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Evento – La locura del Gran Rey Demonio
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Lacus Welt
Dabimm
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Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
La mano del verdadero demonio se extendió al aire, en dirección a donde el rey demonio se encontraba y de dónde provenía el ataque que este último recién había ejecutado con tanta fuerza. Un gran chorro de agua fue disparado desde la palma del slime y se extendió como una barrera entre el clon de su compañero y los dos legacianos que iban en compañía uno del otro. El muro de agua fue azotado por el viento, pero resistió como si acero fuera y no el vital líquido del que se trataba en realidad, impidiendo el paso de aquel viento devastador.
– ¡Oe oe! –Dijo la habilidad al aire, acercándose entonces al par de rubios– ¿Qué crees que estás haciendo, Arturia-chan? Tú y yo somos amigos, no tengo intenciones de herirte. Sin embargo, no puedo permitir que arruines mis planes. Te sugiero que no te interpongas en mi camino. Legacy perecerá esta noche, sin importar en qué bando te encuentres. Tienes la libertad de elegir si estar con nosotros o con ellos, Rey de Camelot.
En un instante, un círculo de raíces salió del suelo al rededor de los legacianos, con la intención de limitar sus movimientos. Estas raíces tan resistentes como la roca y de espinas tan afiladas como puñales se levantarían y, de tener éxito, enrrollarían a sus objetivos en un tiempo de un segundo exactamente, dejándolos encerrados aunque apenas rozando su piel, para que las espinas no los atravesaran. Todos y cada uno de los miembros de Legacy sería personalmente atacado por uno de estos círculos de raíces, inmovilizado sus extremidades si no lograban evitarlas a tiempo.
Por su parte, Gran Sabio se echó a correr tan rápido como pudo en dirección al cuarto de los rehenes. Las plantas realmente no tenían la intención de asesinar a nadie... Aún. Su único objetivo era retrasar al bando enemigo mientras Gran Sabio cumplía con su cometido, cual no sería otro sino llegar al salón antes mencionado y hacerse con la presa que anteriormente acababa de resguardar en un capullo de espinas. Su velocidad era digna de un demonio, pues unos instantes le tomaría acceder hasta la posición de su rehén.
La Habilidad Única sabía perfectamente que en una batalla así no había tiempo que perder. Su primer objetivo del plan, reunir a la mayoría de los legacianos, había sido completado exitosamente en menor tiempo del que estimaba. Así pues, en pocos segundos se hallaría frente al capullo de raíces que había creado durante el incendio. No necesitó ni mover un músculo para que las raíces que controlaba a voluntad le entregaran por sí mismas a la infante albina, arrojándola a los brazos del verdadero demonio.
Por supuesto, no hace falta decir que un slime puede disolver cualquier cosa que toca con suma sencillez, como si se tratara de un potente ácido o de un fuego abrazador. Apenas hubo entrado en contacto con su cuerpo, la cría sería disuelta en seguida y asimilada por el limo, quien la almacenaría en su inventario hasta que pudiera fusionarse con Rimuru Tempest para poder adquirir las habilidades de la mocosa. El juego estaba lejos de terminar, pero definitivamente era un buen comienzo para el final.
[ Al mismo tiempo, en la entrada del Internado Asgard ]
Un slime yace en el suelo, llorando desconsoladamente. Sus gritos de dolor son tan desgarradores que quebrantarían el alma de cualquiera y son tan sonoros que podían alcanzar los oídos de todo ser vivo en kilómetros a la redonda. No había sido herido en ningún momento. Nadie había dado un solo golpe contra él y este tampoco había realizado un solo ataque. Sin embargo, su espíritu se encontraba tan deshecho que ser desmembrado pedazo a pedazo y aún con vida ser devorado por fieras salvajes le habría valido mejor que lo que había sucedido en realidad.
– ¡Shizu! ¡Por Dios, Shizu! ¿¡Qué he hecho!?
– ¡Pero qué sorpresa! ¡Cuán sublime contradicción! ¡Que el despiadado Rey de los Demonios llore la muerte de alguien que ni siquiera recordaba hace unos minutos es simplemente irónico!
El Caster hablaba con la infame soberbia que lo caracterizaba mientras el demonio, quebrantado en el suelo, le lloraba a la marioneta de tamaño humano que abrazaba contra su pecho. El dramaturgo había conseguido jugar la propia mente del Rey Demonio en su propia contra, y estaba más que gustoso de haberlo logrado. La historia que acababa de presenciar ante sus ojos, del Rey Demonio que acaba de descubrir que él jamás fue un villano, le era más dulce que el mejor de los vinos en una fiesta de victoria.
Si algo aquí no ha quedado claro al lector, gustoso me encuentro de explicarlo a detalle. William Shakespeare, el Espíritu Heroico de clase Caster, es un maestro de la ilusión capaz incluso de ver el pasado de las personas para jugar con su mente. Y ha sucedido que en esta ocasión ha sido Rimuru Tempest su víctima. Como cualquiera podrá imaginar a partir de este punto, es debido a que Rimuru no conoce su propio pasado que es fácil para Caster dejarle ver solo lo que quiere y mezclarlo con algunos de sus trucos con tal de saciar sus deseos de una buena tragedia. El resultado inevitable de estas circunstancias no podía ser otro sino terminar despedazando la poca cordura que al Rey Demonio le quedaba.
