se había cumplido.
Dejó el pasillo tras sus espaldas a pasos agigantados cuando se encontró ahí, de frente; aterrorizado y estupefacto por lo que veía. Las nubes grises de humo se alzaban en el firmamento desde el balcón y ventanas visibles de la habitación a tan solo 300 metros de donde se ubicaba.─

[Internado Asgard – Habitación de Rimuru Tempest. Hace unos minutos]

« El nombre del individuo es desconocido. Su apariencia indica que se trata de Natsu Dragneel, de la Academia Legacy. Sin embargo, el aura que emite es similar a la de Arturia Pendragon. Definitivamente se trata de un espíritu heroico. »

La conversación del Rey Demonio con su habilidad continuaba, mientras el primero comía un pocky tras otro en la comodidad de su cama. Una vez que descubrieron que el enemigo era un farsante, las ideas para tratar el asunto comenzaron a formularse una tras otra. No sabían absolutamente nada del oponente, salvo que no se trataba del verdadero Natsu. Por tanto, la estrategia para eliminarlo debía ser cautelosa.

– Tan simple como esto. – Exclamó el Demonio – Investigar al mocoso tomará tiempo que no tenemos. Me separaré en dos, así podremos lidiar con este tipo hasta averiguar lo que quiere y al mismo tiempo ayudar a Lacus-senpai y a Dabi.

« Solución: El usuario Rimuru Tempest tiene la capacidad para lidiar con múltiples oponentes haciendo uso del proceso "Separación". El plan formulado tiene altas probabilidades de éxito. »

– Perfecto, hagamos eso entonces~

[Internado Asgard – Jardín Principal. Presente inmediato]

Las raíces habían logrado su cometido mucho más fácilmente de lo esperado. Aplastar al enemigo había sido tan fácil que sabía que era una trampa. Realmente sería ridículo que tremenda fuerza tan abrumadora hubiera sido mitigada por un ataque tan débil. Sin embargo, aquellas habían conseguido sacar de su escondite al verdadero responsable, quien aplaudía con aspecto de maravillado ante sus obras.

« Gran Sabio, inicia el proceso de análisis.
...
...
¿Gran... Sabio? »

El slime entró en pánico inmediatamente al no recibir respuesta de su habilidad. En todos los meses que llevaba de haber despertado en aquel mundo desconocido sin recuerdos de su vida o de lo que solía ser, solamente una mano lo había sostenido incondicionalmente. La mano protectora de Gran Sabio había hasta ahora conseguido liberarlo de absolutamente cualquier dificultad. La Habilidad Única era para el Rey Demonio como un asistente, como un mayordomo, un confidente y un guardian. Una entidad sin ego, sin emociones, sin empatía.

Enteramente racional, matemáticamente perfecta, y con el único propósito de asegurar el éxito en cualquier decisión que el slime se propusiera, aquel ser casi omnisciente había sido el verdadero director de aquella impresionante obra que era conocida como Rimuru Tempest. Y en todo ese tiempo había sucedido un patrón infalible que el peliazul encontraba desconcertante. Si hasta ahora Gran Sabio había respondido cada pregunta de manera inmediata e infalible ¿Por qué no contestaba ahora?

El demonio entró en crisis rápidamente mientras el contrario se posicionaba frente a él. La forma en que se expresaba, las palabras que utilizaba... Ese desgraciado conocía al Rey Demonio, y esto es lo que más le aterraba. Sabía incluso que Gran Sabio no había podido darle respuesta cuando este cuestionó el nombre del Caster. Ese idiota tenía todo planeado, y Rimuru no podía soportarlo. No podía soportar que alguien hubiera logrado estar un paso adelante de él, pero no podía hacer nada al respecto.

« ¡Escucha, maldito...! »

Las piernas del limo comenzaron a temblar cuando este finalmente descubrió la verdad: Gran Sabio se había ido definitivamente. Para poder entender esto, he de aclarar algo muy importante: Rimuru no puede hablar. Nunca ha podido. Los slimes no tienen cuerdas vocales. La única razón por la que parece que Rimuru habla es porque su telepatía (uno de los procesos de Gran Sabio) le permite transmitir sus pensamientos a la mente de otros, recreando la ilusión de que lo escuchan en el mundo real. Por supuesto, este proceso es imposible sin Gran Sabio, por lo cual no era capaz de ejecutar tal acción.