– ¡Oe oe! –Dijo la habilidad al aire, acercándose entonces al par de rubios– ¿Qué crees que estás haciendo, Arturia-chan? Tú y yo somos amigos, no tengo intenciones de herirte. Sin embargo, no puedo permitir que arruines mis planes. Te sugiero que no te interpongas en mi camino. Legacy perecerá esta noche, sin importar en qué bando te encuentres. Tienes la libertad de elegir si estar con nosotros o con ellos, Rey de Camelot.
En un instante, un círculo de raíces salió del suelo al rededor de los legacianos, con la intención de limitar sus movimientos. Estas raíces tan resistentes como la roca y de espinas tan afiladas como puñales se levantarían y, de tener éxito, enrrollarían a sus objetivos en un tiempo de un segundo exactamente, dejándolos encerrados aunque apenas rozando su piel, para que las espinas no los atravesaran. Todos y cada uno de los miembros de Legacy sería personalmente atacado por uno de estos círculos de raíces, inmovilizado sus extremidades si no lograban evitarlas a tiempo.
Por su parte, Gran Sabio se echó a correr tan rápido como pudo en dirección al cuarto de los rehenes. Las plantas realmente no tenían la intención de asesinar a nadie... Aún. Su único objetivo era retrasar al bando enemigo mientras Gran Sabio cumplía con su cometido, cual no sería otro sino llegar al salón antes mencionado y hacerse con la presa que anteriormente acababa de resguardar en un capullo de espinas. Su velocidad era digna de un demonio, pues unos instantes le tomaría acceder hasta la posición de su rehén.
La Habilidad Única sabía perfectamente que en una batalla así no había tiempo que perder. Su primer objetivo del plan, reunir a la mayoría de los legacianos, había sido completado exitosamente en menor tiempo del que estimaba. Así pues, en pocos segundos se hallaría frente al capullo de raíces que había creado durante el incendio. No necesitó ni mover un músculo para que las raíces que controlaba a voluntad le entregaran por sí mismas a la infante albina, arrojándola a los brazos del verdadero demonio.
Por supuesto, no hace falta decir que un slime puede disolver cualquier cosa que toca con suma sencillez, como si se tratara de un potente ácido o de un fuego abrazador. Apenas hubo entrado en contacto con su cuerpo, la cría sería disuelta en seguida y asimilada por el limo, quien la almacenaría en su inventario hasta que pudiera fusionarse con Rimuru Tempest para poder adquirir las habilidades de la mocosa. El juego estaba lejos de terminar, pero definitivamente era un buen comienzo para el final.
[ Al mismo tiempo, en la entrada del Internado Asgard ]
Un slime yace en el suelo, llorando desconsoladamente. Sus gritos de dolor son tan desgarradores que quebrantarían el alma de cualquiera y son tan sonoros que podían alcanzar los oídos de todo ser vivo en kilómetros a la redonda. No había sido herido en ningún momento. Nadie había dado un solo golpe contra él y este tampoco había realizado un solo ataque. Sin embargo, su espíritu se encontraba tan deshecho que ser desmembrado pedazo a pedazo y aún con vida ser devorado por fieras salvajes le habría valido mejor que lo que había sucedido en realidad.
– ¡Shizu! ¡Por Dios, Shizu! ¿¡Qué he hecho!?
– ¡Pero qué sorpresa! ¡Cuán sublime contradicción! ¡Que el despiadado Rey de los Demonios llore la muerte de alguien que ni siquiera recordaba hace unos minutos es simplemente irónico!
El Caster hablaba con la infame soberbia que lo caracterizaba mientras el demonio, quebrantado en el suelo, le lloraba a la marioneta de tamaño humano que abrazaba contra su pecho. El dramaturgo había conseguido jugar la propia mente del Rey Demonio en su propia contra, y estaba más que gustoso de haberlo logrado. La historia que acababa de presenciar ante sus ojos, del Rey Demonio que acaba de descubrir que él jamás fue un villano, le era más dulce que el mejor de los vinos en una fiesta de victoria.
Si algo aquí no ha quedado claro al lector, gustoso me encuentro de explicarlo a detalle. William Shakespeare, el Espíritu Heroico de clase Caster, es un maestro de la ilusión capaz incluso de ver el pasado de las personas para jugar con su mente. Y ha sucedido que en esta ocasión ha sido Rimuru Tempest su víctima. Como cualquiera podrá imaginar a partir de este punto, es debido a que Rimuru no conoce su propio pasado que es fácil para Caster dejarle ver solo lo que quiere y mezclarlo con algunos de sus trucos con tal de saciar sus deseos de una buena tragedia. El resultado inevitable de estas circunstancias no podía ser otro sino terminar despedazando la poca cordura que al Rey Demonio le quedaba.
Rimuru Tempest
Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
Como si el tiempo estuviera en su favor, o relativamente en su contra; la batalla desmesurada para un minúsculo ambiente como aquel pareció regresar de un intervalo junto con él. En pocos segundos el combate pasó de los sencillos lances del histérico chico explosivo y una desconocida recién llegada, a una explosión de poder viniendo desde el corredor a su lado, donde se resguardaba el clon de Dabi.
La mano de agua del Rey Demonio pasó frente a escasos centímetros de su nariz para chocarse contra una especie de onda ejecutada por quien él no tenía identificado, provocando un golpe de energía digno de subirle la adrenalina.
En cuanto más raíces iban surgiendo desde el suelo, obra de la habilidad del slime; el otro clon de su aliado vino, entonces, y le entregó una menuda esfera, a la vez que le decía en secreto sus funciones y en seguida, dejarlo. El vampiro visualizó el objeto en la palma abierta de su mano, revestida por aquella tela blanca, no mucho tardándose en ocultarla con seguridad.
—Más fuertes, ¿eh?
Repitió a si mismo, para descifrar su verdadero objetivo. Descartaba al rubio de las explosiones, a la mujer de las rosas quien casualmente había desaparecido, y también a la chica que él golpeara al principio. La habilidad de los 3, ante su perspectiva y poder, era por demás mediana y limitada como para preocuparse.
Por otro lado, el destino trazado de todos habría de ser el mismo: desvanecerse del mundo al regalar sus habilidades a Rimuru. Aún no tenía en vista cuales se acercarían a la zona de batalla desde el corredor y habrían sido causa el reciente disparo de agua de Gran Sabio, y desconocía el nivel de la última persona en llegar; aquella fémina con alas que había hecho un escudo desaparecer las llamas de Dabi. No la subestimaba, pero por conclusión decidió quedarse con la perla; no era momento de avanzar con esa carta hasta que la oportunidad lo exigiera.
Tan pronto las raíces de la habilidad de Rimuru avanzaran contra los legacianos, y este se retiró de ante todos para proceder contra los rehenes y comenzar a devorarlos, el inmortal fue en el mismo sentido y se interpuso entre el círculo de raíces y la zona donde estaba situado el ganado y el Gran Sabio, que ya terminaba de devorar a uno de ellos. Impediría cualquier intento de los legacianos de proceder contra los planes del slime, por si acaso lograran escapar de las raíces.
La mano de agua del Rey Demonio pasó frente a escasos centímetros de su nariz para chocarse contra una especie de onda ejecutada por quien él no tenía identificado, provocando un golpe de energía digno de subirle la adrenalina.
En cuanto más raíces iban surgiendo desde el suelo, obra de la habilidad del slime; el otro clon de su aliado vino, entonces, y le entregó una menuda esfera, a la vez que le decía en secreto sus funciones y en seguida, dejarlo. El vampiro visualizó el objeto en la palma abierta de su mano, revestida por aquella tela blanca, no mucho tardándose en ocultarla con seguridad.
—Más fuertes, ¿eh?
Repitió a si mismo, para descifrar su verdadero objetivo. Descartaba al rubio de las explosiones, a la mujer de las rosas quien casualmente había desaparecido, y también a la chica que él golpeara al principio. La habilidad de los 3, ante su perspectiva y poder, era por demás mediana y limitada como para preocuparse.
Por otro lado, el destino trazado de todos habría de ser el mismo: desvanecerse del mundo al regalar sus habilidades a Rimuru. Aún no tenía en vista cuales se acercarían a la zona de batalla desde el corredor y habrían sido causa el reciente disparo de agua de Gran Sabio, y desconocía el nivel de la última persona en llegar; aquella fémina con alas que había hecho un escudo desaparecer las llamas de Dabi. No la subestimaba, pero por conclusión decidió quedarse con la perla; no era momento de avanzar con esa carta hasta que la oportunidad lo exigiera.
Tan pronto las raíces de la habilidad de Rimuru avanzaran contra los legacianos, y este se retiró de ante todos para proceder contra los rehenes y comenzar a devorarlos, el inmortal fue en el mismo sentido y se interpuso entre el círculo de raíces y la zona donde estaba situado el ganado y el Gran Sabio, que ya terminaba de devorar a uno de ellos. Impediría cualquier intento de los legacianos de proceder contra los planes del slime, por si acaso lograran escapar de las raíces.
Lacus Welt
Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
(NO, Nononononononono.... ¡Maldita sea! ¡Eri! No puedo detectar su energía, eso solo puede significar que...)
La mente de la griega es un caos, le cuesta muchísimo el no gritar y manifestar su ira. No puede creer que no pudo hacer NADA para ayudar a la pequeña. Está tan molesta y ensimismada que, solo cuando la voz de la benévola Athena resuena en su mente, logra calmarse... No puede dejarse llevar por sus emociones. Debe recordar los consejos del Patriarca y del leal caballero de Sagitario ante la adversidad. Las asertivas palabras del griego le recuerdan una ocasión en la que ella pudo engañar al mismísimo Loki, dios nórdico de las mentiras. En esa batalla su mayor problema era la protección de Yggdrasil, milenario árbol de la vida y el universo, el cual protegía a los guerreros que servían a las tierras nórdicas.
(¡ESO ES! Eso debería funcionar... pero, por si acaso....)