El terror se apoderó del alma del demonio al descubrir que estaba incapacitado por completo sin la habilidad de la que tanto había dependido hasta ahora. Levantó entonces la mano con la intención de hacer caer un Rayo Negro a su oponente. Sin embargo, nada sucedió. En su lugar, el paisaje nocturno se había ido, dejando tras de sí un verde pastizal diurno que le provocaba una nostalgia enfermiza, la cual no lograba racionalizar al no reconocer el lugar en absoluto.

« ¿¡Qué diablos... Está pasando...!? »

[Internado Asgard – Piso -1. Presente inmediato]

– Afirmación: Las instrucciones del usuario Rimuru Tempest son asegurar la victoria de los Individuos Dabi y Lacus Welt. Es el deber de "Habilidad Extra: Gran Sabio" es cumplir con las instrucciones mencionadas.

La figura de largos cabellos cerúleos se dirigía donde los Asgardianos. Su estatura era la misma, su piel era igual de blanca y suave. Sin embargo, sus ojos de ámbar eran ahora dos intensos luceros carmesí que miraban de forma fría e inexpresiva. Aquel no era Rimuru Tempest, sino la "Habilidad Extra: Gran Sabio", que aún no descifraba cómo había conseguido el oponente separarlos y que, aún así, comprendía que la falta de comunicación entre la base de datos del demonio y la habilidad era obra del oponente que era aún desconocido para Gran Sabio.

Al llegar al sitio había humo por todas partes, y el azabache acababa de salir huyendo del fuego que él mismo acababa de provocar. No tenía que entrar para saber lo que estaba pasando adentro de aquel sitio. A diferencia de Rimuru, Gran Sabio podía controlar a la perfección todas las habilidades, incluyendo la Percepción Mágica que le permitía ver a través de las paredes incluso. Ni siquiera tuvo que mover un dedo para hacer que grandes raíces salieran del suelo del sótano, con el objetivo de encerrar a Eri de la misma forma que lo había hecho el Rey Demonio con el falso Natsu. Aquella cúpula de raíces, de tener éxito, encerraría a la albina de forma que no pudiera escapar y que no pudiera entrar en contacto con los héroes. A cambio, evitaría que la niña fuera incinerada por las abrazadoras llamas azules.

– Declaración: Atención, Legacy. No tienen oportunidad de ganar. Trato: Entreguen sus miserables vidas en ofrenda al Gran Rey Demonio, Rimuru Tempest, y a cambio tendrán una muerte rápida e indolora.

La habitual voz femenina y traviesa del rey demonio había sido reemplazada por una más seria y fría, como si fuera un verdadero demonio el que hablara esta vez. Realmente Gran Sabio era mucho más atemorizante que el propio Rimuru Tempest.

Arturia Pendragón, princesa heredera al trono de Gran Bretaña, unificadora de todos los reinos de Inglaterra, una brisa fresca acaricio sus cabellos dorados. Cerrando los ojos, dio la bienvenida al cambio de temperatura. Respiro hondo, dando la bienvenida al aire fresco en sus pulmones. Algo sobre el frio cambio el aire a su alrededor y definitivamente no fue de mala manera. Sus ojos verdes azulados le devolverían la mirada seria al contrario. 

-Un caballero sólo puede confiar en otro caballero-


Artoria dirigió su curiosa mirada al susodicho y a su peculiar compañero. Fue capaz de reconocer inmediatamente su valor al blandir su espada sin mostrar duda alguna de atacarla. Estaba frente a frente pese a que sus rasgos le eran inusualmente peculiares. Antes de inspeccionar con más detenimiento al joven le debía de responder a sus interrogantes preguntas.