Manteniéndose en silencio, se pone manos a la obra. Con pasos ágiles, pero llenos de cautela al momento de evitar aquellas enredaderas que uno de sus enemigos ha hecho surgir para atacarles, la dama de las rosas se acerca a una de estas y, valiéndose de su cosmos, intentará usar el polen de sus amadas rosas rojas. Las Royal Demon Rose cuentan con la capacidad de adormecer a su rival con tan solo ser olfateado su dulce y engañosa fragancia. Al ser su objetivo las enredaderas, y no una persona, la mujer no puede dormirlas sino que debe tratar de paralizarlas. Usar una rosa, sin importar que sea un botón, sería demasiado llamativo al estar ella escondida gracias al casco del dios Hades.
(Tal vez mis rosas no hayan podido hacer nada contra el fuego… pero, si se trata de una planta, DEBO INTENTARLO… No me derribarán… No dejaré que la oportunidad que me dio Athena para redimir mi pasado sea en vano… Si me rindo, si dejo de luchar, mis camaradas y esta gente pueden perder la vida… NO, me niego a rendirme…)
De su cosmos, es cual ha elevado muy suavemente, surge una pequeña semilla de sus rosas rojas. Con ayuda de las estilizadas uñas de sus guantes, la mujer hace un corte muy pequeño en la rama elegida. En ella, deposita la semilla de forma que no sea vista fácilmente. Al hacer esto, espera que su pequeña aliada le ayude a frenar el movimiento del arma de quien intenta acabar con ellos.
El caballero de Piscis se ha caracterizado, desde tiempos mitológicos, por su conexión con la naturaleza. La greca recuerda con orgullo aquel momento en que, por dicha conexión, pudo evitar que el veneno del gran Yggdrasil matase a sus camaradas y asi los 12 Caballeros Dorados lograsen pelear juntos contra el falso dios que amenazaba con acabar con la paz en la Tierra. No sabe si podrá salvar a la pequeña Eri, mas está convencida de que no dejará que sus compañeros sigan siendo lastimados.
(¡Eh, Bakugou! ¿Me oyes? Si me puedes oír, pon atención y, aun cuando te moleste que te diga que hacer, no vayas a gritar… si gritas, mi esfuerzo será en vano. Voy a tratar de frenar estas malditas ramas… Contra el fuego soy inútil, pero las ramas puede que me sirvan… Si logro frenarlas, hazlas pedazos lo más pronto posible… no me importa si es con explosiones directas de tus palmas o si las rompes con las manos, pero hazlas pedazos como puedas… no sé si podré manejarlas, por lo que debemos acabar con ellas y demostrarle a estos imbéciles que no nos han vencido… no tengo pensado rendirme, ni ahora ni nunca... debemos ver si logro hacer que me obedezcan… pude antes con un árbol, unas enredaderas no deberían ser tan complicadas… o al menos eso creo)
Le avisa al chico rubio, usando telepatía por una vez. Debe hacer todo lo que esté a su alcance para tratar de poner la balanza a su favor de una vez. No importa si le cuesta la vida, el destino de los guerreros que mueren en combate es llegar a los Campos Elíseos y eso está lleno de honra para los atenienses desde la era del mito, sin embargo, no permitirá que estos seres le derriben sin pelear.
La mente de la griega es un caos, le cuesta muchísimo el no gritar y manifestar su ira. No puede creer que no pudo hacer NADA para ayudar a la pequeña. Está tan molesta y ensimismada que, solo cuando la voz de la benévola Athena resuena en su mente, logra calmarse... No puede dejarse llevar por sus emociones. Debe recordar los consejos del Patriarca y del leal caballero de Sagitario ante la adversidad. Las asertivas palabras del griego le recuerdan una ocasión en la que ella pudo engañar al mismísimo Loki, dios nórdico de las mentiras. En esa batalla su mayor problema era la protección de Yggdrasil, milenario árbol de la vida y el universo, el cual protegía a los guerreros que servían a las tierras nórdicas.
(¡ESO ES! Eso debería funcionar... pero, por si acaso....)
Manteniéndose en silencio, se pone manos a la obra. Con pasos ágiles, pero llenos de cautela al momento de evitar aquellas enredaderas que uno de sus enemigos ha hecho surgir para atacarles, la dama de las rosas se acerca a una de estas y, valiéndose de su cosmos, intentará usar el polen de sus amadas rosas rojas. Las Royal Demon Rose cuentan con la capacidad de adormecer a su rival con tan solo ser olfateado su dulce y engañosa fragancia. Al ser su objetivo las enredaderas, y no una persona, la mujer no puede dormirlas sino que debe tratar de paralizarlas. Usar una rosa, sin importar que sea un botón, sería demasiado llamativo al estar ella escondida gracias al casco del dios Hades.
(Tal vez mis rosas no hayan podido hacer nada contra el fuego… pero, si se trata de una planta, DEBO INTENTARLO… No me derribarán… No dejaré que la oportunidad que me dio Athena para redimir mi pasado sea en vano… Si me rindo, si dejo de luchar, mis camaradas y esta gente pueden perder la vida… NO, me niego a rendirme…)
De su cosmos, es cual ha elevado muy suavemente, surge una pequeña semilla de sus rosas rojas. Con ayuda de las estilizadas uñas de sus guantes, la mujer hace un corte muy pequeño en la rama elegida. En ella, deposita la semilla de forma que no sea vista fácilmente. Al hacer esto, espera que su pequeña aliada le ayude a frenar el movimiento del arma de quien intenta acabar con ellos.