-Arturia pendragon Rey de los Caballeros ¿quién eres tú? No hay tiempo que perder debo encontrar a la pequeña dama-


Se refería a la pequeña Eri que correría mucho peligro, la verdadera leyenda aun no hacia movimientos algunos de ser un verdadero enemigo para el chico, la presencia ligeramente oscura no era plenamente capaz de expresar expresiones faciales, aun así, la ligera mueca en su rostro indicaba su asombro ante tal revelación aquella mirada de un guerrero que la atacaría si ella fuera un verdadero Asgardiano. Viéndolo en retrospectiva no debía ser extraño llegar a pensar que llegaría ser un verdadero enemigo de temer.


[Pocos Minutos después...]




ATRAVÉS DE LLAMAS, EL HUMO Y LAS CENIZAS….


Las llamas podrían abarcaban todo. Quemar y consumir el sitio, enfureciéndose hacia el cielo oscuro como si lo estuvieran maldiciendo por su distancia y anhelando su tranquilidad y poder proteger aquella niña inocente. Gritos de dolor, angustia y desesperación llenaban el aire como humo. Un testimonio de la furia despiadada en la mirada del caballero. La malicia saturaba la atmósfera como una manta gruesa.



El aire fríamente caliente le golpeó el rostro como bofetadas y las luciérnagas de fuego encendieron la noche. La visión era sobrecogedora. El fuego había envuelto completamente el castillo de Asgard  si todo llegaría a salirse de control todos  los  alrededores se desplomaría siendo convertidas en cenizas.



-Rápido-


Musitaba molesta por la infamante osadía de los argadianos realmente estaba furiosa, debía ser rápida sus orbes brillaba con más intensidad la luna que hacía juego con las espadas  y realizaba cortes limpio abriéndose paso entre humo pronto llegaría ayudar a sus demás compañeros, mantuvo una envoltura de viento que cubre su  Excalibur y lo ocultaba  para que no pueda reconocerse fácilmente  su espada.

Desde las alturas, fue retenido de su regreso por tener su atención repentinamente captada de lo que sucedía en la entrada de Asgard, centenas de metros en frente. Estaba un sujeto de porte y Rimuru, ambos frente a frente, pero este último estaba inmóvil y se notaba confuso. La enorme distancia no le impedía al muerto-vivo una vista perfecta del enfocado escenario gracias a su visión sobrehumana.

—¿Hmm? ¿Qué está...

Sin embargo, no mucho tiempo pudo mantenerse observando el desarrollo de la interacción de ambos, puesto que vio hacia abajo como el humo negro comenzaba a subir y salir incluso por las ventanas y puertas del piso terreo del edificio, además de ciertos temblores en la arquitectura, haciéndolo notar que las cosas salían del control. De inmediato, saltó del balcón y aterrizó en la superficie.

—Jaj, Dabi ¿qué hiciste? no me digas que estuvo tan difícil. ¿?

Comentó consigo mismo, dado a que antes mismo de haber dejado la habitación, ya tenía a todos como muertos en su mente. Ingresó, entonces, nuevamente al internado.

En los corredores del primer piso:

Corría en sentido a una de las escaleras que conducía al subterráneo, donde todo se había iniciado y de donde provenía el humo. Habiendo bajado, seguía el camino por un corredor mientras podía escuchar una voz reconocida, que pertenecía al Gran Sabio de Rimuru y que ya le había hablado directamente en una ocasión. Era extraño, si ha poco había visto al mismo del lado externo, mas no se profundizaría en ese detalle al momento.

Una espesa cortina de humo que cubría todo el ambiente lo recibió, además de que estaba infernalmente calurosa, sofocante y sin oxígeno. Agitó su espada una vez, provocando que parte del humo pudiera esparcirse hacia los lados y darle una vista más clara de los enemigos, revelando también una gran planta que nacía del suelo en medio a los presentes, obra de la 'verdadera versión demoníaca de Rimuru', como el vampiro clasificaba.

—Que bárbaro, ¿siguen vivos? jajaj

No le dirigió la palabra a Gran Sabio, sino que hablaba con los miserables mortales a quien posiblemente el slime procedería a devorar. Se adelantó un poco, acabando en guardia parado frente a un largo corredor donde por casualidad pilló a lo lejos la figura de Dabi, y más atrás de los rehenes venía otro Dabi. Presumió que alguno de ambos sería un clon; conocía esa habilidad del lanza fuegos y sabía que tenía algún plan de impedir que escaparan entonces ahí cerca al corredor se mantuvo, listo para frustrar cualquier intento enemigo de  impedir los planes del slime o de escapar, quedándose con la atención de todos a espera que sus aliados dieran marcha a sus fines.

El inmenso calor del lugar y la falta de oxígeno que se hace cada vez más grave,tienen a Bakugou bastante resentido,un poco atontado y debilitado por el humo y el sofocante calor que impera en el sótano,sin embargo,la voluntad de aquel héroe es inquebrantable,por lo que a pesar de las adversidades trata de mantenerse de pie con su mirada fija en la enorme cantidad de llamas,una mirada furiosa que busca el punto adecuado para intentar derrotar a aquel gran obstáculo que podría liquidar a todos los presentes.

Sin embargo,algo distrae su atención,su compañera Silene susurra algo que Katsuki logra entender sin muchas dificultades,por lo que en su rostro se dibuja una confiada sonrisa mientras dirige su mirada al sitio de donde provenían las instrucciones de Silene, quien se ha hecho invisible por efecto del casco de ese tal dios Hades.

Ya veo...no nos vendría mal llenar este sitio de agua para apagar ese maldito fuego,ja,pero no me quedaré de brazos cruzados,este plan nos permitirá vencer a estos bastardo.

Apresurando sus movimientos,Bakugou agilmente toma un poco más de distancia del inmenso fuego buscando parte del piso y el techo del lugar para crear una distracción y dar tiempo a Silene para rastrear la presencia del liquido que da la vida, es entonces cuando Katsuki procede a disparar ráfagas explosivas de moderada potencia contra el suelo del lugar y ocasionalmente al techo,tratando de causar alboroto y llamar la atención de los asgardianos para darle tiempo a la greca de cumplir su objetivo.

¡Jajajajajjajaja!...¡Voy a liquidarlos sin importar lo que hagan basuras,no van a ganarme jamás!

Exclamaba el joven héroe mientras moviéndose ágilmente por el lugar lanza explosiones contra el mismo lugar para generar distracciones,empero,su cuerpo esta debilitado por la falta de oxígeno,por lo que ocasionalmente sus movimientos se entorpecen por el agotamiento.

Tsk...apresúrate Silene,si lo logras tenemos ganada la batalla...

Entre dientes se decía a si mismo confiando en que el plan de su compañera servirá para salir de aquel infierno.

Su maestro, le ordenó a recurrir a la ayuda de ciertas personas, incluyendo a legacianos. Y como toda angeloid, ella aceptó, con un sencillo "Sí, maestro", aumentando el tamaño de sus alas, las cuales habían sido encogidas antes, terminando por desplegarlas y salir de la vista de su maestro, en cuestión de segundos. Ella perfectamente sabía a donde ir, las coordenadas ya habían sido entregadas poco antes de salir, era cuestión de minutos para que llegará, ya que, podía volar a una gran velocidad. Una pequeña pantalla estaba frente a sus ojos, mientras que, si la veías fijamente, estaban llenos de códigos, los cuales desaparecieron cuando había llegado a su objetivo.

-> Ikaros, reportando su llegada.