El caballero de Piscis se ha caracterizado, desde tiempos mitológicos, por su conexión con la naturaleza. La greca recuerda con orgullo aquel momento en que, por dicha conexión, pudo evitar que el veneno del gran Yggdrasil matase a sus camaradas y asi los 12 Caballeros Dorados lograsen pelear juntos contra el falso dios que amenazaba con acabar con la paz en la Tierra. No sabe si podrá salvar a la pequeña Eri, mas está convencida de que no dejará que sus compañeros sigan siendo lastimados.
(¡Eh, Bakugou! ¿Me oyes? Si me puedes oír, pon atención y, aun cuando te moleste que te diga que hacer, no vayas a gritar… si gritas, mi esfuerzo será en vano. Voy a tratar de frenar estas malditas ramas… Contra el fuego soy inútil, pero las ramas puede que me sirvan… Si logro frenarlas, hazlas pedazos lo más pronto posible… no me importa si es con explosiones directas de tus palmas o si las rompes con las manos, pero hazlas pedazos como puedas… no sé si podré manejarlas, por lo que debemos acabar con ellas y demostrarle a estos imbéciles que no nos han vencido… no tengo pensado rendirme, ni ahora ni nunca... debemos ver si logro hacer que me obedezcan… pude antes con un árbol, unas enredaderas no deberían ser tan complicadas… o al menos eso creo)
Le avisa al chico rubio, usando telepatía por una vez. Debe hacer todo lo que esté a su alcance para tratar de poner la balanza a su favor de una vez. No importa si le cuesta la vida, el destino de los guerreros que mueren en combate es llegar a los Campos Elíseos y eso está lleno de honra para los atenienses desde la era del mito, sin embargo, no permitirá que estos seres le derriben sin pelear.
Silene
Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
Estaba dándole la espalda a la infante cuando para su sorpresa, alguien más se había hecho presente en el lugar. ¿No lo vio cuando llegó? ¿o llegó hace poco? Tal vez fue un descuido o una falla de su sistema. Lo único que tenía seguro, era que le estaba fallando a su Master, se le fue ordenado salvar a los rehenes, pero, una pequeña niña pereció. ¿Estaba desobedeciendo a su maestro? ¿sería encadenada y apresada de nuevo? O en el peor de los casos, sería usada por su maestro como una máquina de destrucción, justo como lo hizo el primero. No llegaba a creer que su maestro fuera así, pero la opción estaba ahí, y seguiría ahí hasta que volviera y aclarará que falló.
Si no fuera por los gritos del rubio, la Angeloid no hubiera salido de sus pensamientos, y por ende, no podría haber reaccionado a tiempo para impedir que las raíces llegaran a ella. Sus alas, como reflejo, se extendieron, y gracias a que las raíces se detenieron por una razón que desconocía, pudo hacer uso de una de sus habilidades. Artemis.
Artemis: Son docenas de proyectiles/misiles que salen disparados de las alas de Ikaros, siendo muy potentes.
Estaba consiente de la consecuencia que le llevaría usar Artemis a todo su potencial, pues sus alas se debilitarian, y por ende, se le impediría volar como frecuente mente lo hacía, así que se limitó a lanzar pocos misiles, y con solamente dos de estos, las raíces que iban a acecharla, fueron destruidas antes de que pudieran lograr su objetivo. Y como apoyo, dejó salir más proyectiles hacia los indefensos, destruyendo toda raíz que hiciera contacto con sus proyectiles.
Como pudo observar, las raíces no sólo afectaban a los que estaban dispuestos a luchar, también a los inofensivos rehenes. Dejó que el rubio se encargará de las raíces, a la vez que ella soltaba proyectiles de sus alas para darle apoyo. No sabía como sus acciones pueden afectar a los rehenes, por lo que, debería conformarse con usar a Artemis. Sus ojos visualizaban a los dos sujetos que, parecían ser el enemigo, no, definitivamente lo eran. Una cantidad pareja, pero razonable de plumas se desprendieron de sus alas, volviéndose al instante misiles. La cantidad eran diez por ambas, dividiendose en dos grupos. Un grupo se dirigió a impactar contra el que "devoró" a una niña, y el otro, hacia la persona que empezaba a devorar de una manera totalmente distinta al otro.
Estaba ignorando su entorno, estando totalmente concentrada en ambos sujetos, y que, si en dado caso los misiles hicieran contacto con alguno, al instante, activaria otra de sus habilidades, Aegis, una que ya había usado antes. Con Aegis podía crear campos de fuerza, y lo usaría para apresar la explosión de los misiles cuando hicieran su trabajo. Cabe aclarar, que los campos de fuerza creados por ella, podían soportar y bloquear casi cualquier ataque, ya sea nivel nacional o continental.
- Habéis pecado al arrebatar la vida a otro ser, ahora permitanle a Ikaros hacer lo mismo con ustedes. -
Si no fuera por los gritos del rubio, la Angeloid no hubiera salido de sus pensamientos, y por ende, no podría haber reaccionado a tiempo para impedir que las raíces llegaran a ella. Sus alas, como reflejo, se extendieron, y gracias a que las raíces se detenieron por una razón que desconocía, pudo hacer uso de una de sus habilidades. Artemis.
Artemis: Son docenas de proyectiles/misiles que salen disparados de las alas de Ikaros, siendo muy potentes.
Estaba consiente de la consecuencia que le llevaría usar Artemis a todo su potencial, pues sus alas se debilitarian, y por ende, se le impediría volar como frecuente mente lo hacía, así que se limitó a lanzar pocos misiles, y con solamente dos de estos, las raíces que iban a acecharla, fueron destruidas antes de que pudieran lograr su objetivo. Y como apoyo, dejó salir más proyectiles hacia los indefensos, destruyendo toda raíz que hiciera contacto con sus proyectiles.
Como pudo observar, las raíces no sólo afectaban a los que estaban dispuestos a luchar, también a los inofensivos rehenes. Dejó que el rubio se encargará de las raíces, a la vez que ella soltaba proyectiles de sus alas para darle apoyo. No sabía como sus acciones pueden afectar a los rehenes, por lo que, debería conformarse con usar a Artemis. Sus ojos visualizaban a los dos sujetos que, parecían ser el enemigo, no, definitivamente lo eran. Una cantidad pareja, pero razonable de plumas se desprendieron de sus alas, volviéndose al instante misiles. La cantidad eran diez por ambas, dividiendose en dos grupos. Un grupo se dirigió a impactar contra el que "devoró" a una niña, y el otro, hacia la persona que empezaba a devorar de una manera totalmente distinta al otro.
Estaba ignorando su entorno, estando totalmente concentrada en ambos sujetos, y que, si en dado caso los misiles hicieran contacto con alguno, al instante, activaria otra de sus habilidades, Aegis, una que ya había usado antes. Con Aegis podía crear campos de fuerza, y lo usaría para apresar la explosión de los misiles cuando hicieran su trabajo. Cabe aclarar, que los campos de fuerza creados por ella, podían soportar y bloquear casi cualquier ataque, ya sea nivel nacional o continental.
- Habéis pecado al arrebatar la vida a otro ser, ahora permitanle a Ikaros hacer lo mismo con ustedes. -
Invitado- Invitado
Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
Todo su ser se llenaba de impotencia, quería ayudar a sus amigos. A los rehenes, sacarlos de ahí... Pero, ahora ella dudaba incluso de su capacidad para salir ella misma, estaba siendo un estorbo para sus compañeros, era completamente inútil en ese estado. Sus mejillas se humedecieron, inconscientemente llevo sus manos hacía sus mejillas. Las lágrimas empezaron a salir por sí solas, sin previo aviso. Sus labios se arrugaron, y mordió el interior de su labio inferior, no quería desatar su llanto, pero, en esa situación, era casi imposible para ella. Aunque estuviera de rodillas en el suelo, eso no evitaba que sus piernas no temblaran, a igual que sus manos. Debió moderar la energía que usó en sus ondas.
No podía rendirse, y aunque sus piernas flaquearan, amenazando por fallarle en cualquier momento, se levantó como pudo, y su mirada se dirigió a su actual objetivo, Eri. Esta había sido encerrada minutos antes, no pudo ayudarla, pero, ahora lo haría, la sacaría de ahí, la tomaría en brazos, y le susurraria que todo estaba bien. Ya había sufrido lo suficiente, aquella niña no merecía estar ahí, debía salvarla...
Su cuerpo se paralizó, y está vez, las lágrimas no sé contenieron, caían sin control, humedeciendo por donde pasaban. Una de sus manos, por puro reflejo, se extendió hacia el capullo de raíces que habían capturado a la pequeña niña. Fue cuestión de un cerrar y abrir de ojos para que las raíces llegaran a ella, y por desgracia, sus piernas no reaccionaron lo suficientemente rápido, quedando atrapada en ellas. Al instante un grito ahogado salió de sus labios. Estaba entrando en pánico, incluso empezó a transpirar. Varias gotas de sudor bajaban por su frente, mientras que ella, trataba de mantenerse lo más quieta posible. Tenía miedo, le temía a lo que le podía suceder si alguna de esas espinas llegaban a tocarla.
Escuchaba los gritos de Kacchan, las explosiones posiblemente provocadas por este, y la potente voz fémina que conocía perfectamente, Ikaros. Cerró sus ojos, soltando un largo y pesado suspiro. Debía recuperar la calma, entrar en pánico no le ayudaría en nada.
Estaba confiada de sus amigos, si ella no salía de ahí, sabía que ellos sí lo harían, y salvarían a tantas inocentes personas. Después de todo, eran fuertes y poderosos, a diferencia suya.
La voz de Eri, la había dejado de escuchar desde que fue capturada por aquellas raíces. ¿Estaría bien? Si, sin duda ella debería estar bien, ella era fuerte, para su corta edad.
- {Ah... Pronto saldremos de aquí, todos juntos.} -
Una pequeña chispa de esperanza continuaba dentro de ella, haciendo que la heroína volviera a sonreír.