Su voz era seca, pero está llegaba a hacer resonar por todo a su alrededor, asegurando que su voz fuera escuchada por todos los que estuvieran cerca. Descendió, y cuando sus pies tocaron el suelo, su mirada observo a dos personas, trató de registrarlas, pero optó por ignorarlos y seguir con su objetivo. Encogió sus alas, sabía que podrían estorbar mientras que se adentraba. Por sus Ahoge's, que soltaban contracciones cuando su amo estaba en peligro, pero en ese caso, los ha modificado. Estos soltaban contracciones cuando estaba cerca de otro ser, por lo que, recibió una contracción cuando estuvo a punto de entrar en un corredor, así que, retrocedió y buscó otra entrada por aquella "habitación" que expulsaba humo, concluyendo que ese era el lugar donde tenía que ayudar. Pocos segundos le costó para encontrar una entrada. Apagó sus Ahoge's y se adentró, terminando en el sótano, donde habían personas privadas de su libertad por todo el lugar, notando que a la mayoría le costaba respirar. Ante sus ojos, podía observar que gran parte del fuego seguía vivo, amenazando la vida de los rehenes, así que, activo una de sus habilidades, "Aegis" el cual, atrapó a las llamas. Aquella habilidad trabajaba como un escudo invisible, pero cada vez que las llamas hacían contacto con el, éste podía ser visible, por unos cuantos segundos.

-> Ikaros ha encontrado el objetivo.

Aclaró. Aún no había notado la presencia de más personas, para ella, solamente estaban una chica de cabello celeste, un chico que soltaba explosiones por el lugar, y los rehenes. Una voz ajena a los chicos se hizo presente, y lo que decía, lo había detectado como una amenaza. Ella no dejaría que nadie muriera o se entregará, su orden fue que salvará a cada uno de los inocentes y legacianos del lugar, y cumpliría su trabajo, aunque tuviera que volver a ser una máquina para asesinar. Se hizo paso entre el rubio y sus explosiones, acercándose por un "pasillo", que parecía ser una entrada u salida, sus alas tomaron su tamaño original, y estas empezaban a emanar luz.

-> Todo el que esté ahí hágase presente ante los ojos de Ikaros. De lo contrario, iré por ustedes, y los llevaré afuera para presentarles su final.

Sus ojos no demostraban vida, pero por su semblante, podía notarse que aparentaba estar molesta. Se quedó en silencio, esperando algún tipo de respuesta a su llamado.

Su rostro empezaba a oscurecer, la molestia era notable en su expresión, estaba agotandose, cada onda que expulsaba era con menos potencia que la anterior, si bien sus ondas eran energía vital, empezaban a carecer de está. Aquella llama que liberó Dabi pudo herirla gravemente, a igual que sus compañeros y rehenes, fue al último momento, que reaccionó, expulsando por sus brazos y pies, ondas de cincuenta porciento de choque, elevándose hasta estar pegada al techo, y con ambas manos, expulsando ondas, empezó a lanzarlas alrededor de los rehenes, tratando de contener las llamas. Las ondas que salían de sus pies empezaban a agotarse, pero las que salían disparadas de sus manos, aumentaban su impacto de choque, conteniendo el fuego lo suficiente para que no llegara a los rehenes.

Se estaba esforzando, para cumplír con el pedido de Silene. Su vista empezaba a nublarse, sus pulmones exigían oxígeno, había estado tanto tiempo entre el humo que empezaba a hacerle daño. Las ondas que disparaba, empezaban a perder el control, haciendo que las llamas amenazaran por herir a los rehenes. ¿Acaso no era suficiente? ¿no podría ser una heroína capaz de proteger a esas personas? No quería rendirse, su sueño estaba en riesgo, pero sobre todo, las vidas de personas inocentes estaban en peligro. Sus ojos empezaban a cerrarse por si solos... Parpadeo tras parpadeo, cada vez amenazando por no volver a abrir sus ojos. El humo había sido esparcido hacía los lados, y segundos después, las llamas habían sido contenidas extrañamente. Sus ondas dejaron de salir, y finalmente cayó al suelo boca abajo, respirando agitadamente, tratando de complacer a sus pulmones. Una voz femenina se hizo presente, era la única que lograba escuchar, ni los gritos de su compañero podía oir con claridad. Se puso de rodillas, sujetando su cuello con su mano izquierda, se iba a incorporar, aunque le costará.

╼ {Silene... ¿Lo has logrado?}

Susurro, toda su confianza y esperanza había sido depositada en aquella chica, para ella, podría ser la única que logrará salvar a los rehenes, o su amigo Katsuki, él aún tenía fuerzas... ¿Y ella? Estaba de rodillas en el suelo, sin hacer nada, ni intentar ayudar a Eri que había sido encerrada, ya no podía decirle que todo estaría bien... Ni ella lograba engañarse a sí misma.