No podía rendirse, y aunque sus piernas flaquearan, amenazando por fallarle en cualquier momento, se levantó como pudo, y su mirada se dirigió a su actual objetivo, Eri. Esta había sido encerrada minutos antes, no pudo ayudarla, pero, ahora lo haría, la sacaría de ahí, la tomaría en brazos, y le susurraria que todo estaba bien. Ya había sufrido lo suficiente, aquella niña no merecía estar ahí, debía salvarla...
Su cuerpo se paralizó, y está vez, las lágrimas no sé contenieron, caían sin control, humedeciendo por donde pasaban. Una de sus manos, por puro reflejo, se extendió hacia el capullo de raíces que habían capturado a la pequeña niña. Fue cuestión de un cerrar y abrir de ojos para que las raíces llegaran a ella, y por desgracia, sus piernas no reaccionaron lo suficientemente rápido, quedando atrapada en ellas. Al instante un grito ahogado salió de sus labios. Estaba entrando en pánico, incluso empezó a transpirar. Varias gotas de sudor bajaban por su frente, mientras que ella, trataba de mantenerse lo más quieta posible. Tenía miedo, le temía a lo que le podía suceder si alguna de esas espinas llegaban a tocarla.
Escuchaba los gritos de Kacchan, las explosiones posiblemente provocadas por este, y la potente voz fémina que conocía perfectamente, Ikaros. Cerró sus ojos, soltando un largo y pesado suspiro. Debía recuperar la calma, entrar en pánico no le ayudaría en nada.
Estaba confiada de sus amigos, si ella no salía de ahí, sabía que ellos sí lo harían, y salvarían a tantas inocentes personas. Después de todo, eran fuertes y poderosos, a diferencia suya.
La voz de Eri, la había dejado de escuchar desde que fue capturada por aquellas raíces. ¿Estaría bien? Si, sin duda ella debería estar bien, ella era fuerte, para su corta edad.
- {Ah... Pronto saldremos de aquí, todos juntos.} -
Una pequeña chispa de esperanza continuaba dentro de ella, haciendo que la heroína volviera a sonreír.
Invitado- Invitado
Re: Evento – La locura del Gran Rey Demonio
No escondía su sorpresa, la llegada del demonio fue repentina habiendo detenido en su proceso el ataque de Arturia y disolviendolo en el proceso. Esa extraña presencia solo causo que el joven rubio agudizará sus sentidos en respuesta, los bellos de su piel se erizaron al sentir esa mordaz sed de sangre.
──¿Demonio? ¡Tú eres-...──Dijo, sus ojos adquirieron una forma rasgada que desmostraban el grado de concentración que mantenía al confrontar dicho sujeto.
Esa sensación repulsiva que escuchaba provenir de la pequeña figura con rasgos de una pequeña niña que podría oscilar la edad media causaba que escalofríos recorriesen su espalda hasta alcanzar el punto en el que sus manos flaqueaban y el agarre con el que sostenía el mango de la espada se vió disminuido.
Era una sensación semejante a la que sintió aquella vez en la que los cazadores y pilares se reunieron para combatir un único enemigo, el primer demonio que la humanidad vió e hizó que temblase: Kibutsuji Muzan. Pero este tipo, estaba en un nível completamente superior.
──¡E-Espera!
Le veía marcharse, mas parecía no haber alcanzado a escuchar su llamado. Dió un paso apresurado, debía detenerlo a cualquier costo posible, puesto que algo malo habría de suceder. Ese segundo de duda e incertidumbre costaría, en el que estacas surgieron desde el subsuelo. Su aguda audición había fallado errado, ciertamente ya que toda concentración se desvaneció. Se dice que la reacción de un ser humano corriente es de 0.14 segundos y si sus reflejos son suficiemente rápidos podría desviar las estacas al cortarlas a la mitad en el momento preciso con el filo de su katana.
La espada y la pared, un dicho muy común utilizado por los hombres al encontrarse en medio de suitaciones difíciles, delante de sus ojos el reflejo del pelinegro que aludió tomando la ventaja de su movimiento ante esto y el cual arrojó una diminuta esfera que muy bien podría compararse al tamaño de una simple perla.
No podía desviar ambos ataques a la vez, debía eligir y rápido. Sacrificar su cuerpo o ver el resultado que esperaba tras ese lanzamiento.
──¡¡Ugh!!── Todo sucedió pronto, no podría contar el tiempo, este parecía ir incluso más lento como si de un espectáculo mágico se tratase. La sangre salpicó de su muslo derecho, descendiendo hacia abajo.
Su mirada era intensa y feroz, mordió su el labio inferior con fuerza y ahogó sus gritos de llanto.
En un swing único logró desviar el proyectil que a pocos centímetros de su rostro se acercaba, raudaz su siguiente movimiento fue cambiar de posición la hoja de la espada hacia atrás con lo cual dirigió un golpe con el pomo de la espada hacia el estomago del villano. Sería un golpe fuerte y contundente si lograba impactar de lleno, ya que habiendose allegado en un rango de dos metros cercano al cazademonios no tendría la miníma piedad.
──¡¡Arturia, ahora!!──Dolía, el sentir como las estacas habían penetrado a través de la carne y músculos, la sangre destilaba de sus labios así como de sus piernas en abundancia; su grito hacia el caballero, ahora que podría continuar su camino sin dificultad alguna.