DEMON SLAYER

Golden Desire

AZUFRE, CENIZAS Y FUEGO...

─Un ser etéreo que vaga en el lejano jardín de sus recuerdos, el dolor en su pecho viene a florecer en la realidad. Las campanas de la medianoche resuenan en el momento que el reloj marca las doce.

La tierra se sacude bajo sus pies, su deseo ardiente por salvar a aquellos importantes para él le consume cada vez más. El tiempo a su alrededor se detiene, recorriendo con lentitud su mismo curso. En sus ojos destaca lo lejano, el pasillo interminable de la vida, oscuro e impreciso.

El calor desprendido por las llamas se tornaba cada vez más intenso con el transcurso de los minutos, aun en esa situación presente el edificio no parecía ceder ante el fuego de color azul ¿esto había sido obra de alguno de los secuestradores?─

Asedio a la Fortaleza

─Frente a frente, sus miradas se encontraron a mitad del vacío y espacioso pasillo, allí delante yacía el joven azabache. Zenitsu freno su andar, sus orbes de color ámbar destellan cual fárol en medio de la noche. Visible e impredecible, podría la furia precipitar un adelanto en sus acciones.

Pero, no fue así. La rabia era una espada de doble filo que también podía ser usada en su contra. Debía de actuar con cautela, por lo tanto, tomó un respiro hondo relajando los latidos extremos y rápidos de su corazón desde la tensión en su cuerpo.─




─Dijo, dirigiendo éstas palabras hacia su acompañante. Lentamente colocaba su mano derecha sobre el mango de la espada que era extraída de su funda, se podía apreciar los detalles en la hoja del arma, los trazos de un rayo dibujado con suma sutileza en su filo de un color amarillo. Llamada también Nichirinto la espada capaz de cortar a través de los demonios y guiarlos hacia su muerte.─


─Setenció para finalizar. Él no conocía el hecho de que se trataba de una vil copia del original, mas no tenían tiempo que perder. No había dudas, tampoco temores, lo único en juego sería la vida de sus compañeros.─

❝ Cruzando las puertas del infierno, el suelo tiembla sin descanso. Y el valor se despierta, y así es como comienza la batalla.❞


El silbido del viento frio, una noche oscura en mayor esplendor y tormentosa, como dicen en las novelas y la próxima Gran Guerra fue infravalorada. La oscuridad permanecía y el gran rey mientras observaba al enemigo que cortésmente recibía a los héroes. Estaba lista podía luchar contra el enemigo, pelear como los leones, enterrar las garras hasta hacer jirones la carne de aquel asgardiano y moler sus músculos, era una fiera que no debía despertar su ira.



El olor a sangre y cenizas rodeaba la zona destrozada. Era un desastre las llamas producto de la batalla que enfrentaba sus demás compañeros.


-Nosotros ganaremos-



Aquellas palabras salían de sus labios, un caballero deslumbrante y galante aseguraba su victoria sin una pisca de arrogancia en su hermoso tono de voz. No era arrogante…ella no subestimaba el poder del enemigo, observaba con esa mirada gélida y esa postura imponente de un Rey, extendió ambas manos sobre la espada con firmeza. Susurró unas palabras cortas, sus ojos se tiñeron de un ámbar azulado más profundo por un instante, y dejó salir su poder.



-Aire Invisible-


Libera el viento almacenado alrededor de su espada el aire comprimido agitaba sus cabellos dorados, se formó un remolino de viento seria como un golpe agudo similar a un tornado que podía reducir un área entera a pedazos, a la velocidad de un viento huracanado cortando todo lo que se encontraba a su paso en dirección al costado del enemigo a la altura de su ombligo con la intención de alcanzar dicho objetivo. El aire despedido desde la hoja de la espada, cuya estructura no puede ser determinada embarca todo el extenso pasillo amenazando con fragmentar el cristal de las ventanas en los laterales.