──Aliento del Rayo: Octava Postura...¡¡YAMATA NO OROCHĪ!!── Las chispas rodearon la hoja del arma, rugientes y feroces como el estruendo de una multitud, ocho cortes consecutivos, el flash de oro rasgó a través del duro y resistente cuarzo, llevando consigo como objetivo los puntos vitales del presente.
(Nota: Es una técnica desarrollada por Agatsuma Zenitsu pasados varios meses el combate final contra Muzan en rehabilitación y entrenamiento, ejerce cierta cantidad de retroceso sobre el cuerpo una vez usada. Yamata no Orochī es un dragón de ocho cabezas perteneciente al folkore japonés, fue bautizada con su nombre por el número de cortes posibles que se podían alcanzar como máximo, resultando en un total de ocho.)
《...El llanto y los gritos constantes de auxilio se alzan en el lejano pabellón, el telón del horror y pesadilla se alzá en el escenario, con el avance del Rey a través del extenso pasillo que separa su destino del lugar en el que el joven espadachín reposa de rodillas utilizando su espada como un apoyo en un vanal intento por mantenerse firme y consciente.》
──¿Demonio? ¡Tú eres-...──Dijo, sus ojos adquirieron una forma rasgada que desmostraban el grado de concentración que mantenía al confrontar dicho sujeto.
Esa sensación repulsiva que escuchaba provenir de la pequeña figura con rasgos de una pequeña niña que podría oscilar la edad media causaba que escalofríos recorriesen su espalda hasta alcanzar el punto en el que sus manos flaqueaban y el agarre con el que sostenía el mango de la espada se vió disminuido.
Era una sensación semejante a la que sintió aquella vez en la que los cazadores y pilares se reunieron para combatir un único enemigo, el primer demonio que la humanidad vió e hizó que temblase: Kibutsuji Muzan. Pero este tipo, estaba en un nível completamente superior.
──¡E-Espera!
Le veía marcharse, mas parecía no haber alcanzado a escuchar su llamado. Dió un paso apresurado, debía detenerlo a cualquier costo posible, puesto que algo malo habría de suceder. Ese segundo de duda e incertidumbre costaría, en el que estacas surgieron desde el subsuelo. Su aguda audición había fallado errado, ciertamente ya que toda concentración se desvaneció. Se dice que la reacción de un ser humano corriente es de 0.14 segundos y si sus reflejos son suficiemente rápidos podría desviar las estacas al cortarlas a la mitad en el momento preciso con el filo de su katana.
La espada y la pared, un dicho muy común utilizado por los hombres al encontrarse en medio de suitaciones difíciles, delante de sus ojos el reflejo del pelinegro que aludió tomando la ventaja de su movimiento ante esto y el cual arrojó una diminuta esfera que muy bien podría compararse al tamaño de una simple perla.
No podía desviar ambos ataques a la vez, debía eligir y rápido. Sacrificar su cuerpo o ver el resultado que esperaba tras ese lanzamiento.
──¡¡Ugh!!── Todo sucedió pronto, no podría contar el tiempo, este parecía ir incluso más lento como si de un espectáculo mágico se tratase. La sangre salpicó de su muslo derecho, descendiendo hacia abajo.
Su mirada era intensa y feroz, mordió su el labio inferior con fuerza y ahogó sus gritos de llanto.
En un swing único logró desviar el proyectil que a pocos centímetros de su rostro se acercaba, raudaz su siguiente movimiento fue cambiar de posición la hoja de la espada hacia atrás con lo cual dirigió un golpe con el pomo de la espada hacia el estomago del villano. Sería un golpe fuerte y contundente si lograba impactar de lleno, ya que habiendose allegado en un rango de dos metros cercano al cazademonios no tendría la miníma piedad.
──¡¡Arturia, ahora!!──Dolía, el sentir como las estacas habían penetrado a través de la carne y músculos, la sangre destilaba de sus labios así como de sus piernas en abundancia; su grito hacia el caballero, ahora que podría continuar su camino sin dificultad alguna.
──Aliento del Rayo: Octava Postura...¡¡YAMATA NO OROCHĪ!!── Las chispas rodearon la hoja del arma, rugientes y feroces como el estruendo de una multitud, ocho cortes consecutivos, el flash de oro rasgó a través del duro y resistente cuarzo, llevando consigo como objetivo los puntos vitales del presente.
(Nota: Es una técnica desarrollada por Agatsuma Zenitsu pasados varios meses el combate final contra Muzan en rehabilitación y entrenamiento, ejerce cierta cantidad de retroceso sobre el cuerpo una vez usada. Yamata no Orochī es un dragón de ocho cabezas perteneciente al folkore japonés, fue bautizada con su nombre por el número de cortes posibles que se podían alcanzar como máximo, resultando en un total de ocho.)
《...El llanto y los gritos constantes de auxilio se alzan en el lejano pabellón, el telón del horror y pesadilla se alzá en el escenario, con el avance del Rey a través del extenso pasillo que separa su destino del lugar en el que el joven espadachín reposa de rodillas utilizando su espada como un apoyo en un vanal intento por mantenerse firme y consciente.》
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